Capítulo 12. Por favor acompañeme.

Lía veía como ese hombre hacía una entrada triunfal ante todas aquellas personas.

Miriam por otro lado sentía que veía en él a su padre pero más joven.

-Lía deberíamos irnos ¿No crees? –Comento Miriam.

La chica volteó a ver a su amiga. –No claro que no, te buscarían si nos fuéramos, además tu madre me dijo que viniera para acompañarte, no para huir.

Miriam sabía que lo que decía Lía era cierto. Después de que ese hombre llegó a la parte de adelante todos volvieron a sentarse.

-Pensé que habría un poco más de personas. –Dijo Lía mirando a toda la gente.

-No, este evento es muy privado, solo están las personas más importantes del país.

-¿Qué? O sea que nadie puede entrar aquí.

-Así es, tienes que tener una invitación y tu nombre debe de estar registrado, no puedes falsificar una invitación. –Lía hizo un gesto de asombro ante lo que escuchaba. –Debes de sentirte afortunada de estar aquí. –Ese comentario sonó como sarcasmo.

-Seguro que sí. –Dejo salir una risa por lo que había escuchado.

Las chicas platicaban cuando la persona que dirigía tomo el micrófono y habló. –En estos momentos escucharemos la Bienvenida del CEO Wu. –Todas las personas aplaudieron.

Lía miraba como ese hombre subía al escenario, incluso su porte se notaba que era muy fino, la chica no perdió de vista ninguno de sus movimientos, sin duda era muy guapo. Gustavo empezó su discurso. –Para la Corporación Wu es un placer que cada uno de ustedes sean parte de nosotros, espero que compartan la satisfacción que hemos logrado el cumplir 65 años de gran trabajo. Hoy como el CEO de esta gran corporación permítanme anunciarles que hemos logrado entrar al mercado Americano, pronto una sucursal será abierta en Nueva York. –Después de decir esas palabras los aplausos se hicieron presente. –Disfruten la velada. –Con pasos largos el hombre bajo del escenario.

Sin duda esa era una gran noticia que estaría en los medios de comunicación, el año pasado fue el mercado Europeo y ahora era el mercado Americano.

-Ya viste Lía, mi padre y a Gustavo solo les importa el adquirir más.

-Por cierto ¿Vino tu padre? –Preguntó Lía curiosa. Miriam negó con la cabeza. Lía ya no volvió a preguntar sobre el tema.

Las chicas se levantaron para tomar unos aperitivos que estaban acomodados en una gran mesa. Cuando un voz muy conocida llegó a ellas.

-Quiero pensar que fuiste contratada para atender a los invitados.

Las chicas pusieron sus ojos en blanco cuando vieron a la mujer. Miriam hablo. –Sabes que no es el momento ni el lugar para venir a molestar Hanna. Así que por favor aléjate de nosotras.

Hanna movió su cabello como signo de que no le importaban las palabras de Miriam. -¿Qué crees que pasaría si haces un espectáculo en este lugar? Ha ya sé, serias el hazme reír. Y mi tío Adolfo te castigaría. –Lía se quedó fría al escuchar que esa mujer llamaba tío al padre de Miriam, ahora entendía por qué esa mujer estaba en ese evento. –Quiero que te arrepientas por todo lo que me haz hecho.

-Hanna vete, y es una amenaza de que si no te vas te juro que no me importará golpearte. –Refuto Lía.

-No me amenaces estúpida, es increíble que te creas tan valiente pero no sabes cómo me las cobraré. Porque aún no me conoces.

-No me hace falta conocerte para saber lo venenosa que eres, pero sabes perfectamente que no te tengo miedo.

-Eres un idiot... -Levantaba su mano para bofetear a Lía, pero otra mano la sostuvo.

Hanna miró al hombre que la sostenía. Entonces el hombre habló. –Este no es un buen lugar para dar espectáculos señoritas.

Miriam sonrió. –Ricardo gracias.

-Suéltame Ricardo. –La chica le dio una mirada de mucho coraje y odio. –Eres un idiota. –La mujer se quitó de ahí muy furiosa.

-Hola Señorita Miriam Wu, tanto tiempo sin verle. –La chica sonrió ante tales palabras.

-Ricardo Dan, pensé que no vendrías. Pero me da gusto de que este aquí.

-Sabes que los negocios son negocios. –Miriam puso una cara larga al recordar porque Gustavo y ese hombre no se llevaban.

-Sí, lo sé. –Un silenció incomodo apareció, pero la chica volvió hablar. –Ricardo te presento a mi amiga Lía Liu.

Lía sonrió muy amablemente y estiro su mano para saludar, Ricardo la tomo y le dio un beso en esta. –Un gusto conocer a alguien como tú. Soy Ricardo Dan.

La chica ante tal gesto se sonrojo pero respondió. –Gracias Ricardo, el placer es mío. –Ambas personas sonreían.

Pero del otro lado del salón Gustavo observaba como esas dos personas se estaban conociendo, sintió como su sangre se enfurecía, no entendía pero esa mujer lo hacía molestar con cualquier simple gesto, hasta la sonrisa que Lía le daba por cortesía a Ricardo.

-Señor Wu ¿Se encuentra bien? –Preguntó una de las personas que estaban junto él.

El hombre regreso a sus sentidos. –Sí. Permítame.

Camino hasta donde esas personas se encontraban. Sandra miraba todo lo que sus hijos hacían.

-Miriam. –La chica volteó a ver a su hermano.

-¿Qué necesitas? –Habló fríamente la chica.

-Necesito que me digas quien ha invitado a ésta mujer. –Después de decir eso miró a Lía.

-Yo lo he hecho. –Habló Sandra. – ¿Por qué? Yo no veo ningún problema.

-Madre no me opongo a que invites a quien quieras, pero no a esta mujer.

-Señor Wu no es la forma de hablarle a una dama. –Dijo Ricardo.

El hombre le dio una mirada amenazante a Ricardo.

-No vine aquí por usted, créame que tampoco quiero verle la cara, he venido aquí por Miriam. –Respondió Lía.

-Gustavo por favor. –Dijo Miriam.

Lía quería que la tierra la tragará, pues ese hombre estaba muy enojado por su presencia y lo peor de todo es que las personas empezaban a darse cuenta.

-Gustavo es momento que demos el baile. –Hablo Sandra, tomo el brazo de su hijo y se lo llevó hasta la pista.

Empezó a sonar una canción, madre e hijo bailaban. Las personas aplaudían.

Lía miraba y se sentía la persona más miserable, por eso no quería ir a ese lugar pues sabía que Gustavo la humillaría.

Ricardo miró la tristeza de aquella hermosa mujer. – ¿Bailas? –Preguntó mirando a Lía, lo cual la chica dijo que no. Miriam miró la tristeza de su amiga, pero Ricardo seguía con la mano estirada, así que ella la tomo y caminaron hacía la pista.

Lía sabía que a ese mundo no pertenecía. Camino hacia el tocador de mujeres, cuando llegó se vio en el gran espejo. Miró aquel hermoso vestido sobre su cuerpo, el hermoso color rosa crepe le hacía ver un hermoso tono de piel, el vestido con un gran escote adornado de piedras y la falda larga hecha de tul con una abertura en la pierna derecha. Sin duda nunca había soñado con usar un vestido tan caro como ese. Su maquillaje era muy natural pero elegante, su cabello se lo había recogido en forma de moño para que el escote luciera. Se sintió una completa tonta. Se quedó mirando fijamente al espejo por unos cuantos minutos.

-Podrás ponerte un vestido muy caro, pero tú jamás serás parte de este mundo. –La risa de Hanna apareció a lado de Lía. –Gustavo al parecer no te soporta y creo que lo mejor que puedes hacer es desaparecer de nuestras vidas, regrésate a tu país y no estorbes.

Lía no contesto ante lo que esa mujer decía.

-Creo que te haz dado cuenta tú sola, y eso es bueno. –Hanna salió del tocador con una alegría de triunfante.

Lía no entendía porque se sentía tan mal pues ella nunca le importaba los comentarios de las personas, pero Gustavo hacía que ella se sintiera como si no valiera nada.

Salió del tocador y vio como algunas personas se encontraban adornando la pista de baile, otros platicaban o incluso algunos comían. Sabía que ese no era su lugar, sin duda era un evento muy aburrido como lo había dicho Miriam antes.

Lía miraba a todos, cuando una cara desconocida llegó a su presencia. –Señorita Liu, podría acompañarme.

-Disculpe, quién usted.

-Mi nombre es Martín Lu. Trabajo para la familia Wu. Por favor acompáñeme.

Lía al escuchar que trabajaba para la familia de su amiga, sin duda la siguió. Las 2 personas salieron del lugar, tomaron el ascensor y subieron hasta el piso 18. El hombre habló. –Señorita alguien quiere hablar con usted, entre a esa habitación.

Lía sintió miedo de que algo malo pudiera pasarle, pero después de un momento de pensarlo, entró.

Camino hasta llegar a la sala de estar de ese penthouses, miró al hombre que observaba la ciudad parado frente a la ventana, tenía en su mano una copa de whisky. Cuando se volteó Lía pudo verle la cara.

La chica se daba la vuelta para salir cuando ese hombre dijo. –Dime tu precio. –Lía se detuvo pero volvió a tomar su camino.

Gustavo tiro la copa que tenía en su mano y gritó –Te he preguntado cuál es tu precio.

Lía sintió miedo al ver la actitud de ese hombre, tomo el valor se volteó y dijo. –Lo siento pero no le entiendo.

Gustavo sonrió de manera sarcástica. –Señorita Liu, necesito que me diga que quiere para alejarse de mi hermana, sé que usted está con ella por interés, todas las personas se acercan a ella para obtener algo. Así que digame sin miedo ¿Cuánto quiere?

-Señor Wu creo que usted se ha equivocado conmigo, jamás me he acercado a Miriam por interés, no sé con qué personas ha tratado pero yo no soy igual a ellos.

-Todos dicen lo mismo hasta que doy una cantidad, y no creo que usted sea la excepción. Después de recibir el dinero se alejan sin decir nada.

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