6.

La decepción inundó los ojos de Jem Fox. No lo entendía... no entendía absolutamente nada.

Muchos de sus compañeros y amigos de la manada ya se habían transformado y corrían y jugaban felices por todo el bosque, a excepción de él por supuesto. La luna llena flotaba encima de él, hermosa e imponente, y él aún no había sido capaz de transformarse.

La cueva en la que se encontraban,era una cueva muy vieja que según las historias solía ser el hogar original de la tribu desde tiempos remotos. Desde la piedra donde estaba sentado, podía ver los antiguos dibujos pintados en sus rocosas y grisáceas paredes. Un recordatorio ancestral de la historia de los Atsinas, desde como obtuvieron el Don hasta la guerra contra los pieles pálidas.

Solo a los miembros de la manada se les permitía estar aquí, por lo que no había ninguna mujer en el grupo.

El anciano Rok, el miembro más viejo de la manada, lo miró con ojos curiosos e intrigados. Su rostro lleno de arrugas y su cabello lacio y largo, junto con su delgadez producto de la vejez, le recordó a un viejo mago o chamán de alguna película de fantasía.

—No lo entiendo... —dijo finalmente, luego de analizarlo en silencio por lo que parecieron horas.

El alfa, impaciente, se dirigió al anciano con los brazos cruzados y el cejo fruncido.

—¿Qué ocurre? —le preguntó.

Con expresión pensativa, el anciano devolvió la mirada hacia su alfa y respondió.

—En todos mis años de vida nunca había visto un caso como este. El chico se ve más que sano y fuerte, no parece presentar algún impedimento físico, por lo que no sé por qué aún no se

transforma —explicó con voz pausada.

—Eso no puede ser. Eres el más viejo. Algo debes saber ¿no? —replicó Luke, el padre de Jem.

—Puede que tenga que ver con el hecho de que sea un gemelo —inquirió el anciano al no encontrar una razón para esto— Después de todo, nunca he visto que hombres lobos tengan gemelos o trillizos.

Jem, un poco más interesado, levantó la mirada del suelo y miró al anciano.

—¿Qué quiere decir? ¿Qué porque soy un gemelo no puedo transformarme?

El anciano al escuchar al chico lo miró y le sonrió fraternalmente a pesar de la tosquedad en sus palabras.

—Lo que quiero decir es que aún hay muchos misterios en nuestra sangre que incluso ahora, después de tantos siglos, no hemos podido comprender, ni mucho menos entender. Hay muchas posibilidades ¿sabes?

Luke se acercó al anciano y le dijo en un tono de voz más bajo, teniendo cuidado de que ningún otro miembro de la manada escuchara.

—Eres consciente de que es mi hijo ¿verdad? ¿Qué pasaría si mis enemigos se enteraran de que el hijo heredero del alfa no puede transformarse? Pensarían que mi semilla es débil y por lo tanto... yo también.

El anciano lo miró sonriente apoyándose de su bastón.

—Tal vez ya sea hora de un nuevo alfa ¿no cree?

Impulsado por un arranque de rabia, Luke agarra el cuello de la camisa del anciano y lo levanta en el aire sin esfuerzo alguno con un solo brazo, provocando que el bastón cayera en el suelo rocoso.

Horrorizado y temiendo lo peor Jem se levanta de la piedra en la que estaba sentado como un resorte.

—Padre... por favor... —pero al ver la intensa mirada de su padre, se calló enseguida tragando saliva sonoramente. Bien sabía que cuando su padre se ponía así, era mejor no ponerse en su camino.

Inconscientemente, Jem miró a Asford, el Beta de la manada y la mano derecha de su padre y al verlo recostado en la pared rocosa de la cueva con los brazos cruzados, prácticamente le rogó con la mirada que hiciera algo, pero este con su característica expresión aburrida y muy poco interesado con lo que estaba pasando, desvió la mirada del hijo de Luke y se concentró en su cigarrillo mientras le daba otra calada.

Era un hombre alto y fornido, de cabellera color caoba, ojos amedrentados, piel cobriza y a diferencia del padre del alfa, bastante joven, de hecho era el beta más joven en toda la historia de la manada. Con tan solo 27 años había logrado subir rápidamente en la jerarquía, convirtiéndose en un gran hombre de confianza para su padre, pero su personalidad dejaba mucho que desear, apenas hablaba por no decir nunca y su pasado era un misterio para todos en la tribu.

A Jem ese tipo realmente nunca le había caído bien. Nunca podía saber lo que estaba pensando y eso lo hacía sospechar más de sus intenciones.

—Vuelve a decir algo como eso y te arranco la lengua viejo débil —le advirtió al pobre Rok con voz grave y atemorizante.

—A sus órdenes... todo poderoso alfa —bramó el anciano sin parecer muy afectado y con cierto deje de burla en su voz.

Sin más el alfa lo suelta sin tener mucho cuidado y el viejo cae al suelo sin fuerzas.

En ese mismo instante, un fuerte aullido envolvió todo el bosque provocando que el alfa, su hijo, el anciano, y los demás miembros de la manada que en ese momento se encontraban fuera en el bosque disfrutando de la luna llena, se tensaron dejando de hacer de inmediato lo que estaban haciendo.

Era un aullido desconocido, que obviamente no pertenecía a nadie en la manada.

Preocupado Jem miró a su padre y este sin pensarlo dos veces salió de la cueva como un rayo y corrió hacia su hogar, de donde provenía el aullido.

🍁

Abrió los ojos de golpe mientras su extraño sexto sentido hacía que la adrenalina se disipara de su sangre.

La bruma que rodeaba su mente fué desapareciendo lentamente y fué capaz de ver todo con total claridad.

Se sentó rápidamente, ignorando el protestar de sus músculos aún adoloridos y se miró. Se sorprendió al notar que estaba totalmente desnuda.

Miró sus alrededores y no tardó en reconocer la oscura sala en la que estaba tirada en el suelo como su casa.

El olor a hierro llegaba a sus fosas nasales como cuchillas y sus huesos temblaron al sentirlo, atravesando sus pulmones.

Se levantó apoyándose de la pared. Sus piernas temblaron por el esfuerzo pero lo ignoró. Estaba terriblemente agotada, como si se hubiese pasado horas y horas haciendo ejercicio.

El cielo a través de la ventana estaba nublado, pero Apryl notó claramente que estaba amaneciendo. ¿Cuánto tiempo había estado dormida?

—¿Mamá? —no recibió respuesta— ¿Mami?

Dió un paso pero todas las células de su cuerpo se paralizaron al sentir algo húmedo en la planta de su pie. Bajó la mirada y vió lo que ya sospechaba. Un rastro de sangre que se dirigía a la cocina, la cual estaba igualmente oscura que el resto de la casa.

Aterrorizada, caminó hacia el lugar siguiendo el rastro de sangre. Mientras más se acercaba más ganas de llorar tenía y las punzadas en su pecho aumentaban.

Sentía que su cuerpo se desvanecería en cualquier momento.

Sus instintos prácticamente le gritaban que no se acercara, que se alejara lo más que pudiera de ese lugar, pero no lograba detenerse.

Cuando llegó a la entrada de la cocina, paró horrorizada al ver un brazo en el suelo. Gimió sin poder evitarlo y todo su cuerpo desnudo tembló presintiendo lo inevitable.

—¿Mami? —volvió a llamar a su madre, a pesar de lo que era obvio y al no escuchar respuesta volvió a gemir adolorida.

Se llenó de valor y se adentró a la cocina finalmente. Lo que sus ojos vieron, aún ahora no la dejaban dormir en paz.

Su madre yacía en el suelo, con su espalda recostada en la meseta de la cocina, con sus ojos negros vacíos carentes de brillo y el horror plantado en su rostro. Como si hubiese visto algo horrible antes de morir.

Un gran charco de sangre la rodeaba y su vestido blanco se había teñido de rojo. Su cuello, totalmente desgarrado, parecía estar a punto de desprenderse y le faltaba un gran pedazo de carne, como si alguien o algo se lo hubiese arrancado de golpe.

—Oh dios —gimió cayendo de rodillas al suelo, con sus ojos impactados, fijos en el cadáver de su madre.

Sus manos agarraron su cabello con fuerza haciendo un puño con ellos y como si deseara arrancarlos de su cuello cabelludo, empezó a gritar enloquecida, con las lágrimas derramándose sin cesar de sus ojos enrojecidos inyectados en sangre.

Recuerdos empezaron a inundarla. Recuerdos rojos y confusos que la dejaron sin aliento. Aún no podía creerlo.

¿Ella había hecho esto?

¿Había matado a su propia madre?

Esto no podía ser. Si... seguro que debía ser una pesadilla. Una horrible pesadilla de la que pronto se despertaría. Si, eso debía ser...

Porque esto no podía ser, esto no podía ser real.

Cosas como estas simplemente no debían suceder en el mundo real, y menos a chicas como ella.

Toda su vida había vivido pacíficamente a pesar de la verdadera naturaleza de su tribu. En ningún momento había tenido dificultades para algo. Nunca le había hecho daño a nadie, ni siquiera a una mosca, ¿y ahora sucedía esto?

¿Cómo? ¿Por qué? ¿No se suponía que las mujeres en su tribu no podían tener el gen del lobo?

En ese instante la puerta del patio trasero se abrió y un hombre de cabello negro como el de ella, largo y lacio, ojos oscuros y piel morena, se adentró de la oscuridad del exterior.

Sus ojos severos cayeron sobre ella y ella no tardó en reconocerlo.

Padre.

No tenía camisa e iba descalzo. Solo vestía un par de pantaloncillos viejos.

Al ver el estado de su hija frunció el ceño y abrió la boca para decir algo, pero se detuvo en seco al sentir el olor a sangre que inundaba todo el ambiente.

Su cabeza giró hacia donde veía su hija y sus ojos se abrieron como platos al ver el cadáver de su esposa. El puro dolor inundó su mirada.

Apryl miró a su padre, hiperventilando y entró en pánico. El miedo la dominó y al ver la mirada llena de furia que su padre le dedicó, sospechando lo obvio al ver los claros signos de transformación en su hija, tembló aterrorizada.

—¿Qué hiciste? —preguntó él sin dejar de verla de arriba a abajo como si ella fuese un monstruo.

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Comments

Claudia Bravo

Claudia Bravo

no creo que haya sido ella

2024-11-26

0

indira avila

indira avila

oh no... 😭😭😭 cómo sucedió esto 😢😢😢

2024-06-13

0

Irma Ruelas

Irma Ruelas

😍😍😍😍😍🐺

2023-07-22

1

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