XI.

Ya habia pasado un mes desde que comenzó a trabajar para Pushkin, no era tan pesado a decir verdad lo sentía más como un pasatiempo que un trabajo y siempre que podía admiraba las obras de su jefe; aprendió a manejar con las finanzas y el como debía anotar y guardar documentos importantes, le ayudaba a organizar libros con números y casi siempre acompañaba a Pushkin a reuniones como una especie de secretario que cargaba con papeles y carpetas. Jamás supo de los temas que sé trataban en aquellas reuniones y tampoco era de su total importancia.

Podía decir que se sentía tranquilo y feliz, todas las mañana Boris le llevaba al trabajo, decía que era un seguro más para que no le pasará nada y Pushkin lo encaminaba hasta el negocio de sus padres, ordenaba algo y después se marchaba.

Era bastante peculiar, siempre vestía igual y jamás se quitaba las gafas, conversaban de cosas sin sentido e irrelevantes cómo "te apetece el teatro o la danza" y Damien respondía "no me gusta ninguno" de esa forma Damien se daba cuenta de que ese tipo era alguien con gustos tan viejos que le hacía sentir estar en una comedia de los 20's. Su embarazo marchaba bien y ya no era posible ocultarlo, ahora tenía el vientre crecido, parecía que había subido de peso y se sentía feo por eso, detestaba que su apariencia solo pudiera esconderla bajo ropas holgadas y hasta el mismo Boris se sorprendió cuando lo vio esa mañana con una playera que era dos tallas más grande.

En ese momento ya debía marcharse a casa pero Pushkin no se encontraba y no quería irse solo, en todo ese mes se había acostumbrado a la presencia de ambos hombres, por más graciosa que fuera la situación, se sentía bien pasar tiempo con ambos, su padre también le comentaba que Kliment no menciono nunca más el tema del matrimonio y eso le gustaba, saber que ahora podía salir sin tantos problemas y que podía confiar en Boris para mantenerlo al tanto de ciertas cosas.

Le menciono que no debía preocuparse por los otros, Antón se encontraba fuera del país por órdenes altas y que Lev no estaba trabajando porque tenía otras cosas encima; no le importo, lo único que entendía era que podía estar tranquilo y solo preocuparse por lo que tenía dentro.

Salió de la galería para ver si su jefe ya estaba en camino pero en cambio noto un carro negro polarizado, se sintió incómodo hasta que la puerta del copiloto se abrió y pudo ver a Lev salir del carro y hacerle señas para que se acercará, dudo pero al final lo hizo, no entendía porque se encontraba ahí.

A diferencia de la última vez que lo vió, lucía diferente, se habia rapado la parte baja de la cabeza mientras que la parte alta seguía igual de larga hecha una trenza oscura; lo hacía ver más delgado. Se acercó lo suficiente como para correr en dirección al guardia y no ser alcanzado aunque en su estado dudaba que pudiera dar tres pasos sin que Lev le alcanzará; cuando lo tuvo cerca el sonrió.

— Entra al auto culo suave.

Hizo caso omiso al apodo y simplemente obedeció a la orden, rodeo el auto y dió un vistazo a la entrada de la galería rezando para que Pushkin apareciera y le sacará de esa situación, pero no consiguió nada.

— Vamos, entra ya.

— No hasta que me digas qué haces aquí...

— Tu noviecito me pidió que viniera por tí, ahora entra.

Lo pensó por unos segundos pero al final decidió entrar, cuando cerro la puerta escucho el click del seguro y se dió cuenta de que había caído en la trampa de ese lunático. Lev se encontraba recargado en el asiento del piloto, le miraba atentamente.

— No es mi novio, es mi jefe. Ahora. ¿Qué quieres?

— Pensaba que tenias la inteligencia de una oruga pero ahora me demuestras que eres igual de inteligente que un gato...gato listo, cada vez escalas más arriba.

— No se de que hablas, déjame salir.

— Hablemos gato.

— No me digas así. — miro hacia adelante buscando a su jefe pero la calle se encontraba llena de gente que entraba y salía de la galería, madres con hijos y personas con camaras y algunos artistas que iban buscando inspiración gracias a las obras de su jefe; pero él se encontraba atrapado con ese hombre. — ¿Por qué estás aquí?

— Solo quiero hablar, ya te lo dije. Me enteré que trabajas para el perro de Pushkin; me sorprendí por ello, porque es un tipo difícil de complacer y pensé que tal vez le ofreciste tu culo bonito para tenerlo a tus pies y luego me entero que ahora Boris te protege...eres una zorrita Damien.

— No le he dado el culo a nadie idiota...

— Sabías que la prostitución en Rusia es delito, no.

— Lo digo encerio, no me acosté con Pushkin y Boris simplemente me quiso ayudar, solo eso.

— Mmm...desde cuándo le caes bien a alguien zorrita, además de los penes claro.

— Me das asco, por dios, madura Lev. Mi padre le comento la situación y el quiso ayudar, es simple. — la molestia le subía por la garganta como bilis amarga que quemaba todo, se sentía estúpido por haber caído en su juego estúpido y ahora debía de buscar la forma de salir de esa situación — a parte, en qué te concierne, no eres el padre así que no te puedes meter en este asunto.

Los ojos claros casi sin pigmento de Lev le observaban sin emoción alguna, solo quería jugar con él y lo estaba consiguiendo.

— Ven aquí Damien. — palmeo sus piernas indicando que se sentará en su regazo, Damien dudo pero sabía que si no obedecía tardaría todo el día en largarse de ahí.

Con cuidado se paró en el asiento y trato de pasar por la división del carro colocando sus manos en el tablero y en el asiento de Lev, paso una pierna y cuando se acomodo para poder sentarse Lev aprovecho para poner sus manos en su culo.

— Veo que el bastardo ya está más grande — miro directo hacia su vientre y bufo por recordar lo que tenía dentro, la ropa holgada cumplía su función pero la posición en la que se encontraba marcaba su vientre. — Tendremos un cambio de planes zorrita.

— ¿Disculpa? — lo vio con extrañes y puso sus manos en el pecho ajeno, no entendía a qué se refería pero Lev quito sus manos y las dejo en su cintura.

— Le pagaré al doctor para que mienta y diga que el bastardo es de mi padre — la cara de Damien se torció con sorpresa y Lev simplemente continuo hablando — si mi padre se traga el cuento de que es suyo podré tomar su puesto.

— No lo creo, el señor Kliment no es tan sentimentalista...

— Se que lo hará, a estado buscando una excusa para retirarse y está es buena, así qué que mejor que cumplirle el sueño al viejo y así poder tenerlo todo.

— Y que te hace pensar que no le diré nada a Pushkin, que te hace creer que puedes hacer eso.

Ambos se vieron y Damien entendió que Lev ya esperaba esa respuesta, Lev sonrió y metió sus manos debajo de la playera holgada que traía puesta.

— Para eso estoy aquí zorrita, necesito de tú parte por si las cosas no salen como tenía en mente; le dirás a Pushkin que tú bastardo es el hijo de Kliment y él hablara con mi padre y tú padre por supuesto.

— Y que con eso, al final el que terminara jodido soy yo, me dijiste que te ayudará antes y me jodiste solo por capricho, que ganó yo con esto.

— Escuché por parte de Boris que no quieres al bastardo.

Sonrió con cinismo y Damien se sorprendió cuando Lev acomodo el asiento para que estuviera recostado, el seguía encima suyo.

— Habla con Pushkin y dile que le darás al bastardo a mi padre; si mi padre recibe la orden por parte de Pushkin obedecera y si tú y tus padres no dicen nada lo recibirá con gusto, así te libras del bastardo y yo consigo lo que quiero.

Sonaba tentador, era una buena forma de deshacerse del problema.

Pero había un detalle.

— Que vas a hacer si él decide que también me debo de quedar con el, ya sabes, tener al hijo y a mí.

— No creo, lo más probable es que te ofrezca un trato o te de dinero para que no hagas un escándalo, a mis hermanas no les gustará saber de tu existencia zorrita. Además de que podrías volver a trabajar para tú padre o podrías quedarte con el perro de Pushkin, eso ya es tu decisión. — se irguió y beso sus labios de forma casta — A cómo yo lo veo, es un buen trato.

— No, no es verdad.

— Te estoy dando la oportunidad de tu vida, si decides quedarte con la cosa esa terminaras siendo una madre soltera que le entrega el culo a otros para tener algo de comer y eso es muy bajo...

— No me refiero a eso idiota.

Había algo que ponía ansioso a Damien, la oferta era tan buena y que viniera por parte de alguien como Lev hacia que le tentara más, a como el lo veía, solo le quedaba un problema y ese era Antón.

— Antón no dejará que le quites algo que puede ser suyo, se lo había mencionado a Boris pero el se negó diciendo que no se metería en asuntos ajenos y que no quería problemas con Antón, aún si trabajo para Pushkin el sería capaz de seguir molestando y si se entera que tú y yo estamos en su contra me matará a mi y posiblemente intenté lo mismo contigo.

— No si lo matamos primero.

Busco la característica voz que hacía cuando mentía, o los gestos que indicaban burla y cinismo pero solo encontró seriedad, sus ojos le miraban directo y sus labios solo estaban marcados como una línea recta, no bromeaba y eso le hizo cosquillas en el vientre.

— Lo digo encerio, sin mi padre y Antón en el camino yo seré quien tenga la plaza más grande y quién sabe, tal vez hasta el próximo bastardo sea mío.

— Como se que no estás jugando conmigo otra vez...

Rodeo su cintura con ambos brazos y pudieron sentir el vientre ajeno, con una sonrisa simple Damien entendió que no le jodería, al menos no hasta acabar con lo que deseaba.

Matar a Antón beneficiaba a ambos y si Kliment se hacía cargo del "bastardo" entonces no tenía nada de que preocuparse y menos si era Lev el que se ensuciaría las manos, era simple y riesgoso pero quería hacerlo.

— Si matas a Antón, te ayudaré con lo que quieras.

— Eso quería oír, ahora, que te parece si jugamos un poco.

Odiaba a Lev tanto como odiaba a Antón pero se sentía extrañamente feliz y ansioso, así que acepto.

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