Menos de cinco minutos habían pasado cuando su padre le instó a quedarse en el mismo lugar, los otros cuatro hombres ya se habían marchado.
No insistieron más en el tema, su padre seguía en la misma posición, sentado y pensativo, tratando de analizar las palabras y el porque de toda esa situación, al cabo de unos segundos, llegó su madre, traía puesto un delantal azul claro, le tomo de las manos para pedirle que se sentará y hablarán los tres del tema.
— Estamos solos así que sin penas ni trabas, habla. — tenía las manos entrelazadas mientras sus codos se recargaban en el escritorio, le veía directamente.
— Fedya, no puedes ser tan directo, Damien, que ocurrió.
Sentía la boca y la garganta seca, podía sentir como la sangre se le subía a la cabeza provocando dolores leves, le daría una migraña en cuestión de segundos y apenas iniciaba el día. Inhaló para tomar fuerzas.
— Tendré un hijo y no se de quién es...— como brisa su voz salió pero no fue difícil entender a qué se refería. Su madre solo observó a su padre, tal vez en el fondo la idea de ser abuela no le disgustaba.
— Imagino que estuviste con los cuatro, sino no lograría entender porque estaban aquí reunidos. ¿Me equivoco?
Nego.
— ¿Cuánto tiempo? — con delicadeza sintió el apretón de la mano de su madre y le sonrió.
— Dos meses, aproximadamente.
— Y no te das una idea de quién puede ser el padre.
Intento hacer memoria, no negaría que se había involucrado con Boris más de una vez pero según los cálculos inexactos que le había saltado la prueba, tenía dos meses y en ese lapso de tiempo solo le venía a la mente Antón y Kliment. Se suponía que Lev no estaba en el país por aquellos días.
— Creo que Antón o Kahnwald.
— Hijo o padre. — el color de su cara le daba respuesta. — Entiendo.
— Ahora que haremos. No podemos forzarlo a trabajos pesados, puede ser perjudicial.
— Por ahora lo dejaremos así, si dejamos de lado a Boris el problema se reduce, pero cuando llegue el momento, tendré que arreglarlo con los otros dos, estás seguro que Lev no tiene nada que ver.
— No, bueno no en ese momento...no quiero casarme...no con ellos...
— Y no lo harás.
La sorpresa en su madre y él era mucha, hacía años que su padre comprometería a Fedor, su hermano mayor, con Katya, la hija menor de Kliment, un sueño que jamás pudo cumplir pero que podría hacer realidad si aceptaba la oferta que se le había impuesto y ahora se estaba negando.
— Si te casas con alguno de ellos, el gobierno podrá verlo como una alianza que pueda perjudicar, pensarán que nosotros estamos en contra del sistema y estaremos muertos; además de ellos, quien sabe de esto.
— Iván y probablemente algunos de los que trabajan para él y el doctor.
— Bien, se mantendrá en secreto, yo me haré cargo de las entregas mientras que tú ayudarás aquí en la tienda, tú madre se encargará de cuidarte.
Estuvo pensando demasiado, desde que recibió la noticia sabía que esto solo le generaría problemas y pensó que tal vez podía usar una vía alternativa, pero era difícil e ilegal.
— Pensé que tal vez podría deshacerme de él y hacer como si nada hubiera pasado...
La sorpresa y silencio eran una respuesta que había previsto; era inhumano e inclusive injusto, pero era algo que podía evitar un problema mucho más grande, recordó aquellas palabras de los labios de Lev, si esa criatura sería el detonante de muchos conflictos, no solo para Boris y Antón, sino también con su familia y parte del gobierno se vería involucrado, demasiados problemas provenientes de una cosita que apenas si tenia el tamaño de su mano.
"Porque no eliminar el problema de raíz"
Lo había pensado y lo había intentado.
Quiso hacerlo con un pomo de pastillas, provocar una sobredosis que le obligará a caer en el hospital, tener un lavado de estómago y cuando despertara decir que el padre de su hijo no nacido era alguien más, que no tenía idea de su estado y solo quería morir, fácil y sencillo pero muy cruel que hasta él se sentía mal por pensar en acciones tan poco ortodoxas.
No estaba en contra de ninguna ideología pero le provoca malestar saber que probablemente el padre podía ser alguien más, tal vez algún chico de su instituto o de su antigua vida, alguien con una vida tranquila y de familia amable y honrada; cuando supo que solo tenía dos meses, dos pequeñitos y tristes meses, supo que no podría ser de algún antiguo conocido, sino de alguno de los hombres que le aterraban la vida, que constantemente estaban detrás suyo para tenerle bajo control.
Su padre lo miraba expectante mientras que su madre le veía horrorizada, jamás pensó que alguno de sus hijos negara algo tan bonito como la oportunidad de ser padre; sin embargo no dijo nada, era la decisión de su hijo al final del día.
— No puedes, ellos lo saben y no permitirán que lo hagas, podríamos hacerlo y decir que fue un accidente pero ellos sabrían que no lo es...además, Kliment no dejará de insistir, siempre fue muy paternal en esas cosas y Antón, no sé cómo reaccione.
— No pueden hacer nada, se supone que no pueden dañar al mensajero, son las reglas, tú mismo me las dijiste cuando llegue.
Las reglas eran simples.
...• No hay tratos especiales....
...• El mensajero no puede ser herido, de lo contrario el gobierno, la policía y mafias ajenas se verán obligadas a resolver el problema....
...• Todo paquete debe ser entregado en forma....
...•El mensajero debe portar una insignia para ser reconocido....
Era una lista más larga pero esos eran los puntos más importantes que Damien debía aprenderse, eran su protección y la de su familiar.
Se suponía que el negocio era una táctica del gobierno para hacer funcionar el sistema corrupto y evitar las constantes masacres; con una persona que funcionará como intermedio y pudiera ayudar sin ser tocado y herido. La familia Ivanov protegía a los corruptos y el gobierno protegía a los Ivanov.
Y casi por obra del señor, su madre dijo algo que podía sacarlos de ese apuro.
— Podemos decir que es de alguien más... — padre e hijo se miraron para al final ver a la mujer. — Nos dará tiempo de solucionar el problema...
— Harán una prueba de ADN...
— Bien, hablaré con el secretario de Pushkin para que me dé una cita y hablar del tema, tal vez ellos lo puedan solucionar sin tener que matarnos.
Pushkin era el jefe de su padre y estaba por encima de todos.
Si el decidía cambiar algo, se hacía.
...ΩΩΩΩΩΩΩΩΩΩΩΩΩΩΩΩ...
Jamás lo conoció ni mucho menos había tenido interacción con él, pero sus hermanos lo describían cómo alguien de temer.
"Si tan solo lo vieras Dami, es un sanguinario, hasta Lev le tiene respeto."
Sus hermanos siempre quisieron alejarlo de todo ese mundo, por eso le habían sugerido estudiar fuera, aún si a Fedya le pasaba algo, su otro hermano se haría cargo de todo, era un juego de azar dónde las posibilidades de que él tomara el cargo eran casi nulas pero aquí estaban, esperando a una persona importante para que les diera una solución.
Se encontraban en una galería de arte, estaba cerrada y las únicas personas ademas de su padre y él eran el vigilante; las pinturas del lugar eran tan apagadas, retratos y paisajes de colores fríos y pinceladas delicadas, su padre estaba sentado esperando a ser llamados mientras que él observaba las obras, no estaban firmadas y la poca luz del lugar no era de mucha ayuda, quería ver de cerca para apreciar cuando escucho detrás suyo la voz de alguien.
— Me gustaría saber tú opinión. — un hombre alto de cabellos oscuros cortos, pálido y de traje negro, traía las manos en los bolsillos, no podia distinguirse con exactitud su rostro ya que unos lentes negros le impedían verle — Siempre es bueno saber la opinión de los espectadores, así que, dime lo que opinas.
— Usted las hizo...
— Todo en esta galería fue hecho por mí.
— Ya veo, me gustan los colores y el paisajismo.
— Acompáñame — no entendió en su exactitud — atenderé a tu padre y tal vez, si nos queda tiempo, me gustaría conversar contigo, me llamo Pushkin.
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