Hacía más de tres horas que el señor Kanhwald se había marchado, no volvieron a tocar el tema luego de su intento de querer convencerlo para quedarse juntos y de su rechazo; le platico sobre sus hijas y como ahora estudiaban en colegios privados, sobre el trabajo que hora ejercía y algunos postres que servían en la cafetería.
Si no fuera porque Damien conocía el verdadero trabajo de Kanhwald hubiese pasado desapercibido el que tendrían una bonita imagen ante la gente, un apareja peculiar que solo conversaban de cosas triviales.
Al día siguiente debía ir con el doctor para su siguiente chequeo.
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Cómo era habitual salió de la cafetería para irse en dirección con el doctor esperando encontrar a Boris en el callejón y que este le llevará, a la clínica de mala muerte que mes con mes visitaba, era una costumbre rara que empezaba a gustarle, se sentía a gusto con Boris.
El suéter de lana verde que traía ya no era suficiente para cubrir lo evidente de su vientre, los pantalones eran ceñidos e incómodos, por lo que vestía con licra holgada y zapatos de piso cómodos, no se sentía la persona más atractiva con esas ropas, pero era decente al menos para trabajar en la galería.
Al dar vuelta en el callejón no se encontró con la moto oscura sino un carro elegante. Por un instante pensó que sería su jefe y caminando con la mayor seguridad se aproximó al vehículo.
La puerta se abrió mientras una figura enorme descendencia de ella.
Sintió un escalofrío recorrer su espalda.
— Sube al auto.
La figura enorme de Antón le obligó inconscientemente a retroceder, no se dio cuenta hasta sintió la pared en su espalda. La poca luz de la mañana no ayudaba al aspecto del hombre, lucía amenazante con las ropas negras, el cabello largo le caía por los hombros; sonrió al darse cuenta de que el joven no estaba cómodo con la situación, se acercó y posando su diestra en la pared por encima de su cabeza se inclinó para susurrar en su oído.
— Dije que te subieras Damien.
— No puedo...debo ir...
— Yo te llevaré, así que sube al auto.
Tenía miedo. Sabía que si se negaba podía forzarlo con facilidad o incluso amenazarlo, la idea de correr a la cafetería era una opción, ya que era a la vuelta pero dudaba que su condición le ayudará a dar cinco pasos sin caerse y lastimarse.
Mira aún costado pensando en su plan pero se rindió con un suspiro cansado, Antón esperaba paciente su respuesta, noto un bulto por dentro de la gabardina, posiblemente era el arma que cargaba con orgullo, trago saliva con dureza.
Dio un paso al costado captando aún más la atención del hombre hasta que noto que se dirigía al carro oscuro, sonrió triunfante por ver qué le obedecía; abrió la puerta trasera esperando que se subiera para pronto copiar sus acciones.
...ΩΩΩΩΩΩΩΩΩΩΩΩΩΩΩΩ...
El camino hacia la clínica fue de lo más espectral a su gusto, era incómodo y frío, de forma inconsciente Damien metió las manos entre sus piernas buscando algo de calor. Antón no le había dirigido palabra alguna ni menos intentando tocarle o siquiera mirarle, eso le daba más miedo.
Necesitaba encontrar la forma de romper el hielo.
— Hacía mucho que no te veo...
— Eh estado algo ocupado con trabajo, pero supe que trabajas para el secretario.
— ¿Pushkin...? Si.
— No deberías confiar mucho en él, no es tan buena persona Damien, recuerda que al final del día también está en este mundo.
Era raro escuchar esas palabras proveniente de alguien como Antón, tan raro e indescifrable. En el fondo sabía que tenía razón, Pushkin era el jefe de aquellos tres, incluso de su padre, tenía autoridad, podía deshacerse de ellos con solo una llamada e incluso si no fuera por la amistad de su padre él también pudo terminar en un problema muchísimo más grave, pero no fue así.
Quería saber por qué todos tenían o dudaban de alguien como su jefe, sabía de su status pero no conocía la verdad de su trabajo; cuando quiso preguntarle más a Antón se dio cuenta de que no reconocía el camino por donde se dirigían, la clínica se encontraba en la parte sur de la ciudad, y ahora se encontraban en la zona centro.
— A dónde vamos...
— Oh, lindura, vamos con un doctor, creía que ya lo sabías.
— Está no es la dirección...
De alguna forma logro valor y enfrentó al hombre sentado lado suyo, Antón sonreía, sabía que no pondría resistencia y le seguiría, pero algo le obligaba a querer marcharse, aun si el carro seguía en movimiento el impulso de querer abrir la puerta y saltar era palpable.
— Si Boris se entera de que fui a otro lado pensará mal y podría decirle a mis padres o a Pushkin.
— Sé las consecuencias lindura, pero en esta ocasión vamos a algo más importante que un chequeo de rutina.
— A que te refieres...
— Creo que ya es momento de saber quién es el padre.
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Comments
yeimy ferrer
necesito mas capitulos por favor
2023-09-05
0
Valeska Cortes
Se quedo en la mejor parte. Espero con ansias el siguiente capitulo
2023-08-24
0
Key
Más capítulos porfa 🙏
2023-08-03
0