15.

—¿Tú mente? ¿Estoy dentro de ti?— Inquiere sorprendida.

—Si. No debiste tocarme Apryl.— Dijo con algo de tristeza en su voz, aunque su rostro mantenía la misma falta de expresión.

—Pero... creí que te pasaba algo malo.

Emory sonríe.

—Realmente eres una buena amiga.— Brama con cariño.— Pero no tenías que preocuparte por mi. Este es un proceso normal. Paso siempre por esto cada vez que muero. Dentro de varios días estaré como nueva.

Apryl frunce el ceño, confundida por las palabras de su amiga.

—¿Qué? ¿Morir?

—Al parecer la Parca no puede llevarse mi alma al no ser que ya sea demasiada anciana y no tenga fuerzas para mantenerme en pie. Ni yo misma se porqué. Solo sé que cada vez que muero en circunstancias provocadas o accidentales, vuelvo a la vida luego de unos días después de curarme.

—¿Pero creí que eras humana?

—Por supuesto que lo soy, aunque ligeramente diferente. Te dije que pertenecía a un antiguo linaje de cazadores de seres sobrenaturales, pero a veces para cazar a los monstruos, uno mismo tiene que volverse uno. Por eso es que puedo alcanzar tu velocidad sin problemas y resistir una carrera por mucho tiempo. También soy bastante fuerte físicamente y ágil, más que un humano común.

—Supongo que las dos somos únicas a nuestra propia forma.— Expresa Apryl con una leve sonrisa y Emory sonríe también, aunque su sonrisa no dura mucho cuando un poderoso ruido animal hace temblar el suelo como un terremoto.

—¿Qué fué eso?— Pregunta Apryl alarmada.

Emory traga en seco y responde.

—Una parte de mi que no quiero que veas.

La puerta del aula se abrió y de pronto Apryl se encontró en un lugar completamente diferente. Era una gran sala cuyo límite exacto no se veía entre las sombras y la oescuridad.

En el centro de toda la sala, una gran pared de barrotes de acero se alzaba frente a ella y a través de él en su interior no se veía absolutamente nada, excepto negrura y oscuridad.

—¿Qué es eso?— Preguntó Apryl.

—Una especie de manifestación mental.— Respondió Emory poniendo las manos en las caderas.— Ahí mantengo encerrado algo muy poderoso y también peligroso.

—¿Qué es?

Emory la miró triste.

—¿Estás segura de que quieres saber?

Puede que la forma en la que me ves cambie.

—No me importa. Eres mi mejor amiga. Tengo que saber.

Los labios de Emory se fundieron incómodos y luego de una pausa que parecía ser eterna, finalmente habló.

—Ahí dentro guardo "El caos". Un antiguo ser que ha existido desde los inicios de la humanidad y que ha amenazado con extinguirla.

—¿Qué?— La confusión era más que notable en los ojos de Apryl.

—Desde la época del Japón feudal, muchas mujeres en mi familia han tenido que cargar con este peso de generación en generación. Nadie sabe exactamente como nació El Caos en nuestro interior y porqué yo he heredado algo como esto de mi abuela, pero me tocó a mi así que es mi deber, como miembro de la familia Soto y futura líder, evitar que esta cosa salga de mi interior.— Explica con la mortificación pura en su rostro.

—No lo entiendo.— Admite Apryl mirando hacia los barrotes.

—Se que es algo difícil de entender. Piensa en esto como una especie de dios japonés oscuro. Gracias a él es que soy tan fuerte físicamente y buena con todo tipo de armas, principalmente la katana. Pero eso no es todo, lo más peligroso de todo es la maldición. Un poder tan peligroso, capaz de acabar con toda la vida en el planeta de una sola vez. Si no me equivoco, mi abuela lo llamaba la plaga...

—¿Y tú tienes que cargar con todo eso?— Pregunta Apryl.

Emory sonríe con tristeza y responde.

—Lamentablemente si.

Un poderoso gruñido que hace temblar el suelo bajo sus pies la sobresalta, tensandola notablemente se pies a cabeza. Al parecer provenía del lugar más allá de los barrotes de madera, cubiertos por papeles rectangulares con inscripciones inentendibles para Apryl.

Creía que su situación era difícil, pero la situación de su amiga la superaba completamente en todos los sentidos.

De repente, una extraña sensación en el pecho inunda a Apryl, como si algo la estuviese halando. Se toca el pecho consternada haciendo un puño su mano con su camisa.

—¿Qué es esto?— Preguntó extrañada.

Emory que al parecer sentía lo mismo, respondió:

—Alguien nos está trayendo de vuelta.

Y de esa forma sin más, todo se volvió oscuro como las sombras.

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