La desesperación se había adueñado completamente de sus ojos negros mientras intentaba pensar en algo. El cuerpo de Apryl, aún en su forma de lobo, yacía inconsciente sobre sus piernas y sin saber que más hacer Emory intenta moverla, pero era demasiado pesada.
Se le ocurrió la idea de llevarla a rastras por el bosque hasta la carretera pero dudaba de que algún auto la parara al ver aquel lobo negro y el estado en el que se encontraba.
Sin embargo debía intentarlo. No podía permitir que su amiga muriera.
Con esa idea y las lágrimas cayendo a borbotones de sus ojos, se levanta del suelo fangoso e intenta arrastrarla como había querido, con las lágrimas corriendo por sus mejillas.
Cuando finalmente había logrado llegar a la carretera, dos focos de un auto la iluminaron y esperanzada Emory sonrió y comenzó a agitar el brazo intentando llamar su atención.
El auto se detuvo justo en frente de ella y dos personas se bajaron enseguida. Debido a la luz, no podía verlos bien, pero no le importaba.
—Oh dios, gracias a dios.— Comenzaba a decir Emory emocionada.—Tienen que ayudarme, mi amiga...
Y de buenas a primera dos tiros se escucharon como ecos y Emory cayó al suelo con dos agujeros en su pecho. Lo ultimo que vió antes de cerrar los ojos fué la luna llena en la cima del cielo nocturno.
—Tenemos a la loba mujer.— Dijo una voz femenina que Emory no supo reconocer. Parecía hablar por su móvil. — La llevaremos enseguida.
🍁🍁🍁
Cuando abrió los ojos, se encontraba parada en el medio del bosque.
Todo a su alrededor estaba oscuro y sumamente silencioso, como si no existiera otra vida que no fuese ella, sin embargo, si que había otra presencia en ese extraño lugar.
Todas las malas sensaciones volvieron a abalanzarse sobre ella. La ansiedad, el miedo. Y la certeza de que algo terrible estaba a punto de ocurrir.
Vió algo oscuro en las ramas de un árbol que había frente a ella.
Era un cuervo, tan inmóvil como las hojas teñidas de amarillo de su alrededor. Y era la cosa que la observaba.
Era el cuervo más grande que había visto nunca, gordo y brillante, con arcos iris centelleando en sus plumas negras. Podía ver cada detalle con claridad: las ávidas garras oscuras, el afilado pico, y sus ojos rojos y brillantes como si contuviesen sangre.
Estaba tan quieto como si fuese un simple pájaro disecado. Mientras lo contemplaba fijamente, Apryl se sintió rara. Porque… la miraba a ella. La miraba del modo con que los chicos la miraban cuando llevaba un bañador o una vestimenta lo suficientemente reveladora para provocar a un hombre.
Fué entonces que recordó el cuervo que supuestamente había visto en la ventana de la cocina, observandola fijamente antes de caer inconsciente. El cuervo que sospechaba que tenía algo que ver con la muerte de su madre.
Antes de darse cuenta, ya había cogido una piedra del suelo a sus pies y sin pensarlo ni un segundo más, lo había lanzado hacia esa cosa llena de rabia e ira.
Hubo una explosión de hojas, pero el cuervo remontó el vuelo indemne. Las alas eran enormes y hacían tanto ruido como toda una bandada de cuervos. Luego, con un graznido ronco, giró y se marchó en dirección a la oscuridad entre los árboles del bosque.
Suspiró aliviada al ver desaparecer aquel desagradable pájaro pero el alivio no duró mucho.
No cuando sintió ese extraño gruñido bajo penetrando en lo más profundo de su mente. Lo primero que vió entre los arbustos secos, fué unos ojos dorados mirándola fijamente como una presa a punto de ser devorada y unos dientes puntiagudos y enormes que se abrían mostrando unas fauces tan profundas como un gran agujero negro. Parecía como si la oscuridad tuviera ojos y boca.
Sin poder evitarlo, al ver aquello, un poderoso grito salió de lo profundo de su garganta hasta que todo se volvió negro de nuevo y despertó de verdad.
Los ojos se abrieron tanto que parecían estar a punto de salírseles de las cuencas. Del tiro se levantó asustada con el grito en la garganta y el terror en cada uno de sus poros.
Su pecho bajaba y subía profundamente con su respiración acelerada y el corazón latiendo a mil por hora, tanto que hasta llegaba a doler en cierta forma.
Intentó calmar su respiración, pero la sensación de terror no desapareció al notar que se encontraba en un lugar desconocido para ella.
Se encontraba en una especie de habitación pequeña, con paredes de madera y tablones cubriendo la única ventana en aquel lugar. Estaba muy oscuro y el aire olía a rancio y polvo. Como si hace mucho no viviera nadie en ese lugar.
Una simple vela encima de la vieja mesita al lado de la polvorienta cama en la que estaba acostada servía como única iluminación. Por alguna razón la habitación le recordó a una vieja película de terror que había visto cuando era muy pequeña junto con su hermano.
La pequeña llama de la vela tembló cuando la puerta se abrió con un molesto chirrido. Apryl sintió una pequeña corriente de aire y con ella un olor que recordaba, pero no sabía de quién exactamente.
Una mujer de avanzada edad se mostró ante ella, sosteniendo una vela en su mano izquierda. Su cabello era negro extremadamente corto y no tardó en reconocerla. Llevaba unas gafas cuadradas.
—Señora Miller.— Siseó Apryl sorprendida al recordar a su vecina, la cual todas las mañanas saludaba cada vez que iba a buscar la correspondencia en el buzón de correo.
La mujer le sonrió con algo de tristeza en sus ojos.
—Hola Apryl. Me alegro de que hayas despertado. Por un momento pensamos que no sobrevivirías.
—¿Dónde estoy?— Preguntó Apryl levantándose rápidamente de la cama a la defensiva. ¿La manada de su padre la había encontrado?
—No te preocupes.— Intentó calmarla la señora con cautela y cierto temor en su voz.— Estás en un lugar seguro, Apryl. Tu padre no sabe que estás aquí.
Confusa por las palabras de la mujer dió un paso hacia ella.
—¿Qué quieres decir? ¿Qué significa esto?
—Todas tus preguntas serán respondidas, pero por ahora debes descansar. Tus heridas no se han curado completamente aún.
—¡Al diablo con mis heridas!— Bramó Apryl con fuerza.— Se supone que eres la esposa de un licántropo. ¿Por qué debería confiar en ti?
Miller suspira con mustio.
—Entiendo tu confusión, pero créeme cuando te digo que estamos de tu parte, querida...— Se acerca más a la joven con lentitud, como si fuese un peligroso animal salvaje a punto de atacar en cualquier momento. Apryl se tensa notablemente, pero no hace nada.— No tienes idea de lo mucho que hemos estado esperando tu llegada. La llegada del alfa supremo.
Apryl frunce el entrecejo consternada:
—¿"Hemos"? ¿De qué "hemos" estas hablando? ¿Y qué es eso de alfa supremo?
Una sonrisa cálida se extiende en los labios de la señora Miller. Era una cabeza más bajita que Apryl y su cuerpo era algo regordete, pero había tanta intensidad y fuego en sus ojos que no había notado nunca antes.
—Estoy hablando de todas nosotras, las mujeres Atsinas.
Al escuchar aquello, sus ojos se entornaron más confundidos que antes.
—¿Qué?
—Eres lo que estábamos esperando por tanto tiempo. La profecía se cumplió.
—¿Qué profecía?
—La profecía de que algún día nacerías tú, una mujer con el gen del lobo, nos liberaría por fin de la opresión de los hombres.
***¡Descarga NovelToon para disfrutar de una mejor experiencia de lectura!***
Updated 49 Episodes
Comments
indira avila
maldición ,😡😡😡😖😖😖
2024-06-13
0
Natyyyy
Que interesante!!!!
2024-02-27
0
IRMA MARTINEZ
Wow esto se esta poniendo mas buena la lectura😜😜😜😜😄😄😄😄😍😍😍😍
2023-09-14
2