Capítulo 4. Dime.

Lía llegaba a casa de los abuelos y después de bajar el auto se dirigió al restaurante, sus abuelos estaban felices. Ella les contó como le había ido en aquel lugar y de la amabilidad de Sandra.

Los abuelos se sentían muy felices que su nieta estuviera más tranquila, aunque ellos sabían que ella lloraba a escondidas y eso les ponía muy triste.

Como todas las noches ella los ayudaba a limpiar y acomodar el lugar, después de llegar a casa, hablaba con sus padres quien a pesar de la diferencia de horarios siempre hablaban con ella.

Ella había ido creando su rutina poco a poco.

Miriam a la mañana siguiente se había levantado con toda la actitud. Cómo siempre esperaba a Lía con una café.

Lía se estaba acostumbrando a su café. Ella para compensar le llevaba un desayuno que preparaba su abuela.

Las chicas estuvieron en la universidad por mucho tiempo, era hora de regresar a casa, cuando Miriam se dirigió a Lía. -Me gustaría llevarte a tu casa.

Lía la miró asombra pero se negó.

Miriam no desistió y dijo. -Ya tú conoces mi casa, ahora déjame conocer la tuya.- Después de insistir un buen rato, Lía acepto.

Las chicas se pusieron en marcha.

Iban por el centro de la ciudad cuando aquel hermoso edificio tomo la atención de Lía, Miriam solo la observó pero no pronunció ninguna palabra, no le diría que aquel lugar pertenecía a su familia.

Después de un tiempo llegaron a la casa de los abuelos de Lía. Las chicas entraron a la casa, Miriam miró el lugar, no era grande pero sin duda se veía muy acogedor y familiar.

Por un momento sintió un sentimiento muy dentro de ella. Lía dejo sus cosas y le dijo que fueran al restaurante de sus abuelos.

Las chicas caminaron la esquinas de la calle, era ahí donde se ubicaba.

Cuando entraron los dos abuelos dieron la bienvenida, pero al notar que era su nieta su cara cambio a una llena de felicidad.

Lía se acercó a ellos y los saludo.

Miriam veía aquellos anciano muy felices.

-Abuela Mei, abuelo Tao, les presento a mi amiga Miriam Wu.- Aquellas últimas palabras hicieron que el corazón se Miriam se sintiera conmovida.

-Mucho gusto señores Liu. Soy Miriam Wu.

Los abuelos la recibieron muy cálidamente, lo cual Miriam se sintió muy felíz.

Los abuelos invitaron a comer a Miriam, ella estaba muy felíz, ya había probado la comida que hacían, pero ahora estaba en aquel lugar acogedor. Miriam pudo observar como Lía ayudaba a sus abuelos muy felizmente, por un momento sintió que su familia no era así, ella solo tenía a su madre, ya que su padre y hermano no estaban nunca para ellas.

Era hora de marchar y Miriam después de estar un rato con los Liu iría de regreso a casa, pues su madre la esperaba.

Antes de despedirse de los ancianos, se acercó y dijo. -Sé que es la primera vez que nos vemos, pero quisiera pedirles que dejen salir a Lía conmigo este fin de semana, necesito ir a la ciudad P. y me gustaría que ella me acompañará.

Los ancianos se quedaron mirando, no sabía que responder. Por otra parte Lía se había asombrado ante lo que decía Miriam.

-Gracias por la invitación Miriam, pero necesito ayudar a mis abuelos.- Dijo Lía.

El abuelo Tao miró a la abuela Mei y antes de hablara dijo. -Estoy de acuerdo, nuestra Lía desde que llegó no ha salido y si puede ir.

La abuela Mei lo miro asombrado ya que ella no estaba de acuerdo.

Antes de que dijera algo más Miriam sonrió con mucha felicidad. -Ya vez Lía, prepárate. Gracias señores Liu. Los veo el fin de semana.

La chica salió del lugar con rumbo a su casa, sin duda iba muy feliz.

Lía aún estaba perpleja, el abuelo Tao dijo que era lo mejor, la abuela Mei no estaba de acuerdo pero ya no podía decir nada. Los papás de Lía se enteraron y le pidieron que se cuidara, ya habían pasado 2 meses de que ella había viajado a ese país y era bueno que saliera a conocer un poco más.

Llegó el esperado fin de semana, Lía tenía todo preparado para viajar, todo había sido demasiado rápido para ella.

Miriam por otro lado se despidió de su madre y salió rápidamente para recoger a su amiga.

Sandra miró a través de la ventana para ver cómo el auto donde iba su hija se alejaba de la mansión. Así que tomo el teléfono y marco un número.

Un hombre estaba sentado en su escritorio, tenía la cabeza reposando en el asiento cuando su teléfono sonó. Al mirar el identificador dudo en contestar, pero su madre sería insistente.

-Dime. -Dijo de manera cortante.

Sandra al escuchar a su hijo, sintió una punzada en su corazón, ese no era su niño, no había rastro de lo que había sido. -Gustavo necesito pedirte un favor.

-¿Cuál?

-Miriam ha ido con una amiga a la ciudad P. Sé que hoy irás por una cena de negocios, me gustaría que pudieras estar al pendiente de ella, ya sabes que viene el evento de la empresa.

-Madre lo siento, pero no soy niñera de Miriam, si sabes que está próximo el evento y la conoces, no la hubieras dejado ir.

-Gustavo es tu hermana, solo pido que...

-Madre, tengo cosas más importantes que atender.- El hombre colgó la llamada sin preámbulos.

Sandra le dolía con todo su ser todo lo que ocurría, y sus ojos se pusieron rojos, sabía que Miriam estaría bien, porque a pesar de su actitud Gustavo la protegería.

Las chicas llegaron a la ciudad P. Lía y Miriam habían llegado a la mansión de la familia Wu. Sin duda era igual de lujosa que la otra. Aunque a Lía realmente no le importaba, no evitaba asombrarse.

La señora Chani Fu era el ama de llaves, esperaba a las chicas desde que se le comunico que Miriam y una amiga irían de visita, pero no solo eso, Gustavo también se quedaría ahí.

Cuando vio que ambas chicas se dirigían a las escaleras saludo de manera cortes, se dirigió hacía Miriam -Señorita Wu, bienvenida es un gusto tenerla aquí, desean algo de comer o descansar. -Dijo la señora Fu muy amablemente.

Miriam sonrió y respondió. -No te preocupes por nosotras, iremos a la habitación y luego saldremos, solo haz de cuenta que no estamos aquí. -después de decir eso, tomo la mano de Lía y subieron juntas las escaleras, cuando estuvieron arriba únicamente se escuchó una puerta cerrarse. La señora Fu, solo se rio.

Como habían salido muy temprano, las chicas tenían sueño, descansaron un rato, después de reponerse del viaje decidieron emprender su aventura en aquella ciudad, se bañaron y vistieron para salir.

Lía se puso unos jeans de mezclilla, y una blusa de color rosa, que dejaba ver su cuerpo curvilínea, se puso unos zapatos bajos color de su blusa, se hizo una coleta alta y se maquillo de lo más natural, pintando sus labios de rosa. Sus rasgos sin duda eran de una latina, en medio de todos se veía como una turista más.

Miriam llevaba un vestido arriba de la rodilla de color verde, se maquillo discretamente, se puso unas zapatillas de 5 centímetros de alto y a diferencia de Lía se había dejado el cabello suelto. Ella sin duda era china.

Las chicas salieron rumbo al centro de la Ciudad, sin duda la vista era espectacular, Lía por un momento olvido su tristeza, Miriam observo la sonrisa de su amiga y se sintió muy complacida, pues todo lo estaba haciendo por ella.

Llegaron a un centro comercial que estaba al centro de la ciudad, el lugar era precioso, al entrar lo primero que vio es que es que las puertas tenían un logo que decía "Corporación Wu" en ese momento pensó. - ¿Pertenece a la familia de Miriam? -después de un momento se le olvido lo que había leído.

-¿Qué te parece si compramos algo? -dijo Miriam con una voz entusiasmada.

Lía dijo que no con un movimiento de cabeza. Miriam solo hizo un puchero.

Las chicas paseaban por el centro comercial. Cuando un hombre vestido muy elegantemente entro rodeado de unos cuantos guardaespaldas. Los empleados se acercaron en masa para saludar, Martín Lu era su asistente personal, era un hombre de unos 30 años aproximadamente, con rasgos de un chino común. Era quien conocía a Gustavo pues siempre estaba junto a él.

El hombre se dirigía a ver al gerente, pues aprovecharía para solucionar algunas cosas en el centro comercial de aquella ciudad. Su asistente se acercó a Gustavo y dijo. -Señor Wu, la Señorita Wu se encuentra dentro del Centro Comercial. - el hombre solo contestó. -Solo vigílenla que no se meta en problemas.

Martín antes de llegar había puesto hombres a vigilar a las chicas, por órdenes de Gustavo.

Horas después las chicas ya habían paseado por unos cuantos lugares, cuando Miriam sintió un poco de hambre.

-¿Qué te parece si comemos algo? -dijo Miriam ansiosa con mucha hambre.

-Pues vámonos a la finca, allá podemos hacer algo y comer.

-Lía, jamás he preparado algo, y si espero para llegar a la finca ya estaré muerta de hambre. -Lía solo sonrió, pues ella no tenía tanto dinero. -Además será un desperdició si nos vamos sin comer en alguno de estos restaurantes, y no te preocupes yo te invitaré, por forma de agradecerte que me haz acompañado. - Miriam dijo con alevosía y ventaja.

Sin más remedio subieron al auto y se fueron a comer un restaurante que se veía muy elegante.

Las chicas al bajar llamaron mucho la atención, el gerente se acercó de inmediato pues una de ellas vestía muy elegantemente. Miriam sonrió, saco su tarjeta personal. Cuando el hombre leyó de quien se trataba rápidamente las llevó a una de las habitaciones VIP del lugar.

Lía noto el trato que le dieron a Miriam. Sin duda ella provenía de alguna familia muy importante. Antes de sentarse se acercó a la ventana, como era la penúltima planta de aquel edificio se podían apreciar las luces de la ciudad, pues ya era de noche. Sintió un pequeño dolor en su corazón, cuanto le hubiera gustado disfrutar de esa vista junto con su familia.

Miriam la miró con un pequeño dolor en su corazón, -Siéntate, ordena lo que quieras. -dijo la chica con tal de evitar la tristeza de su amiga.

Lía obedeció miró la carta, puso su cara de asombro, sin duda ese lugar era extremadamente caro. -En serio vas a gastar tanto. -Miriam sonrió y guiño un ojo, y le hizo un gesto de silencio, para que no dijera nada.

Las chicas ordenaron la comida, mientras la esperaban platicaban sobre cómo se la estaban pasando, Lía le platicaba como se había sentido, mientras que Miriam escuchaba con atención a su amiga. Momentos después la comida llegó, se dispusieron a disfrutar de su rica cena.

Cuando terminaron de comer, Miriam pidió que retiraran los platos, en eso ordeno que le trajeran dos botellas del mejor vino, Lía se quedó extrañada ante esa petición.

-Sabes Lía, dicen que el alcohol curan las penas, deberíamos intentarlo ¿No crees?

-Miriam creo que no es buena idea, deberíamos de regresar a la finca. -La preocupación de la chica era evidente, pues nunca había tomado en su vida.

La chica se levantó de su lugar, se acercó a donde su amiga y dijo. -Sabes Lía, quiero olvidar todo lo que pasa en mi vida. -Lía miro extrañada a Miriam, no entendía sus palabras. La chica volvió hablar. -La gente cree que tengo la vida perfecta, pero no es así, tengo un padre que veo 3 veces al año y eso que únicamente en eventos, mi hermano se ha vuelto un completo idiota y es más agrio que un limón, la única persona por la cual no me escapo es mi madre, y aunque me escapara me atraparían. -La chica sonrió amargamente.

Lía suspiro, quizás no estaría mal beber por un día, aquella chica la había llevado ahí para que olvidara un poco su tristeza. -Está bien, hagámoslo. - después de decir eso, el vino fue servido.

Cuando probo el vino sintió correr algo amargo y dulce a la vez por su garganta, era una nueva sensación para ella. Mientras bebían sonreían platicaban de todo y a la vez de nada, sin duda el alcohol estaba haciendo su efecto. Se terminó la primera botella, Lía ya se sentía un poco mareada, era la primera vez que tomaba y estaba abusando de aquella bebida embriagante.

Empezaron la segunda botella de aquel vino, Lía sintió una necesidad de ir al baño, se levantó de su lugar con un poco de dificultad, Miriam se encontraba un poco más sobria se reía de su amiga.

La chica salió de la habitación, sentía como todo le daba vuelta, su cuerpo estaba caliente eran los efectos del alcohol. Cuando llegó al baño se dispuso hacer sus necesidades, cuando termino se lavó las manos. Salió del ahí, caminaba con demasiada dificultad que se tenía que apoyar de la pared para no caer.

Retomó su camino, pero no podía mantenerse en pie, se dirigía a la habitación cuando choco con un joven, era tanta la embriagues que tenía que estaba por caer el suelo, ella por inercia lo tomo por el cuello, él por inconscientemente evito que la chica se estrellará contra el suelo, pues al momento del impacto la tomo por la cintura, sus miradas se cruzaron, al instante miró su belleza, sin duda esa mujer que emanaba un olor a alcohol era hermosa, la chica sin decir nada se soltó de él, y proseguía su destino.

Aquel hombre se sentía molesto por una extraña razón, sin duda esa chica se veía que no era de ese país, pero para ser extranjera era muy grosera. Antes de que se alejara más, el tomo su brazo, la mujer se sintió molesta, pues debido a su borrachera no procesaba lo que ocurría, hizo un gesto de molestia, el hombre gritó. -Acaso no te han enseñado modales. -la chica al escuchar lo que le acaban de decir, se sintió muy molesta, y en su idioma natal respondió. -¿Modales? Sí, si tengo modales, pero no con cualquiera, idiota. -Después de decir eso forcejeo para zafarse de ese hombre.

Él sin duda no entendió lo que esa chica extranjera dijo, pero el tono en que lo había dicho no sonaba muy agradable. Luego en su plena embriagues recordó que no estaba en México. En el mismo idioma de ese hombre habló. -Señor gracias por ayudarme, suélteme por favor. - pero no la soltó, Lía se sintió aún más molesta, miro hacía el suelo, noto que aquel hombre llevaba unos zapatos marrón de cuero, sin pensarlo le piso el pie. El hombre la soltó por el dolor ocasionado.

Ella corrió con dificultad con la poca sobriedad que le quedaba a donde se encontraba Miriam, el hombre vio su silueta alejarse de ahí, se quedó pensativo, cómo era posible que aquella mujer extranjera ebria le había hablado chino, pero sobretodo le había pisado los zapatos, en eso pensó que quizás era una alumna de intercambio, sintió rabia pues nunca se había topado con una mujer así en su vida, pero deseaba jamás volverla a encontrar.

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