13.

La casa estaba rodeada por largas hectáreas de bosque frío y húmedo característico del estado de Washington. Se encontraba en un lugar suficientemente turbio y solitario como para no ser encontrado por el olfato súper desarrollado de un licántropo por lo que Apryl no se preocupó al salir de la casa.

El aire se sentía frío y seco como siempre y el cielo tan nublado y grisáceo como usualmente era en ese lugar.

Apryl suspiró con cansancio y miró a sus alrededores. El viento soplaba lento, levantando las hojas secas de la tierra y moviendo las copas de los árboles en un suave vaivén.

Decidió adentrarse un poco más entre los árboles y disfrutar de un momento a solas. Desde que había llegado a este lugar, no había sido capaz de quedarse quieta en un solo lugar. Poco a poco la casa se iba vaciando quedando solamente ella, la vampira escandinava, Helen y Emory, la cual aún no despertaba de su extraño sueño de recuperación.

Era extraño...

No podía seguir dentro de esa casa. Por alguna razón el olor de Natasha le era desagradable, incluso hasta le daba coriza y no podía dejar de estornudar cada vez que se encontraba cerca.

Un olor inunda sus fosas nasales y se queda parada en su lugar al ver una figura alta y masculina a escasos metros de ella entre los árboles y la vegetación.

Nuevamente volvió a estornudar como lo hizo con Natasha y se sobó la nariz con fuerza. ¿Otro vampiro más? ¿En serio?

Apryl se disponía a darse la vuelta y evitar a ese tipo cuando otro olor la inundó. Olor a sangre animal.

Volvió a mirarlo y vió que el chico se encontraba agachado con los ojos fijos en la tierra a sus pies. Su cabello rubio le recordó a Natasha y pensó que seguro era un familiar de ella. Se acercó lentamente teniendo cuidado de no hacer ruido y cuando estuvo lo suficientemente cerca para tocarlo, el chico viró la cabeza bruscamente hacia ella sobresaltándola. Lo que vió la dejó fría.

Toda su boca y parte de su rostro estaba empapado en sangre y sostenía entre sus manos lo que parecía ser un conejo muerto cuyo pelaje blanco había sido manchado por el rojo. Unos enormes colmillos sobresalían de sus labios como cuchillos filosos y puntiagudos, y Apryl sintió ganas de vomitar.

Rápidamente se dió la vuelta e intentó alejarse pero en cuanto lo hizo, de la nada el chico rubio apareció delante de ella en un pestañeo tan rápido que la dejó anonada.

—Tu debes ser Apryl.— Dijo sin molestarse en limpiar la sangre en su boca. Era asqueroso.— Encantado de conocerte.— Dijo con una sonrisa, extendiendo su mano derecha ensangrentada hacia ella.

Por inercia, Apryl retrocedió asqueada.

—No te acerques a mi.— Dijo ella dándose la vuelta con el obvio desagrado en sus ojos y echándose a correr.

Estaba descalza y solo vestía un short corto viejo y una blusa gris que mostraba su ombligo. Sorprendentemente no tenía frío a pesar de la época del año en que se encontraba.

La verdad es que se sentía más cómoda así. Mientras menos ropa, mejor.

Corrió y corrió a una velocidad inhumana con los músculos tonificados de sus piernas ardiendo de placer por el ejercicio.

Por un momento se sintió libre como nunca.

Jamás pensó que ser un licántropo sería tan genial.

Aunque era extraño. No era la primera vez que veía un vampiro. Una vez un vampiro entró al pueblo y su padre se encargó de echarlo de inmediato. Apryl logró verlo, aunque fuese por un breve segundo. Eran tan hermosos como en las leyendas. Perfectas criaturas llenas de una belleza casi celestial que dejaba deslumbrado a cualquiera. Apryl recuerda haber pensado que era el ser más hermoso que jamás haya visto en toda su corta vida.

Sin embargo, ahora que era un lobo, el solo hecho de pensar en un vampiro u olerlo, le era sumamente desagradable.

Todos sus instintos animales se activaban cada vez que se encontraba cerca de uno, como si ellos fuesen un enemigo natural a ser vencido bajo cualquier costo.

Prueba de eso era la repentina ira que sentía cada vez que veía a Natasha o sentía su olor cerca.

De repente, Apryl se detiene al avistar algo a pocos metros frente a ella.

—Tiene que ser una broma.— Prácticamente gruñe al ver a aquel vampiro de nuevo, parado al frente de ella con una mirada inexpresiva y vacía en su rostro, como si no fuese la gran cosa superar la velocidad de un licántropo.— ¡¿Que quieres de mi?!— Le grita ella enojada, con los puños apretados y el calor aumentando en su cuerpo.

El chico se queda callado por varios segundos hasta que repentinamente vuelve a extenderse esa extraña sonrisa en su rostro y tiende su mano derecha hacia ella.

—Tu debes ser Apryl. Encantado de conocerte.— Repitió como una estúpida mantra.

Apryl lo miró como si le faltara un tornillo.

¿Qué pasa con este vampiro?

Se le queda mirando de arriba a abajo por un tiempo. Estaba muy recto y demasiado inmóvil, como un androide, y permanecía en la misma posición con esa estúpida sonrisa que no borraba de su cara. Ni siquiera sonreía realmente. Parecía más bien forzada. Ciertamente, el solo hecho de verlo le exasperaba.

Comienza a correr a su derecha, esta vez con todas sus fuerzas a la máxima velocidad que era capaz de hacer en su forma humana.

La expresión del vampiro rubio cambia a una consternada y sonríe maliciosamente antes de desaparecer en el aire como si nunca hubiese estado ahí y el viento que su movimiento provocó levantando las hojas a sus pies. Sus ojos rojos como la sangre brillaban como dos estrellas fugaces a medida que corría en su velocidad de vampiro, siguiendo los pasos de la chica loba.

Al notar que este la estaba siguiendo, acercándose a ella a una velocidad impresionante y nada natural, Apryl vuelve a gruñir exasperada y de un impulso salta de árbol en árbol hasta llegar a la copa, donde se detuvo en una gorda rama. Ni siquiera sabía si era capaz de hacer una maniobra tan impresionante como esa. No pudo evitar sonreír orgullosa de si misma.

Desde las alturas, miró hacia abajo, esperando que el vampiro pasara por debajo de ella y cuando lo avistó, saltó hacia él. No obstante, sin esperárselo, el vampiro la esquiva con sorprendentes reflejos y de una patada la lanza en el aire hasta que su cuerpo choca bruscamente contra un árbol, provocando que la madera se quiebre.

Apryl cayó al suelo con un gemido adolorido y el cabello desordenado por toda su cara. Sus ojos pardos se vuelven ambarinos, como siempre hacen cuando se enoja, y su cuerpo se vuelve extremadamente caliente hasta el punto de humear como una fogata a punto de apagarse. Garras negras como el carbón y filosas como cuchillos salen literalmente de sus dedos delgados que poco a poco se vuelven más animal.

Su espalda se abre con un sonido sordo, mostrando una gran cantidad de pelaje negro debajo de la piel, destrozando en el proceso su blusa gris y su rostro se distorsiona volviéndose más lobuno y salvaje.

El vampiro ladeó su cabeza hacia un lado con expresión de curiosidad e impresión al ver como aquella chica de aspecto aparentemente frágil se transformaba en un enorme lobo de espeso pelaje negro como la noche y ojos ambarinos.

El vampiro la miró sorprendido, con una extraña expresión de niño triste en su rostro que en otro momento le haría gracia.

—¿Por qué no quieres ser mi amiga?— Preguntó confundido ante la reacción de la mujer loba.

El ceño lobuno de Apryl se estrujó con una expresión que parecía ser confusión. La respuesta era más que obvia. Con un gruñido que parecía vibrar la tierra, empezó a correr hacia él.

El vampiro sonríe abiertamente al verla de esa forma tan salvaje y la esquiva sin problema alguno. La loba, frustrada por su ataque fallido, se da la vuelta enseñándole sus filosos dientes e intenta atacarlo de nuevo. Pero él la esquiva una y otra vez, provocando que la ira aumentase cada vez más y más en ella.

—Eres demasiado lenta.— Dijo él sin borrar su sonrisa.— Si tan solo te presentaras adecuadamente, te dejaría en paz. Debes calmarte.— Explica él como todo un maestro.

Apryl le gruñe de nuevo en respuesta y lo ataca nuevamente sin pensárselo dos veces. Salta hacia él con sus fauces abiertas, lista para destrozar su cabeza, pero el vampiro vuelve a esquivarla como si nada y en un ataque de ira la joven loba negra aterriza nuevamente en la tierra, se impulsa y de otro salto llega hacia el con sus garras al frente de ella.

El vampiro sonríe pero esta vez no la esquiva y con sus dos brazos abiertos la agarra de su torso peludo y la lanza nuevamente contra un árbol provocando un graznido de dolor en ella que enseguida espantó todas las aves en los alrededores de ellos.

El cuerpo de Apryl cayó sin fuerzas en el suelo y al cabo de unos segundos, poco a poco fué transformándose en una joven de piel morena. El pelaje poco a poco fué desapareciendo y adoptando nuevamente su forma humana, hasta hacerse un ovillo en el suelo temblorosa con dolor en todo el cuerpo.

Confundida intenta levantarse pero ya no tenía fuerzas.

Era como si su cuerpo hubiese perdido toda energía y ahora no podía moverse, como un androide sin batería.

—¿Vez? Te lo dije. Debes aprender a controlarte, de lo contrario suceden estas cosas.— Le explica el vampiro metiendo sus manos en los bolsillo de su chaqueta como si nada.

—Y ese alguien que me ayudará a controlarme... eres tú ¿verdad?— Pregunta Apryl exasperada, poniendo los ojos en blanco.

—Exactamente, por eso estoy aquí.— Responde como si fuese lo más normal del mundo.— Estoy aquí para hacerte más fuerte y enseñarte a controlarte.

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Comments

Irma Ruelas

Irma Ruelas

😍😍😍😍😍😍

2023-07-22

0

Eva garcia

Eva garcia

vampi te pasaste con la lobita

2023-06-08

1

Francisca Alcantara

Francisca Alcantara

Me facina esta historia

2023-05-12

1

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