19.

Tres años después.

Cuando Asford llegó por primera vez a la tribu con tan solo 20 años de edad, se veía totalmente cambiado. La señora Miller se había asegurado de presentarlo ante todos como su hijo perdido el cual había ido a buscar a la gran ciudad. Enseguida el alfa de la manada, Luke Fox, no dudó ni dos segundos en aceptarlo. Bastaba con darle un vistazo a ese chico para saber que era todo un prodigio. Y de hecho lo era.

Miller lo sabía mejor que nadie.

Ella misma lo había entrenado personalmente por tres años seguidos y se había asegurado de convertirlo en el licántropo más fuerte, incluso más que el propio Luke, aunque este no tenía ni idea.

Miller podría obtener el control de toda la manada con solo quererlo, pero eso sería ir por el camino fácil y también iría en contra de sus ideales y sueños.

Debía tener calma y paciencia.

Sin embargo, pasó algo que iba en contra de sus intereses. Lo vió en cuanto los ojos de Asford se posaron en la hija de 11 años del alfa de la manada, Apryl Fox. Era una niña delgada y bonita de ojos saltones e expresivos y cabello negro como el petróleo.

Asford se veía casi poseído cada vez que esa chica pasaba por su lado o intercambiaba miradas casuales. Al principio pensó que Asford se había obsesionado con la niña pequeña, pero pronto se dió cuenta de que era algo más y entonces recordó la vieja leyenda sobre el alfa supremo. Una leyenda en la que se basaba enteramente todos sus ideales.

Se trataba del nacimiento de una mujer capaz de transformarse en lobo. Pero no era solo eso. La historia no era tan simple, más de lo que parecía.

Una mujer lobo nace una vez cada 50 o más años, y cada vez que nace, el mundo arde a sus pies y lo domina todo. Y se dice incluso que el licántropo masculino más fuerte, es decir su contraparte, inevitablemente cae a sus pies. El macho más fuerte sin poder evitarlo se imprime completamente con el alfa supremo.

Indudablemente Asford era fuerte, anormalmente fuerte. Lo había demostrado muchas veces con otros seres sobrenaturales antes de llegar a la aldea y Miller incluso se atrevería decir que era el más fuerte.

Y si sus sospechas no fallaban, esa niña podría convertirse en el futuro en el alfa supremo de la leyenda.

Fué tan fácil encontrarla, bastaba solamente con traer a este chico.

No obstante, no podía confiarse aún. Debía seguir manipulando la mente de Asford, y seguir dominando más su interior, de lo contrario podría perder el control de la situación.

—Te prohibo que le dirijas la palabra a esa niña.— Dijo Miller repentinamente y Asford la miró extrañado, pero sin decir nada.— Por tu bien, no lo hagas.

Asford asintió con la cabeza, como el buen subordinado que era. Bien sabía lo tenebrosa que podía llegar a ser esa mujer si le iba la contraria. Lo había aprendido a las malas en estos últimos tres años que pasó con ella. A primera vista podía aparentar una mujer de cincuenta y tantos años con sonrisa maternal, pero en el fondo era un auténtico demonio.

—Si señora.

Aunque de alguna forma sabría que incumpliría con esa orden.

No iba a ser ni hoy, ni mañana, ni pasado... pero definitivamente terminaría por hablarle.

Finalmente había encontrado su razón para vivir.

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