Antón abrió la puerta con serenidad, sé sorprendió mucho cuando le tendió la mano para ayudarlo, estando abajo le dió un beso en la misma, sin quitarle la mirada, no tenía la menor idea de que podría estar pensando aquel hombre.
Ivan bufo molesto, Antón le caía mal.
— Vamos a dentro. — de nuevo el miedo le inundaba — No debes de tener miedo lindura, solo resolveremos unas dudas que a mí y a otros se nos presentaron.
Sin soltar su mano comenzaron a caminar, Iván abrió la puerta para tratar de demostrar respeto, un respeto muy bien actuado que hasta el mismo Damien pudo creerlo, pero sabía del odio profundo de su primo hacia aquellos hombres. En un principio pensó que al igual que él compartía ese sentimiento, no le generaba gusto ni placer ayudar a gente tan vil y asquerosa.
"Y ahora voy caminando con este hombre como si no fuera capaz de matarme."
Dentro de la clínica todo lucía normal, con cosas viejas, tenía el aspecto de lúgubre, era una habitación pequeña sin iluminar, una camilla sucia y aparatos viejos, se dió cuenta de que el canasto de basura tenía trapos y gasas manchadas, quiso retroceder, por instantes recordó las palabras de Iván.
"Yo estoy siendo amable, ellos no lo serán y en pocos minutos te aseguro que tendrás más manos encima que hebras en tú cabello."
— Antón, que hacemos aquí, quiero irme. — no dijo nada — solo dejaras que me maten...
— Solo veremos al doctor, no es nada grave lindura, digamos que es un chequeo, después iremos a hablar con tus padres. —
Guío su mano hacia el vientre ajeno, tenía una idea del significado de sus acciones, quería hablar con él, explicarle sus razones y el porque quería largarse del país.
— Antón, tenemos que hablar... — casi al instante alguien abrió una puerta oculta en la pared, era Boris.
Boris era diferente de Antón, mientras que el era un romántico, Boris era un sádico; le encantaba el sexo rudo y abusar de los estímulos corporales, siempre pensó que el motivo por el cual Boris se metía con él era porque le encantaba su cuerpo y sus zonas erógenas, no tenía la misma estatura que Antón, era una cabeza más alta que Damien, le ganaba por una cabeza, tenía la costumbre de usar ropa con estilo militar oscura, numerosos tatuajes adornaban su brazo izquierdo, tenía la costumbre de sujetar su cabello para mostrar las partes rapadas, a Damien le gustaba eso.
A pesar de la situación, Damien tenía un gusto por Boris, le parecía atractivo, sus ojos azules siempre le ponían alerta; era un sentimiento extraño saber que alguien con su profesión pudiera ponerle atención a alguien como él.
Se acercó a ambos y casi con molestia tomo a Damien, apartando al otro hombre.
— Siempre supe que eras un copión, te gusta todo lo que yo tengo... — la voz gruesa y ronca de Boris también era uno de los gustos culposos de Damien.
— Si tan solo le pusieras empeño a ejercitar tu cerebro de la misma forma que lo haces con tu cuerpo, serías capaz de tener una conversación decente, lastima que eres un perro...
Sin decir nada, Boris guío a Damien hacia las escaleras por dónde minutos atrás había salido, dentro de la puerta escondida se encontraban unas escaleras que guiaban a un sótano.
Dentro se encontraba la verdadera clínica, similar al negocio de su padre, una clínica clandestina que permitía la ayuda a negocios del bajo mundo. A diferencia de la fachada que era una sola habitación, el sótano era más grande, abarcaba casi tres veces el tamaño, lo único que separaba la zona "clínica" del recibidor era una cortina transparente; una mujer sentada en un escritorio los observó, con la mirada señaló una puerta.
"Quiero irme..."
Antón camino primero, abrió la puerta y cediendo el paso a Damien para después empujar a Boris; dentro se encontraban tres hombres, uno claramente era el doctor, su ropa lo destacaba, pantalones y camisa azul, ropa quirúrgica, pensó lo peor. Los otros hombres sentados eran los otros dos implicados en esa mierda.
Kliment y Lev.
Padre e hijo.
Kliment era el líder de un tercer grupo importante y Lev era su mano derecha, a pesar de tener lazos sanguíneos no sé trataban como tal; odiaba a Lev, era un cerdo asqueroso que solo lo manipuló para poder abusar de él. Lev era más alto que Boris pero más pequeño que Antón, era la fusión horrible de las peores cualidades que tenían, usaba la fuerza, era brusco y siempre le asustaba cuando debía entregar su trabajo, aprovechaba los descuidos de Damien para tocarlo y de los cuatro, era el que más visitaba la tienda para torturarlo.
Siempre les tubo odio, pero aceptaba las virtudes y cualidades que podían llegar a tener, Antón era un romántico que odiaba a los mentirosos e incompetentes, Boris era indiferente pero era jodidamente bueno y atento a la hora del sexo, se preocupaba por la gente aunque no lo mencionaba y Kliment era un hombre bueno, no justificaba su oficio pero siempre fue atento y amable, le llegó a ayudar en su trabajo siendo cortéz pero Lev, Lev era horrible.
Damien sabia lo que el cuerpo ajeno ocultaba, cubierto con cicatrices en la espalda, tan blancas como su piel, de cabellos negros, casi con ironía su cabello se encontraba más largo de la última vez que lo había visto, hacia un mes que se había ido a cerrar un trato en nombre de su padre; pero ahí estaba, viendolo con esos ojos claros como el humo, casi sin pigmentación; era idéntico al padre con la diferencia de canas que tenía en su barba y cabello, algunas arrugas plasmando su rostro.
Lev se levantó, llevaba pantalones negros junto con un suéter de lana que traía debajo de una gabardina oscura, no supo en qué momento Boris se había marchado de su lado, Antón no dijo nada.
— Me voy un mes y haces un escándalo para que regrese, que bestia más insaciable... —
— No sabía que habías vuelto. —
"De haberlo sabido me hubiera largado del país..."
— Bien doctor, ya que todos estamos aquí, creo que sería prudente que comencémos. — la voz marcada de Kliment hablo, sentenciando desde ese momento el rumbo de su vida.
***¡Descarga NovelToon para disfrutar de una mejor experiencia de lectura!***
Comments