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El constante chapoteo de los cuerpos sonando entre sí al mismo tiempo que las caderas de Pushkin intentaban alzarse sobre el hombre encima suyo, Lev no era una persona suave ni mucho menos amable a la hora de tener sexo, siempre buscaba la manera de hacer que su cuerpo quedara con el pecho pegado en el colchon mientras le sujetaba las caderas con fuerza, tanto que posiblemente le quedarán algunas marcas violaceas con forma de manos. Habían comenzado desde hacía tiempo, inclusive desde antes de que Damien apareciera y facilitara las cosas para Pushkin.
Siempre quiso tener el control por una vez en la vida y cuando Lev le notificó que podía dárselo; se alegró sin dudar, no era el mejor plan del mundo pero sabía que encontraría la manera de que todo saliera en beneficio. Lev tenía todo tan planeado que solo bastó hablar de manera seductora en el oído del pelinegro para poder hacer a su antojo todo lo que quisiese.
No le temía, era verdad que Lev debía mostrar respeto hacia su persona pero, en el fondo odiaba tener que portarse de manera correcta delante de los otros, solo para mantener las apariencias. Lev jamás se imaginó que podía siquiera meterse entre las piernas de Damien y Pushkin sin problemas, solo tenía que dar una orden y estos se encontrarían a sus pies, para, sí él lo pidiera, chuparles el pene. Pero en ese momento debía enfocarse en lo que tenia delante, tenia que complacer al secretario; no consideraba a Pushkin feo, sabia de antemano que a comparacion con Damien, este tenia un cuerpo mas tonificado e incluso mas marcado por heridas del pasado, a diferencia de Damien, que su piel blanquecina perfecta al toque de sus manos, aunque aun recordaba la fea marca que Anton le propino en el abdomen, pero podían mejorarlo, una vez que Lev tomara el control de los otros dos, podia reclamar al idiota de Damien sin problemas y remarcarlo como su legítimo dueño.
Sujeto con mas fuerza las caderas ajenas para impedir que se moviera del lugar, cerro los ojos y recordó como fue tener al mas joven encima suyo, en ese momento Lev quería bajarle los pantalones y meterle el pene hasta el fondo, pero Pushkin se había entrometido, como si supiera lo que estaban haciendo y se hubiera metido para impedir lo inevitable, era una lastima que Damien estuviera en gestación, pero, según el poco conocimiento que poseía en los embarazos, no era tan riesgoso tener sexo y si lo fuera, bueno, tampoco tenia problemas con joderse el cuerpo del mas joven mientras le rogaba no lastimarlo.
Invirtió las posiciones, ahora el pelinegro se encontraba encima suyo, trato de concentrarse para imaginar el cuerpo del otro chico y pronto, la imagen de una criatura de cabellos blanquecinos, casi albinos, se mostró, labios rojizos por los besos fuertes que le da al punto de hacerlo sangrar, pezones mordidos logrando sacar quejidos fuertes del chico, recordó una vez cuando Damien le golpeó por morderlo con brusquedad.
“Aaaaaaaaaaah…idiota”
Fue instantáneo, como un reflejo nauseoso sujeto su cabello jalando a la par, separando los caminos del más grande de su pecho, específicamente de su pezón izquierdo, lo miró por un segundo, el entrecejo molesto de Lev era evidente, no le reclamo por la acción, en cambio dejó que Damien jalara con más fuerza mientras ambos se observaban directamente, Damien jadeo, las manos de Lev ahora en sus caderas, fácilmente cargo el cuerpo ajeno para colocarlo encima suyo. Su mano seguía en el cabello ajeno que al recibir el movimiento brusco se aferró con más fuerza para no perder el equilibrio.
“Quieres tener el control zorrita, bien, dominame, inténtalo.”
“No sé qué hacer…”
Desde su nueva posición podía ver perfectamente el rostro contrario, Lev sonreía.
El recuerdo de esa noche nublo su juicio y no supo el momento en que Pushkin había terminado, dejándolo de lado sin siquiera lograr llegar al climax; molestó se levantó de la cama de hotel, necesitaba sacarse el aroma barato que esas sábanas le brindaban, si queria que su plan con Damien funcionará, necesitaba hacer méritos.
Y eso en parte era ganarse la confianza del niño.
Y tal vez, si Damien cooperará y se portará bien, tomaría como suyo a su pequeño bastardo.
Dio una última mirada al cuerpo acostado del otro, parecía no importarle que se largaba, solo observaba atento su teléfono, la cicatriz delgada que cubría parte de su ojo le brindo atención y con clara molestia le dijo.
"Mi guardia encontró a Damien, quiero que vayas por él."
"¿Dónde?"
"Está en casa de Anton."
Definitivamente Lev tenía que adiestrar a su pequeña zorrita.
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