Capítulo 6. ¿Quién te crees que eres?

El hombre que aun sostenía a la chica por su brazo sintió un dolor, Lía mordía su brazo con toda la fuerza de su mandíbula, quería zafarse de la mano de él. Miriam no podía creer lo que sus ojos veía era la primera vez que alguien trataba así a su hermano.

Cuando a Lía le llegó un sabor a sangre lo soltó, volteó a mirar a Gustavo quien tenía en sus ojos una furia muy grande.

-¿Quién te crees que eres? Eres lo peor que hay en este mundo, eres lo más horrible que se ha cruzado en mi vida, las personas como tú no deberían existir, hay que eliminarlas y yo me encargaré de hacerlo contigo, cruzaste todos los límites que hay, voy a echarte de este país y me encargaré que jamás vuelvas a regresar. Te juro que me las vas a pagar.

-Tus amenazas no te hacen hombre, no te tengo miedo. –Miriam no podía pronunciar ninguna palabra debido a que estaba muy asustada.

Cuando miró que Gustavo tomo a Lía por ambos brazos y la empujo hacía la pared que dividía las dos habitaciones. Al momento que la chica llegó a la pared sonó un golpe muy fuerte. Lía se había golpeado la cabeza pues aquel hombre la había aventado con demasiada fuerza, la chica se quedó sin decir ninguna palabra, solo un dolor de cabeza llegó a ella y recordó a su madre con su sonrisa, en ese momento deseo estar junto a ellos.

Lía se ausentó por un momento, Miriam gritaba con desesperación –Lía, Lía... -Pero al parecer esa chica no reaccionaba, Gustavo veía la desesperación de su hermana quien gritaba con consternación. Una gran lágrima rodó por la mejilla de Lía, ella quería ver a su familia y su padre jamás hubiera dejado que ese hombre la tratará de esa forma.

En eso Lía sintió su cuerpo frío, cerro sus ojos, sintió su cuerpo sin fuerzas y desvanecerse, simplemente se desmayó.

Pero antes de que ella llegará al suelo Gustavo logro atraparla, la cara de Lía se había puesto demasiado pálida. El hombre la tomo entre sus brazos y se dirigió adentro de la habitación, con delicadeza la puso sobre la cama. Miriam se quedó atónita ante lo que sus ojos habían visto, su hermano no era capaz de ayudar a otros sin no tener alguna conveniencia de por medio. Además él solo había cargado a una sola mujer que no estaba ahí.

Estaba tan metida en sus pensamientos cuando Gustavo hablo. –Piensas quedarte ahí. –Dijo el hombre de manera grosera, Miriam despertó de sus pensamientos y corrió inmediatamente a donde se encontraba la Señora Fu.

Corrió lo más que pudo y se percató que el ama de llaves se encontraba en la cocina preparando el desayuno, se colocó frente a ella, tomo aire y dijo. –Señora Fu, por favor hablé un doctor, mi amiga Lía se ha puesto muy mal, por favor.

La mujer inmediatamente se fue a un directorio que estaba guardado en un cajón, busco un número y me marco con rapidez.

Miriam sentía una preocupación por su amiga, pues nunca se había topado con una situación similar a la que se encontraba.

La señora Fu la despertó de sus pensamientos. –Señorita Wu, el doctor Octavio Wan vendrá muy pronto.

La chica se quedó sin poderse mover, aquel nombre hacía que su corazón se acelerará a gran velocidad, sintió como sus manos empezaron a sudar por lo que acababa de escuchar.

-Señorita ¿Se encuentra bien? –Miriam miró a la mujer y sin responder subió las escaleras.

En sus pensamientos estaba ese hombre que estaba por llegar a ese lugar, nadie sabía que era el gran primer amor de esa chica, pues era un secreto muy bien guardado por ella. En eso los recuerdos invadieron la mente de Miriam donde solía ver en secreto a Octavio. Su corazón dolía pues sabía que jamás serían algo en la vida.

Cuando llegó arriba trató de controlar sus nervios, entró a la habitación de su hermano, pero lo primero que vio fue a su amiga tumbada en esa cama quien aún tenía los ojos cerrados, de ahí sus ojos se posaron en el hombre que se encontraba mirando a través de la ventana.

No habían pasado más de 10 minutos y el doctor Octavio Wan, ya se encontraba en la finca.

Octavio era alto, delgado, con sus ojos rasgados, su nariz perfilada, unas cejas uniformes, sus labios eran medianos y una piel blanca, él pertenecía a una de las familias más importantes del país, la familia Wan dirigía los hospitales más prestigiados de todo el país y el continente asiático. Tenía la misma edad de Gustavo, y eran grandes amigos de la infancia.

El hombre corrió hasta llegar a la habitación de Gustavo, corrió a gran velocidad pues creía que la chica que estaba mal era Miriam, cuando entró la mirada de Miriam y Octavio se cruzaron, ese instante la chica sintió una gran emoción de verlo después de tanto tiempo.

Miriam señalo a su amiga quien estaba en esa gran cama, Octavio rápidamente se acercó a la cama para poder apreciar a la chica que se encontraba ahí.

Unos minutos se dirigió a Miriam quien estaba preocupada –Ella está bien, solo ha tenido un choque emocional muy fuerte, posiblemente esté pasando por mucho y eso le está ocasionando estrés. Necesita controlar sus emociones para que se recupere pronto. Ahora ha caído en un sueño profundo cuando este más relajada despertará. –Esas palabras hicieron que se sintiera mejor, pero recordó el golpe que había dado.

-Pero hace unos momentos se golpeó muy fuerte. –Decía la chica con voz preocupante.

-No, eso hizo que se destabilizara emocional pues algo debido haber recordado, pero tranquila no hay nada de que preocuparse.

En eso Miriam recordó todo lo que su amiga estaba pasando emocionalmente. –Octavio ¿Es probable que es porque extraña mucho a su familia? Ella es nueva en el país y eso ha hecho que lloré a diario.

-Probablemente sea eso, necesita controlar sus sentimientos y emociones porque si no dañará su salud no solo física si no su estabilidad emocional. Si ella no lo logra puede caer en un cuadro severo de depresión y tendrá que irse a su país. –Esas palabras hicieron que Miriam se llevará las manos a la cabeza, ella no quería que Lía se fuera.

Las últimas palabras llamaron la atención de Gustavo. Miró a su hermana y respondió. –No te preocupes ayudaré a tu amiga a regresar a su país.

Miriam sintió rabia y gritó con furia. –Ni te atrevas Gustavo Wu, porque si no te dejaré de hablar por toda mi vida. –Antes esas palabras ese hombre sonrió sarcásticamente.

Octavio le receto algunos medicamentos para que Lía controlara la ansiedad. Después los dos hombres salieron de la habitación dejando a las chicas solas.

Gustavo se sentó en la sala de estar, encendió un cigarrillo y se lo llevó a la boca de inmediato.

-Ella estará bien, el medicamento que le he mandado ayudará a que se tranquilice. –Dijo Octavio.

Gustavo quien dio una bocanada de humo lo miró. –Sabes perfectamente que esa mujer no tiene nada que ver conmigo.

-Amigo, lo sé. Lamento mucho lo que hizo... –Un golpe detuvo Octavio de lo que estaba diciendo. Gustavo se levantó enfurecido y dijo. –Solo no lo digas. – y salió de la sala de estar.

Octavio solo miró como ese hombre se alejaba, sentía mucha pena por él.

Martín se llevó a Gustavo a un hotel para que se arreglara, debido a que su habitación se encontraba invadida por aquella chica.

Unas cuantas horas después Lía abrió los ojos, estaba confundida en eso recordó lo que había pasado y se levantó bruscamente. Miriam quien estaba sentada en el sofá miro a su amiga y con una sonrisa en sus labios se acercó y hablo. -¿Lía cómo te sientes? ¿Ya estas mejor? ¿Te llevo al hospital?

-No es necesario ya me siento mejor, solo quiero irme a de aquí.

-Está bien. –Miriam se acercó para ayudarla a levantar. Se fueron a la otra habitación, se arreglaron y unas cuantas horas más salieron de la finca rumbo a su Ciudad.

Martín que iba en el asiento delantero del Lamborghini negro, miró a su jefe y dijo. –Señor Wu, la Señorita Wu y su amiga vienen de regreso a la Ciudad. –Gustavo quien iba revisando unos documentos no respondió a lo que había escuchado.

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