No quería seguir hablando, le incomodaba la idea de que aquel sujeto supiera información que ni sus padres sabían.
Tal vez se burlaría de él o incluso lo usaría de la misma forma que Antón. Se aprovecharía solo porque era pequeño, porque no tenía nada de valor ni poder, porque simplemente el podía dar órdenes mientras que el debía acatarlas; los sentimientos se atoraron en su garganta, no se dió cuenta de que se encontraba llorando hasta que Pushkin le ofreció un pañuelo de tela, negro y muy suave de bordes dorados con pequeñitos detalles rojos.
— ...gracias...— quería sonar como alguien sin problemas, pero con cada minuto que pasaba se hundía mucho más en un lodazal espeso que le impedía respirar — cuando estuvimos solos él... él me pidió...
— Está bien así, no tienes que decirme más Damien. Seré sincero contigo, no puedo hacer nada con respecto al asunto de tú bebé.
Abundantes lágrimas volvieron a cubrir su cara, se inclino sobre su cuerpo y sujeto su cara, había sido una perdida de tiempo, sollozo con gemidos ahogados, quería morirse por ser tan ingenuo y estúpido.
— Pero hay algo que si puedo hacer...— no le prestó atención, pero siguió hablando — hay una forma de evitar que te molesten más, aunque en realidad podría ser muy apresurado pero estoy dispuesto a ayudarte. ¿Te gustaría trabajar para mí?
Aquello le sorprendió de sobremanera, levantó el rostro lleno de mocos y lágrimas, no sabía cómo lucia ante ese hombre, con la cara roja de tanto lloriqueo le miro, no directamente pero si invitandolo a seguir hablando.
— Si trabajas conmigo te aseguro que nadie te molestará más y si lo hacen, te aseguro que responderán ante mí. ¿Tenemos un trato?
No pudo descifrar la sonrisa que le dió, no parecía burlón o presuntuoso, solo un gesto amable que le invitaba a acceder, pero si algo había aprendido en esos últimos meses era en no confiar mucho y juzgar más.
— Qué quiere...
— No entiendo.
— Que es lo que me va a pedir a cambio, sea sincero, seguramente es igual a ellos y lo único que le importa es usarme o solo quiere revolcarse conmigo, porque mejor no nos solucionamos tantos problemas y me arranca esto — sus palabras salían con más fuerza conforme las pronunciaba, ya estaba cansado, tan jodido de esa situación — o porque no me mata de una vez y se consigue a alguien más, alguien más feo que no cause atracción en nadie para que no termine en la misma situación humillante y no se tenga que vender como un samaritano que desea ayudarme...tan asqueroso...
Se levantó del asiento sin importarle los modales le grito con rabia.
— ¡Jodase, jodase usted y jodanse los otros cuatro!
Necesitaba salir de aquel lugar y con dirección a la salida se fue sin despedirse mientras azotaba la puerta de esa oficina; quería meterse a la ducha, comer y dormir mil noches sin la preocupación constante de lo que crecía en su vientre.
Por otro lado, Pushkin siguió en la misma posición, le había insultado y no supo reaccionar ante las palabras del chico.
— Interesante...
...ΩΩΩΩΩΩΩΩΩΩΩΩΩΩΩΩ...
Salió con prisas y comenzó a caminar hasta su casa, el trayecto era largo pero ya estaba acostumbrado a caminar largas distancias.
"Soy un tonto por pensar que me iba a ayudar sin pedir nada a cambio..."
Cruzo por los callejones que daban directo a su casa, no eran las mejores rutas y posiblemente si fuera un civil normal sería asaltado o asesinado pero aún conservaba la placa que su padre le dió, era sencilla, tenía impreso las letras de la organización a la que trabajaba y su nombre, era la inmunidad y su pase seguro en esos callejones. Dió con el callejón que daba hasta su casa, recordó la noche anterior dónde Iván le perseguía, armado y amenazándolo con matarlo, no entendía su molestia por el asunto, hasta donde él sabía a la policía no debía importarle ni perjudicarle un asunto íntimo de la mafia o de su vida sexual. Se detuvo delante del negocio, las luces estaban prendidas y había gente dentro, eran personas comunes que podían disfrutar su vida sin el miedo a ser perseguidos, sentía un poco de envidia; dentro del lugar su madre se encontraba atendiendo las mesas, su padre no estaba, probablemente se encontraba dejando algún pedido, saludo a su madre fingiendo que todo se encontraba bien y fue directo a su habitación.
Se quedó de pie sin saber que hacer, apretó los puños con molestia y sintió el pañuelo que Pushkin le ofreció, había olvidado devolverlo y se reprendió por haberse comportado tan agresivo con un superior, le había insultado pero no quería darse el lujo de volver a caer en las mentiras de otro hombre más.
...ΩΩΩΩΩΩΩΩΩΩΩΩΩΩΩΩ...
Habían pasado seis días desde la última vez que había visto a Pushkin y los demás y si era sincero, no deseaba saber nada. Su padre iba y venía constantemente con encargos, su madre se encargaba del negocio mientras que el atendía la caja; el negocio no permitía tener muchos empleados, algunos meseros y gente que se encargaba de la cocina, máximo llegaban a seis personas. Su padre le había dicho que no podían simplemente arreglar las cosas de forma rápida, que era mejor darles tiempo y eso era lo que intentaba hacer, no tenía idea de lo ocurrido la noche pasada.
Estaba a punto de cambiar turno con Irina, cuando se dió cuenta de que un hombre entro a la tienda, no le vio bien, pensó que tomaría una mesa pero se dirigió directo a la caja.
— Que desea ordenar... — levantó la cara para ver al cliente y Pushkin se encontraba delante suyo, lucía exactamente igual que ese día, traje negro y lentes oscuros que impedían verle el rostro — qué quiere.
Recordó lo sucedido en la oficina y se sintió avergonzado pero no quitaba el hecho de que aquel sujeto podía ser como los demás.
— Eres muy directo. — sonrió de lado mientras metía sus manos en los bolsillos de su pantalón. — Me das un café cargado sin azúcar por favor y si no es molestia, hablemos.
Damien torció los labios con evidente molestia, preparo el café y etiqueto la orden para entregársela, le pidió a Irina que tomara su lugar mientras él charlaba con el hombre de traje negro. Tomaron la mesa que tenía un ventanal que daba al callejon.
— De que quieres hablar.
— Si sabes que soy tú superior. — Damien se recargo en el asiento mientras suspiraba, ese día estaba ligeramente irritado lo cual lo ponía sensible a la hora de hablar. — Quería preguntarte si ya pensaste mi propuesta.
Por supuesto que lo había pensado, esa noche se desvelo con mucho en la cabeza hasta dar las tantas de la madrugada pero seguía sin comprender en su totalidad el motivo por el cual aquel hombre le dijo aquello.
— Si lo que espera es acostarse conmigo la respuesta es...
— Que me joda. — Pushkin sonrió con gracia ladeando su cabeza. — No es de mi interés meterme contigo.
— Y porque razón o motivo me ayudaría.
— Tú padre era el subordinado de mi padre y le salvó la vida hace mucho, es una historia bastante larga y con mucho sentimentalismo, pero es una deuda familiar. Contento.
— Y porque no lo mencionaste ese día, oh dios, si mi padre se entera que te jodí se molestará tanto...no le dirás a mi padre o si...
— Como dije, no quiero perjudicarte.
— Y exactamente que es lo que haría, ya sabes, que haría si trabajara para tí.
Le miro con insistencia. Pushkin se dió cuenta de que Damien abrazaba su vientre.
— Trabajarás cómo mi asistente y archivarías algunas cosas por mí, es sencillo y no te preocupes por la pagá.
— Y sobre lo otro, sobre esto. — Movió la cabeza señalando el negocio para finalmente señalar su vientre. — Y esto.
— ¿Quieres tenerlo? — dió un sorbo a su café.
— No puedo deshacerme de esto, quisiera, pero no tengo tanto valor y tampoco quiero meterme en más mierda; además, si ellos lo quieren lo puedo tener y dárselos para que se peleen por ello y que a mí me dejen de lado...
— Si trabajas para mí, no tendrás porque preocuparte por lo que te puedan hacer, estarás protegido y el negocio puede ser atendido por tú padre sin problemas.
— Y que pasará el día que mi padre ya no pueda hacerse cargo del "negocio". — hizo comillas cuando dijo negocio, se suponía que el estaba en ese país para ayudar a su padre y ahora tendría otro trabajo para abandonar aquel sitio, un poco hipócrita, pensó.
— Si Ivanov decide jubilarse, puedo poner a alguien más en su posición, es una lastima claro, pero se puede hacer.
Siguió bebiendo de su café, Damien recargo la cabeza en el respaldo de la silla mientras miraba el techo, volvió a recostarse en la silla y metió la mano en la bolsa de su pantalón, saco el pañuelo negro que le había prestado y se lo extendió.
— Me disculpo por lo de la otra noche y gracias por prestarmelo, también gracias por el trabajo...y perdón por azotar su puerta...
— Te lo obsequió, ademas Damien, no concuerdo con algo que dijiste ese día.
— ¿En qué? — dijo muchas cosas que no recordaba, solo podía recordar que le había mencionado cosas privadas y que le insulto.
Pushkin se levantó con café en mano mientras que con la otra le daba una caricia en el cabello, le ofreció una sonrisa que no pudo entender.
— No eres feo Damien y lo que te paso no fue culpa tuya. Nos vemos mañana a las diez temprano.
Salió de la cafetería con tranquilidad, se quedó anonado por las palabras que le dió y simplemente tomo el pañuelo para volverlo a guardar.
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Comments
Alexa❣️
Al principio cuando me encontré la historia pensé: pues será una historia de alguien que se embaraza de un mafioso huye el mafioso se entera lo encuentra se lo lleva viven una historia de amor nace y se casan y claro drama intermedio secuestros bla bla bla pero... Eso si qué no me lo esperaba 🤭
Esta muy chida! 🥰
2024-04-02
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