8.

El cielo se veía nublado y oscuro, como si las fauces del infierno hubiesen absorbido el mundo en una eterna oscuridad.

Gotas frías y transparentes cayeron del cielo y aterrizaron en su desnudo cuerpo haciéndola abrir los ojos de inmediato, expulsando el agua salada de los pulmones. La echó por la boca y la nariz a borbotones.

La sal quemaba su pecho y tenía la garganta tan llena de agua que le hacía imposible respirar. No sabía cómo había llegado ahí, pero las piedrecitas de la grisácea y deprimente playa herían su espalda como pequeñas y molestas cuchillas.

—Respira Apryl.— Le ordenó una voz angustiada muy cerca de ella. Su cabello húmedo y corto se pegaba a su rostro como pegamento y su piel brillaba mojada bajo la escasa luz del sol que de vez en cuando se escapaba de entre los grandes y oscuros nubarrones que cubrían el cielo.

—Emo-ry.— Dijo su nombre con voz ronca y adolorida, a la vez que intentaba incorporarse con la ayuda de la joven de rasgos asiáticos.

—¿Quién más podría ser?— Sonrió ella mientras le daba su mano derecha y la impulsaba con todas sus fuerzas para levantarla de la arena rocosa.

Apryl le devolvió la sonrisa al estar finalmente erguida pero se le borró de inmediato al sentir como sus piernas perdían fuerza. Estuvo a punto de caer nuevamente pero Emory la sujetó rápidamente, colocando el brazo de Apryl encima de su nuca y su brazo izquierdo alrededor de su espalda.

—¿Cómo llegamos aquí?— Inquirió Apryl mirando su alrededor confusa, hace un momento estaba en el agua.— ¿Por qué volví a la normalidad?

—La corriente nos atrajo a la orilla. Te transformaste en humana cuando aún estábamos en el agua.— Respondió Emory rápidamente a la vez que la ayudaba a caminar.— Pero tenemos que apresurarnos. Aún no estamos seguras.

—Tengo tantas preguntas que hacerte...— Dice Apryl con la emoción y la confusión plasmada en su rostro.

—Y te las responderé; todas las que quieras, pero ahora mismo solo debemos concentrarnos en buscar un lugar seguro hasta que decidamos a donde ir.

🍁🍁🍁

—¿Crees que la manada nos encontrará?— Preguntó Apryl sin dejar de observar sus alrededores con la paranoia y el temor reflejado en su rostro. Temía que en cualquier momento su padre apareciera de entre algún matorral.

Habían estado caminando un buen tiempo sin rumbo alguno por el bosque, pero no por eso dejaba de ser precavida.

—No lo creo...— Respondió Emory. Intentaba encender su móvil pero este obviamente no respondía. Seguramente se había averiado por el agua.— El agua borró nuestro rastro, tardarían un buen tiempo en volver a encontrarlo y el bosque es extenso. Por suerte Washington es un estado muy conocido por sus interminables bosques llenos de osos. Además, tú eres la que tiene súper olfato lobuno. Deberías ser capaz de detectarlos a más de 3 kilómetros de distancia.

Apryl suspiró aliviada al escuchar eso.  Verdad que ahora ya no era una simple humana común y corriente.

—¿Y a dónde iremos? Esta parte del estado es territorio de la manada.

—Al norte, justo en la dirección en la que vamos, se encuentra la frontera de Canadá. La traspasaremos y estaremos a salvo. La manada no podrá llegar ahí, ese es territorio de otra manada. Pasar la frontera, para ellos, significaría la guerra. Avanzaremos por toda la costa hasta llegar a la frontera, de esa forma si somos detectados, podremos meternos rápidamente en el agua y borrar nuevamente nuestro rastro.

Abruptamente Apryl deja de caminar, observando fijamente la espada que su amiga llevaba a su espalda. Era una katana japonesa de mango totalmente negro con rubíes incrustados, lo que le daba un aspecto ciertamente gótico.

—Hace tiempo quería preguntarte esto. ¿Cómo es que sabes tanto sobre los lobos? Además, no parecías muy sorprendida al verme en mi forma lobuna y supiste reconocerme muy bien en ese estado.

Emory deja de caminar también y suspira profundamente antes de darse la vuelta y enfrentarse finalmente ante su amiga.

—Es una larga historia...

Apryl se cruza de brazos.

—Tengo tiempo de sobra para escucharla. Empieza explicándome quien eres en realidad, los humanos no deberían saber de la existencia de los hombres lobos al no ser que tu también seas un ser sobrenatural.

Emory sonríe.

—Eres lista Apryl, como siempre.— Se sienta encima de una piedra irregular de color grisáceo y Apryl le sigue la corriente, sentándose encima de un tronco caído. Su cuerpo desnudo era cubierto por el abrigo de su amiga.— La verdad es que mi familia ha vivido en este pueblo desde hace mucho tiempo, desde que emigraron de Japón en la segunda guerra mundial. No tardamos en descubrir la existencia de los licántropos y los seres sobrenaturales y de alguna forma nos involucramos en la caza de estos seres, hasta que hicimos un pacto de paz con tu abuelo, el anterior alfa.— Finalmente admite.

Apryl frunce el ceño con una mueca de confusión.

—¿Qué? Espera... eres una cazadora de seres sobrenaturales o algo así.

—Lo éramos, obviamente ya no lo somos, de lo contrario nunca podríamos haber sido amigas, pero todavía en nuestra familia conservamos nuestras habilidades.

Apryl escuchaba todo eso sin poder creer las palabras aparentemente honestas de su amiga.

—Dios... no tenía ni idea de todo eso. ¿Por qué nunca me dijiste nada de eso?

—Porque no podía.— Responde.— Mi hermana me hizo prometer que nunca te diría. Ella ni siquiera sabe que estoy aquí contigo. Cuando te fuiste del club anoche, temí lo peor. Por lo que volví a casa, me cambié de ropa, cogí mi katana y fuí en tu busca. Lamento no haber llegado antes Apryl. Si lo hubiese hecho, tú madre tal vez...— Dijo Emory con ojos acuosos.— Lo importante es que bajo ningún motivo debes culparte a ti misma. Los lobos son conocidos por ser muy volátiles, además, quien podría adivinar que te estabas transformando en lobo.

—Te equivocas. No fuí yo, Emory. Lo sé, lo sé en mi corazón.

Emory la miró con verdadera lástima y preguntó:

—¿Cómo puedes estar tan segura?

Apryl miró a su amiga con una sonrisa llena de dolor.

—Tengo que estarlo.

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