7.

Había venido a toda prisa al escuchar un aullido que nunca había escuchado, pensando que se trataba de algún hombre lobo de alguna manada enemiga. Pero jamás se imaginó que ese hombre lobo sería su propia hija que encima de eso había asesinado a su propia madre.

—Papá...— Dijo ella apenas pero este ni siquiera le dió tiempo ya que de un momento a otro la había agarrado del cuello, la había levantado y la había golpeado con fuerza contra la pared.

Apryl chilló aterrorizada y adolorida por el fuerte golpe que su debilitado cuerpo recibió. Sus manos lucharon y arañaron la enorme mano de su padre, intentando liberarse de su fuerte agarre, pero este no dejaba de apretar y pronto ella sintió como su cuello era aplastado.

Los ojos habían adoptado un brillo dorado sobrenatural y la miraban con rabia y odio contenido. Una mirada que la atravesó.

Una lágrima solitaria cayó de su ojo derecho y sus párpados se cerraron por voluntad propia, esperando lo inevitable. Sus manos dejaron de luchar y cayeron a ambos lados de su cuerpo, como si hubiesen perdido la voluntad de vivir.

Así moriría... en manos de su padre.

Ella más que nadie se lo merecía. Había matado a su propia madre. Se lo merecía.

Jamás podría vivir en paz sabiendo eso.

Sin embargo un pensamiento le llegó. ¿En verdad había sido ella la responsable? No recordaba nada sobre eso. Había oído muchas historias sobre la primera transformación de un hombre lobo y ninguna de ellas menciona la pérdida de memoria. Mucho menos una como esta.

Es demasiada casualidad que precisamente no recuerde la muerte de su madre... al no ser que...

Alguien le haya borrado la memoria.

Con ese pensamiento en mente, Apryl enseguida abrió los ojos y miró a su padre.

Sus manos volvieron a agarrar las suyas y empezaron a forcejear.

—No... fuí... yo...— Intenta decir pero la voz le sale ronca e irreconocible. Además, en el estado en que se encuentra su padre no la escucharía, mucho menos la creería. Nunca había tenido buena relación con él. Siempre la miraba con desprecio y la trataba como si ella fuese un ser inferior y patético que no debería existir en este mundo.

Si no fuera por su madre, Apryl estaba completa e irremediablemente segura de que su padre la habría desollado hace mucho tiempo.

Si... así era Luke Fox, el todo poderoso alfa de la manada y líder de los Atsinas.

Algo hizo clic dentro de la cabeza de Apryl y unas distorsionadas palabras le llegaron a la mente como una vieja sonata que no podía recordar:

si tu padre vuelve a hacerte daño, no tendrás miedo y lucharás contra él hasta la muerte si es necesario.

Un repentino arranque de ira hizo vibrar a Apryl aumentando el calor que en su pecho volvió a nacer.

Miró a su padre con el reto en sus ojos y vapor empezó a emanar de su cuerpo.

Al sentir que la piel de su mano quemaba por el calor, rápidamente el alfa se apartó de la chica, liberándola por fin.

Sorprendido, contempló como su hija, una mujer, algo imposible, se transformaba en un gran lobo de pelaje negro como el carbón y unos ojos tan dorados que parecían iluminar la oscuridad como dos focos.

En ese mismo instante, Jem, su hermano gemelo, entraba apresurado a la cocina con el mismo aspecto de su padre. Pero al ver al gran lobo negro que prácticamente llegaba a su altura, se paralizó completamente en el marco de la puerta con los ojos abiertos como platos.

Miró a su padre, el cual miraba al lobo negro lleno de odio e incredulidad, en parte porque aún no podía creer que su hija se hubiese transformado en lobo. Algo que su hermano no había podido hacer.

Pero al caer su mirada sobre el cadáver de su amada madre, algo se quebró dentro de él.

—¡Jem, apártate!— Le gritó su padre con fuerza y él instintivamente se tiró al suelo, esquivando por los pelos a un enfurecido lobo que había saltado sobre él a una velocidad impresionante.

Por un momento creyó que el lobo se disponía a atacarlo, pero para su alivio el lobo había saltado sobre él para salir de la pequeña casa.

Las grandes y pesadas patas de la lobo se enterraron con fuerza en el fango de la calle y con el objetivo de adentrarse en el bosque corrió lo más rápido posible, pero un enorme lobo pardo se interpuso delante de ella con gruñidos e intenciones asesinas.

Un lobo que no tardó en reconocer como su padre al ver la forma tan intensa que la miraba.

Aterrorizada y al borde del pánico, Apryl miró sus alrededores en busca de una salida de esa situación pero cada vez que se movía o intentaba de alguna forma esquivar a su padre, este se le metía en el medio y seguía sus movimientos con agilidad.

No quería pelear con él. Era su padre, y encima un alfa. Nunca podría vencerlo.

Pero te hizo daño. La extraña voz volvió a ella desconcertándola y como si de un interruptor se tratase, volvió a activar ese fuego en su interior que no parecía cesar.

De un momento a otro, dejándose llevar por la locura y el puro odio, Luke se impulsó hacia ella con sus dientes y garras listos para asesinar pero por los pelos Apryl logra esquivarlo lanzándose a un lado. Una de las garras del lobo pardo logra herirla en su cara provocando un graznido adolorido en la inexperta loba negra.

Tres líneas rojas se extendieron a lo largo del costado de su rostro lobuno y algo pareció estallar dentro de ella. En un arranque de ira animal, sorprendiendo a su padre, logra lanzarse sobre él y hacerle perder el equilibrio.

Ambos se enzarzan en una lucha de dientes y garras, dando vueltas como locos en el suelo fangoso.

Los dientes de Apryl logran morder a su padre en su peludo cuello pero la carne es demasiado dura y sus dientes no logran penetrar, por lo que el alfa aprovecha y con sus garras roza el estómago de la joven loba.

Otro graznido adolorido se escapa de lo más profundo de la garganta de Apryl pero esta no se rinde a pesar del dolor y la sangre que mancha su pelaje negro casi azulado. Continúa peleando como toda una guerrera, hasta que un poderoso estruendo traspasa con fuerza el aire y se extiende como un eco por todo el bosque.

El cuerpo de Apryl vuela por los aires al sentir el impacto de los perdigones de la escopeta que Jem sostiene tembloroso en sus manos.

Adolorida, más por haber sido su hermano el que le disparó que por el disparo en si, logra adentrarse en el bosque entre quejidos.

Corrió todo lo que pudo sin una dirección en concreto, atormentada por el dolor y el rechazo de su propia familia, o al menos la que le quedaba.

Su padre ni siquiera había sido capaz de darle el beneficio de la duda por lo que no dudó ni un segundo en descargar toda su ira y deseo de venganza en ella, lo que demostraba el odio y repulsión que todo este tiempo había guardado en su interior contra su hija.

Apryl se preguntó si alguna vez su padre había sentido algo remotamente paternal hacia su persona.

Sus ojos amenazaron con derramar lágrimas mientras avanzaba por el turbio y sombrío bosque, saltando pedrugones y troncos caídos, esquivando árboles con agilidad y brincando riachuelos.

La muerte de su madre y el odio de su padre aún la tenían abrumada.

Tantas situaciones inesperadas y recuerdos dolorosos rondando por su cabeza no la dejaban concentrarse. Muy pronto se dió cuenta que en la forma de un lobo, sus pensamientos eran más caóticos e inentendibles, además de que sus instintos animales crecían notablemente y era muchísimo más propensa a la violencia que en su forma humana normal.

En su vida ella nunca había sentido deseos de hacerle daño a alguien, mucho menos asesinarla, por lo que realmente se sorprendió cuando arremetió encolerizada contra su padre al haberla herido.

¿Así sería siempre? ¿Deberá vivir a partir de ahora con miedo a hacerle daño a una persona solo porque esta la enfada de alguna forma?

Tal vez, después de todo, ella en verdad es la responsable única y definitiva de la muerte de su madre.

Tal vez...

En ese momento un lobo gris la ataca desde su derecha y por los pelos logra esquivarlo pero otro lobo de mayor tamaño de pelaje caoba la golpea con fuerza con su fuerte y enorme cuerpo, provocando que pierda el equilibro y golpee con fuerza un árbol cercano.

Al abrir los ojos, lo primero que ve son las enormes fauces del lobo caoba que la miraba sin dejar de gruñir, con su enorme cuerpo y su mirada asesina que no tardó en reconocer como la del Beta de la manada, la mano derecha de su padre. Era tan grande como su padre, aunque en opinión de Apryl, daba mucho más miedo que él.

Por escasos segundos, Apryl pensó que este iba a ser su fin, hasta que algo extraño ocurrió.

Un sable se incrustó de la nada en el lomo del lobo, haciéndolo chillar de dolor como un perro herido.

Anonada, rápidamente Apryl se pone en pie como si tuviese un resorte en las patas y sin dejar de aprovechar la oportunidad, saltó encima de él lobo caoba e incrustó sus dientes con todas sus fuerzas en la dura carne de su pata delantera izquierda, provocando que esta se fracture con un fuerte crujido que hizo chillar de dolor y rabia al enorme Beta.

De esa forma no podría seguirla aunque se cure la herida del lomo.

El otro lobo gris más pequeño que acompañaba al Beta, intenta atacar a la loba de pelaje azabache pero esta lo esquiva en un rápido movimiento haciendo que su dura cabeza choque contra el tronco del árbol detrás de ella, provocando que caiga inconsciente de inmediato.

—Buen movimiento.— Dijo la chica encapuchada saliendo detrás de un viejo pino. Como un perro rabioso y desconfiado, Apryl se pone en alerta inmediatamente y sin dejar de gruñir enseña sus enormes e intimidantes colmillos hacia la desconocida y su lomo erizado.— Tranquila, no voy a hacerte daño.— Dice levantando las manos.

La loba rabiosa la mira con intenciones asesinas preparándose para atacarla en cualquier momento, pero una repentina brisa choca contra su rostro y un conocido olor a flores de Sakura y Sake le llegan a su ahora bien desarrollado olfato. De inmediato su cuerpo se relaja y orejas se levantan atentas.

—Sabía que me reconocerías.— Brama la chica bajándose la capucha con lentitud, sin dejar de estar atenta a los movimientos del lobo, mostrando una sonrisa traviesa que Apryl reconoció enseguida.

Enseguida la loba negra empieza a mover la cola peluda, emocionada por la inesperada aparición de Emory, su mejor amiga.

La chica se acercó a la loba, un poco más confiada, y sin problema alguno, sacó su sable del lomo del moribundo Beta que yacía en el suelo del bosque sin fuerzas.

—Se que debes tener muchas preguntas, pero tenemos que irnos.

Apryl gruñó de acuerdo al escuchar en ese mismo instante múltiples aullidos lejanos que venían de distintas partes del bosque y sin decir nada más ambas empezaron a correr, adentrándose más y más en el sombrío bosque.

Detrás de ellas, un gran grupo de lobos enfurecidos, liderados por Luke Fox, el alfa de la manada, se acercaban terriblemente rápidos a ambas.

Apryl, extasiada, corría a gran velocidad como la gran loba que era y para su sorpresa, Emory no tenía muchos problemas en seguir su rápido y sobrenatural paso. Al contrario, corría sorprendentemente rápido y no parecía verse agotada ni mucho menos agitada, a pesar de que ya habían cubrido un buen tramo de bosque. Sin embargo, no era suficiente ya que los aullidos se acercaban a ellas terriblemente rápido. Apryl todavía era muy novata en esto de ser lobo y Emory, a pesar de su buena resistencia y agilidad, no era suficiente como para superar a un hombre lobo en velocidad y fuerza. Mucho menos a todo un grupo de ellos.

—¡No importa lo que pase, sigue corriendo!— Grita Emory mirando hacia atrás y avistar a un lobo de gran tamaño, más grande que el anterior, acercándose peligrosamente rápido a las dos.

Vuelve a mirar hacia adelante. Sus ojos ven lo que parece ser la entrada  a un claro y sin dudar un segundo se adentran a él esperando ver un pequeño campo despejado de árboles, pero en su lugar solo ve el gran horizonte del mar extenso y profundo.

Inmediatamente sus pies frenan justamente en la horilla del peligroso risco al igual que Apryl, la cual entra en pánico al ver la altura en la que se encontraban.

Estaban en un callejón sin salida.

Las aguas negruzcas del extenso océano golpeaban con fuerza las afiladas y duras piedras en el fondo del risco dándoles una imagen muy poco agradable para la vista.

Emory mira hacia atrás dispuesta a volver de donde vinieron pero los aullidos se escuchaban cada vez más cerca.

—Supongo que no tenemos más opción.— Miró a la loba negra a su lado y sonrió, a la vez que envainaba su espada en su vaina y colgaba sus riendas en su espalda, sosteniéndola con fuerza.— Tenemos que saltar.

Apryl, con sus rasgos lobunos, la miró como si estuviese mal de la cabeza y miró el mar que se extendía frente a ella. Tenía razón, no había más opción.

Terminó asintiendo y ambas retrocedieron para coger impulso.

—¿Lista?— Dice Emory.— ¡Ya!

Y de esa forma empiezan a correr y al llegar al borde del risco, saltan con todas sus fuerzas.

Sus cuerpos caen al vacío hasta que tocan el agua salada, esquivando por los pelos las piedras filosas del risco.

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Comments

Yudith Hernandez

Yudith Hernandez

o por dios se me erizo la piel que capítulo mas bueno me dejó boquiabierta

2023-09-07

3

Irma Ruelas

Irma Ruelas

😍😍😍😍😍😡🐺

2023-07-22

0

Eva garcia

Eva garcia

waoooo, q capitulo... se salvaron, ahora a contestar preguntas

2023-06-08

1

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