5.

Apryl no tardó mucho en volver a dejarse llevar por la música junto con su amiga. Ambas ya estaban bastante pasaditas de tragos y no dejaban de saltar y cantar al ritmo de la música. 

Emory le sonrió y ella se la devolvió.

—Me alegro mucho de que estés aquí —gritó Emory para hacerse oír por encima de la música.

A Apryl prácticamente se le acuaron los ojos al escucharla decir eso y estuvo a punto de abrazarla, cuando vió al desconocido detrás de ella, parado en un rincón oscuro a un lado de la pista, con sus intensos ojos fijos en los de ella y un vaso de whisky en sus manos.

¿La había estado mirando todo este tiempo?

Por alguna razón que desconocía la idea la calentaba un montón.

Una calentura que empezó en su pecho, bajó por sus costillas hasta llegar a su vientre bajo con una fuerte vibración que la hizo gemir imperceptiblemente.

Nunca, en sus 18 años de vida, se había sentido tan sexy: Vestida de punta en blanco y bailando con el corazón desbocado.

Un repentino mareo le llegó y por poco se cae de lado de no ser porque milagrosamente Emory la aguantó a tiempo.

—Vaya, parece que alguien se ha pasado con las copas —dijo sonriente.

—Necesito ir al baño —y sin esperar respuesta de su amiga, se dió la vuelta, serpenteando gente para salir de la pista.

Bajó unos escalones solitarios y medio oscuros y cuando estuvo a escasos centímetros de empujar la puerta del baño, alguien la agarró del codo y con cierta brusquedad la puso contra la pared. Estuvo a punto de darle un fuerte rodillazo al condenado, pero se detuvo en seco al ver quien era el tipo frente a ella. En la barra lo había tenido bastante cerca, pero esto era diferente. El toque de su mano era gélido y todo su cuerpo liberaba frialdad, como un témpano de hielo.

—No te imaginas como me tienes ahora mismo —admitió él, encendiendo aún más el fuego en su interior y despertando nuevamente ese instinto animal dentro de ella.

Agarró la mano de la chica y se la puso en la entrepierna como si nada, la cual estaba notablemente dura.

Y de esa forma algo se quebró dentro de ella y el fuego se liberó descontrolado.

Lo besó. Lo besó como nunca había hecho con otro hombre. Un beso lleno de energía y fuego.

El desconocido se separó, demasiado pronto para su gusto.

—Acabas de cometer un grave error pequeña —dicho esto, le dió la vuelta con brusquedad, quedando ella de frente a la pared con ambas manos en ella y esta gimió por la sorpresa de su acción.

Las yemas de los dedos de su desconocido se introdujeron por debajo del dobladillo de su vestido y lo levantaron. Introdujo una mano en la parte posterior de su ropa interior y la deslizó por su costado antes de meterla entre las piernas, la zona que anhelaba su contacto.

Y gritó cuando sintió sus largos dedos fríos como el hielo adentrándose lentamente dentro de ella, invadiendo aquella zona que nadie más había tocado. Y se sentía jodidamente bien.

—Estas estrechita...—susurró en su oído— Te gusta que te folle con los dedos ¿verdad pequeña?

No fué capaz de responder o interiorizar sus palabras por el placer que en ese momento sentía.

El calor empezó aumentar en su interior de una forma alarmante. Sentía que en cualquier momento erupcionaría como un volcán.

El hombre sonrió malevolamente y  empezó a mover los dedos con más fuerza y rapidez; excitado y extasiado por la vista que tenía.

Había demasiado calor, tanto que empezó a ser sofocante.

Vapor literalmente emanaba de su cuerpo moreno y un repentino grito salió de ella, asustándolo.

Un fuerte empujón (casi inhumano) lo hizo llegar a la pared de enfrente con tanta fuerza que esta incluso se quebró y el calor aumentó en aquel pequeño rincón.

Apryl se miró las manos asustada y vió como estas humeaban como si ella misma fuese una llama.

—Tengo que salir de aquí —siseó entredientes e impulsada por el pánico empezó a correr escaleras arriba.

En cuanto llegó a la pista, un pitido ensordecedor en sus oídos la hizo doblegarse en su lugar por el dolor. Las luces de neón que anteriormente había admirado ahora le resultaban molestas y cada mínimo sonido le provocaba un gran malestar. Como si le estuviesen metiendo cuchillas por los oídos.

Sin poder evitarlo cubrió sus oídos con las manos y cerró los ojos con fuerza mientras atravesaba la pista de baile, sin importar chocar con alguien.

En cuanto logró salir del club, prácticamente empujó al guardia que custodiaba la puerta.

El aire frío rozó su piel húmeda y en vez de aliviar el calor dentro de ella, lo único que hizo fué incrementarlo más. Arriba en el cielo, la luna llena brillaba a todo su esplendor, como burlándose de su malestar y en un ataque de rabia pateó con fuerza un latón de basura provocando que este prácticamente se destrozara.

Se quitó los tacones y los lanzó con fuerza a alguna parte entre gruñidos y gritos de dolor. Era tanto calor que incluso hasta llegaba a doler.

—Dios... ¿qué diablos me está pasando?—se preguntó asustada. Tantos sonidos, tantas luces, era insoportable. La ciudad fuera del club estaba muy ruidosa.

Tenía que salir de ahí o se volvería loca.

Empezó a correr. A correr como nunca.

Sus esbeltas piernas descalzas se movían a gran velocidad sobre el asfalto y apretaba los dientes con tanta fuerza y rabia, que parecía que en cualquier momento se romperían.

La gente al pasar la miraban como si estuviese mal de la cabeza, después de todo, la imagen de una mujer corriendo como loca en medio de la calle a mitad de la noche, no era algo que estuviese dentro de lo normal.

Pero eso a ella no le importaba, solo necesitaba llegar. Llegar a casa.

Corrió y corrió y corrió.

El calor en su interior parecía menguar mientras más corría, pero no era suficiente.

Necesito más... más... más...

Pronto sus piernas obedecieron su pedido y empezó a correr a una velocidad que un humano normal no debería poder alcanzar de la noche a la mañana.

Un auto se dirigía a ella y estuvo a punto de arroyarla pero sus piernas se impulsaron y con una impresionante fuerza brincó por encima del auto sin mucho esfuerzo.

Más...

Más...

Más...

Un grito feroz se escapó de lo más profundo de su garganta y muy pronto dejó de correr en dos patas, si no en cuatro.

Atravesó el bosque a un lado de la carretera de esa forma, hasta que finalmente llegó a casa.

Entró por la puerta trasera, sin molestarse en ser silenciosa. Las luces estaban encendidas pero en ese momento no le importaba. Prácticamente corrió a la llave del grifo, lo abrió y comenzó a beber el agua directamente de él sin importar que mojara su cabello o su rostro.

Enojada porque el agua tampoco aplacaba el calor en su interior, con un gruñido feroz y gutural arrancó la llave del grifo de la pared (liberando una gran chorro de agua de la tubería) y la tiró al suelo con tanta fuerza que este igualmente se agrietó.

—¡Apryl! —gritó su madre asustada por el repentino estruendo— ¿Qué estás haciendo?

—¡Déjame en paz! —gritó Apryl también, un grito tan feroz y animal que por breves momentos asustó a su madre y una fuerte punzada de dolor que se extendió desde su cabeza por todo su cuerpo la hizo caer al suelo con un poderoso grito de sufrimiento que erizó todos los vellos de la piel de su madre.

—Oh dios... no puede ser —siseo impactada al presenciar como el hombro de su hija adoptaba una posición poco normal y su columna vertebral se quebraba una y otra vez, marcándose notoriamente en la piel de su espalda a medida que aumentaba de tamaño.

Sus brazos se quebraron, adoptando una forma más animal, y sus finos dedos lentamente se transformaban en enormes y temerosas garras.

El rostro se desfiguraba de tal manera que empezaba a tomar una forma más alargada, junto con sus orejas que se volvían más puntiagudas y sus dientes que se convertían en extensas hileras de colmillos filoso como cuchillos.

Sus gritos aumentaron terriblemente cuando su piel empezó a desgarrarse, salpicando una gran cantidad de sangre en el suelo, y un pelaje negro como la noche nació del interior, cubriendo totalmente su espalda.

Incapaz de resistir más se hizo un pequeño ovillo en el suelo, mientras su cuerpo aumentaba más y más de tamaño y el pelaje negro comenzaba a extenderse por todo el cuerpo como pólvora.

—Mamá... —susurró antes de caer en la inconsciencia. Lo último que vio antes de cerrar los ojos, fue un cuervo de intensos ojos rojos observándola desde la ventana...

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Comments

Irma Ruelas

Irma Ruelas

😍😍😍😍😍😍😍🐺

2023-07-22

0

Eva garcia

Eva garcia

debera sufrirtodo el proceso

2023-06-08

1

Francisca Alcantara

Francisca Alcantara

Ese cuervo seguro es el chico que ella conoció cuando era pequeña

2023-05-11

4

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