Dai Tengu

...VII...

 

 

...I’ve been trying to call...

...I’ve been on my own for long enough...

...Maybe you can show me how to love, maybe...

...I’m going through withdrawals...

...You don’t even have to do too much...

...You can turn me on with just a touch, baby...

 

El fuerte olor a trago, sudor y humo les dieron en pleno rostro como una brusca bofetada. La música era estruendosa junto con la bulla de las personas quienes ondulaban sus cuerpos al ritmo de la música en plena pista de baile, a todo volumen.

...Sin city’s cold and empty...

...No one’s around to judge me...

...I can’t see clearly when you’re gone...

...I said oh... I’m blinded by the lights...

...No I can’t sleep until I feel your touch...

...I said oh... I’m drowning in the night...

...Oh when I’m like this...

...You’re the one I trust...

 

Ignis empezando a hacerse camino entre la multitud intentando ignorar la melodía que hacía que las almas aglomeradas en aquella estancia levantarán sus brazos como queriendo tocar el cielo y con sonrisas en sus rostros movían sus cuerpos y almas al ritmo de aquella canción.

—Qué clase de lugar es este —preguntó levantando la voz para poder ser escuchado, estaba curioso de contemplar aquello, en definitiva, todo resultaba ser un mundo nuevo para él, esto no era Mozart, ni Beethoven ni mucho menos una pieza de Pachelbel, sin embargo, causaba un éxtasis en las personas casi como una droga que les hacía desconectarse de sus cuerpos llevados por una especie de trance.

—Es un club ya se los dije —responde Aidou encabezando el recorrido, mientras avanzaban hacia la zona más exclusiva, los de seguridad les permitían el acceso libremente como si de celebridades se tratasen y así era ya que Rumi y Seiji eran modelos publicitarios muy famosos. Una vez llegaron a su box privado en la mejor ubicación tomaron asiento en el amplio y cómodo sofá de piel y Yamato hace una señal al camarero para que les trajera unos tragos.

—Es una discoteca —le corrigió Haiden.

―También se baila en los clubes, ustedes necesitan salir más a menudo a un lugar en donde no necesariamente se termine cerrando un negocio.

―Esperen ―interviene Yamato ―. ¿Has estado en una discoteca antes Haiden? 

― ¿Qué pregunta es esa? ―responde el mencionado con un gracioso tono de falsa ofensa ―. Por supuesto que he ido a una discoteca, ha pasado un tiempo, pero he ido a unas cuantas.

―Le creo ―dice Yamato divertido bebiendo un poco del trago de vodka en su mano ―. Debió haber sido en el tiempo en el que las “discotecas” estaban de moda.

―Era diferente lo tengo que admitir, y también reconozco que fui obligado a ir la mayoría de esas veces, Ignis la tuvo fácil, él siempre solía esquivar esas balas.

―No era algo que llamara mi atención en ese momento ―dijo Ignis ―, pero siempre existe una primera vez.

―Bueno, ¿Y qué le parece Ignis-sama? ―pregunta con suavidad Rumi, la única fémina en el grupo, generalmente ella suele salir junto con Seiji y Aidou y al verse en compañía de dos vampiros mayores se sentía un poco más cohibida.

―No está más, un poco bullicioso para mi gusto, pero creo que podría acostumbrarme.

― ¡Qué bien! ―exclamo Aidou con entusiasmo ―. Entonces a la próxima también vendrá con nosotros Ignis-sama.

―Oye Aidou ―dijo su primo con los brazos cruzados ―. Lo haces de nuevo, no comprometas de esa forma al príncipe.

―Está bien ―interviene Ignis al ver el regaño de Yamato, puede que el mayor de cabello naranja pareciese más duro y estricto de lo que en verdad era, pero lo cierto es que se preocupaba mucho por el bienestar de su único primo ―. De hecho, me agrada el ritmo, es tan pegadizo y hechizante.

Tanto Aidou como el resto le observan con algo de asombro.

—Nos impresiona Ignis-sama.

—No tienes que sorprenderte por ello ―responde el príncipe —. Pase la mayor parte de mi vida en Europa y la vida nocturna ahí es sumamente liberadora.

Haiden cubre sus labios ahogando una risilla.

—Que diría de ti en nuestra amada reina si llegase a enterarse que frecuentas lugares de este tipo —el tono burlesco de aquel joven rubio no le causó molestia alguna a Ignis Caelestis.

—Por favor Haiden no pensé que fueses tan anticuado —responde Ignis quitándose la corbata y abriendo los primeros botones de su costosa camisa, alborotó sus cabellos, hasta ahora prodigiosamente peinados, dio un sorbo al trago que momentos antes había traído el mesero.

Aidou no podía caber del asombro, valla transformación, ¿En qué clase de universo paralelo se hallaba? ¿Ignis Caelestis el hijo de la reina roja diciendo que estaba bien divertirse y asistiendo con ellos a un club nocturno?  Se sintió un poco culpable ya que pensaba que en cierta forma estaba “corrompiendo” al príncipe.

—No veo por qué no ponerse acordé con el sitio en que estamos —ahora es Haiden quien rompe las reflexiones de Aidou, el más joven observa al mayor sacándose saco del traje y aflojando la corbata, imitando a Ignis, sus mechones rubios un poco más oscuros que los del propio Aidou se desarreglaron dándole un aire más casual y juvenil, habían pasado los años e Haiden todavía conservaba el mismo rostro adolescente.

—¿Tú también? —Aidou no lograba salir del shock —¿Quiénes rayos son ustedes y que hicieron con Ignis-sama e Haiden-san?

—Pequeño, nos ofendes —Se burla Haiden un poco más alegre debido tal vez a su reciente ingesta de alcohol, aunque a decir verdad Aidou no sabía que tan novato podía ser Haiden solo con un par de copas, ¿Qué se supone que hacía en aquellos cocteles empresariales a los que asistía? —. ¿Acaso pensaste que éramos unos viejos aburridos y obsesivos por lo clásico, incapaces de comportarnos como tipos de nuestra edad?, Por si no lo notaste, viejos no somos, tenemos aún mucha energía para dejar salir ―esto último lo había dicho con una voz coqueta y por un segundo Aidou sintió una mirada caliente que le devoraba por completo.

“Esto es mal, esto está muy mal” ―intentó convencerse el pobre y pequeño de Aidou, el rubor de sus mejillas ya se había instaurado ―. “¿Qué demonios estoy pensando? ¡Por supuesto que no está coqueteando conmigo! ¡Qué imaginación la mía!” ―se ríe nervioso. 

― ¿Quieres bailar? ―le pregunto Seiji y aquello fue su salvavidas, agradeció al cielo por haberle enviado aquella salida de una situación que puede volverse rotundamente bochornosa.

― ¡Por supuesto!

El trio se incorpora de sus asientos ante la sorpresiva mirada de los vampiros mayores y se dirigieron a la pista de baile junto a los demás jóvenes que disfrutaban de la canción de moda que retumbaba por todo el lugar haciendo.

Las luces centellaban en medio de la oscuridad y solo sombras lograban verse, cuerpos sudados y moviéndose frenéticamente y en medio de todos resaltando como unos diamantes en medio del carbón Rumi, Seiji y Aidou brillaban y capturaban las miradas de todos como si de ángeles se tratasen, tanto hombres como mujeres deseaban apearse y poder compartir esa luz y pertenecer, aunque sea por una fracción de segundo parte de ese mundo de gente hermosa y popular.

 

...Roses...

...I walked in the corner with the body screaming dolo...

...Never sold a bag but look like Pablo in a photo...

...This gon' make 'em feel the way like Tony killed Manolo...

...You already know though, you already know though...

 

 Tal vez sea el alcohol en su cuerpo y en la capacidad que este poseía para hacerlo sentir más suelto y menos rígido o puede que la forma en la que “el pequeño” Aidou se movía lograba que algo muy en lo profundo de Haiden despertara, nunca antes se había sentido así, puede que sea la canción o la forma tan sugerente en la que el cuerpo de Aidou se movía, pero el vampiro mayor tenía que estar ahí tenía que defenderlo de los voraces lobos que lo acechaban. Sus puños se apretaron al ver a un sucio y vulgar humano tocar la cintura del menor, sus impulsos primitivos se activaron y anhelo asesinarlo y consumir de su sangre.

―Haiden ―fue la voz de Yamato quien lo saco de sus pensamientos ―. Haiden, ¿Te encuentras bien?

―Si ―respondió el rubio mayor incorporándose de su asiento y saliendo del box privado teniendo como destino la pista de baile ―. Creo que también bailare un poco.

¿Cuándo Aidou le pareció tan encantador y pecaminoso?

...I walk in the corner with the money on my finger...

...She might get it popping, I might wife her for the winter...

...I already know, already know, nigga roses...

...All I need is roses...

... ...

Aidou sentido unas manos tocándole la cintura, su primer impulso fue voltear y enfrentar a quien se había atrevido a tocarle, pero fue un rostro conocido con el que se encontró, Haiden le sonreía de la forma tan única en la que solo él solía hacerlo. Aidou se sorprendió y busco con la mirada a Seiji o Rumi, pero los vio un poco lejos de él bailando con otro grupo de personas, ¿Cómo es que llegaron ahí?

―Haiden ―murmuro Aidou creyendo que esa visión se trataba de una fantasía, ¿Haiden tan siquiera bailaba?

 

...Turn up baby, turn up, when I turn it on...

...You know how I get too lit when I turn it on...

...Can't handle my behavior when I turn it on...

... ...

― ¿Por qué te detienes? Bailas bastante bien ―murmuro muy cerca de su oído con la excusa del fuerte ruido

―Haiden-san ―la suave voz de Aidou se filtra, estaba mal, era un chico y se supone que no debía de sentir cosas por un chico mayor que él, estaba muy mal, pero ¿Por qué entonces ser tocado por este se sentida tan malditamente bien? ―. ¿Deseas que te enseñe?

―Por favor.

 

...Too fast, never ask, if the life don't last...

...Done been through it all...

...Fuck with a nigga raw, this who you wanna be...

...And I know you won't tell nobody nothing...

...And I know you won't tell nobody no...

 

 

...----------------...

 

―Hace mucho tiempo que no nos encontramos en el mismo círculo social ―empieza a hablar Yamato intentando crear una conversación entre ambos y de esa forma romper el aura de incomodidad instaurada una vez se vieron solos y sin ningún intermediario ―. ¿Cómo se encuentra príncipe? No tuve la oportunidad de decírselo antes pero nunca es tarde supongo, en todo caso, Bienvenido al aquelarre.

―Agradezco tu bienvenida ―responde Ignis con cortesía ―. Y respondiendo a tu pregunta me encuentro bien, el aquelarre se ha convertido en mi hogar y siempre les estaré agradecido por haberme acogido.

―Me lo imaginaba ―continua Yamato con despegar la vista del frente y con el vaso de vodka todavía cerca de sus labios ―. No me lo tome a mal, su alteza, ruego me perdone su mi comentario llegase a ser impertinente pero siempre me he preguntado porque alguien originario del aquelarre de la reina rechazaría todo tan solo para incorporarse a un clan no tan antiguo y recién formado en comparación con otros aquelarres históricos.

Ignis mantuvo silencio por un momento por el inesperado comentario de Yamato, la crudeza en sus palabras camufladas con tintes de educación era tan notoria que le resultaba sencillo deducir sus verdaderas intenciones. Lo estaba probando, intentaba ver a través de sus respuestas, no poseía una relación estrecha con el primo mayor de Aidou era verdad, las únicas veces que coincidieron y que establecieron un cortés intercambio de palabras fue en eventos sociales, mas sin embargo era como si en ese preciso momento Yamato intentaba ver al verdadero Ignis y no al príncipe al que todos trataban con respeto.

Si Yamato pedía honestidad Ignis se encargaría de dársela por muy cruda que sea. 

―Para ser honesto contigo y en la confianza de que esta conversación no saldrá de este lugar te diré que no guardo una buena relación con mi madre ―su voz es amarga como el sabor de su bebida en sus labios y su mirada se tornó oscura ―. Maldita perra.

Los ojos de Yamato se abren por la sorpresa y hubiese dejado caer el vaso entre sus dedos si no fuese un vampiro y lo suficientemente ágil para atraparlo en el aire. Hablar mal de la reina era similar a blasfemar contra la iglesia en el mundo de los vampiros su alteza la gran madre era la primera y la otorgadora del don de la inmortalidad, amada y venerada, un insulto de ese calibre en boca de un vampiro de rango B o un noble incluso un aristócrata ameritaba el más severo de los castigos, la muerte misma de una forma dolorosa y el fin de la existencia del condenado. Pero Ignis era el príncipe, el segundo en obtener la inmortalidad y el más antiguo de todos muy por encima de los aristócratas y el gran consejo y Yamato supuso que quizás esa era la razón para su manera de expresarse de su propia madre.

―Yo, nunca creí…. ―las palabras apenas y lograban salir de los labios de Yamato. ¿Qué decir cuando el príncipe insultaba abiertamente a su madre sin miedo a una represalia?

― ¿Sorprendido? ―Ignis se ríe descaradamente apretando el vaso que ya se encuentra vacío y colocándolo en la mesa, era suficiente bebida por esa noche y nunca fue fanático del alcohol ―. ¿Es imposible de creer que un hijo desprecie a su propia madre hasta el punto de desearle la muerte solo para escupir en su propia tumba? Tus ojos y tu postura me indican que nunca esperabas esa respuesta de mi parte, pero es la verdad, la razón por la que hui de ahí era porque si me mantenía más tiempo a su lado posiblemente terminase asesinándola.

―No lo entiendo, perdone mi poca comprensión, pero me es imposible imaginarme una razón válida para eso.

― ¿A ti te gusta Saya no es así? ―Ignis suelta la pregunta de forma tan inesperada que Yamato apenas y puede pensar en una respuesta, ¿Que pretendía con eso? ¿Qué era lo que traía entre manos aquel extranjero?  ―. Puedes ser honesto conmigo, no tienes que pensar mucho si en verdad estas seguro de tus sentimientos.   

Ignis estaba seguro de los sentimientos de Yamato para con Saya, no era estúpido y no le fue difícil leer entre las líneas de Aidou cuando este le comento sobre la historia entre el vampiro que tenía a su costado y la vampiresa que había sido su ex novia.  Ambos poseían una relación de amistad desde la infancia incluso la familia de Yamato busco comprometerlos, ¿Acaso Yamato le guardaba rencor por eso? ¿Esa era la razón para su desconfianza y el obvio recelo que este guardaba? Ignis lo averiguaría.

―Me gusta ―responde el pelirrojo con un rostro totalmente serio para darle peso a sus palabras ―. Siempre la he amado, desde niños, pensé que me casaría con ella, pero apareciste y la deslumbraste, al final fuiste tú a quien ella eligió y no me quedo más remedio que observar como un espectador desde la lejanía y sonreír cuando no quería hacerlo realmente.

Ignis sonríe lo que captó la atención de Yamato, ¿Qué era tan gracioso? ¿Acaso se estaba burlando de él aun cuando fue el propio Ignis el que pidió una respuesta? Que se creía, no le importaba si era amigo de Aidou se aseguraría de darle un golpe sin importar si era el príncipe rojo.

―Lo sabía ―responde Ignis dándole un afectuoso golpe en el hombro ―. Tenías la expresión de un loco enamorado hace un momento, eres todo un tortolito.

― ¿Es una broma? ¿En todo caso para que preguntaste si te vas a estar burlando?

― ¿Qué harías si alguien intentase lastimar a Saya? ¿Qué es lo que le harías a esa persona?

La reacción de Yamato era algo que Ignis ya se lo veía venir más sin embargo tuvo que reconocer que la fuerza bruta empleada cuando este lo tomo por el cuello del saco y lo empujo contra el muro más cercano sin duda fue inesperado. Si no fuese vampiro ese golpe hubiese roto el cráneo a cualquier humano.

― ¡No te atrevas!

―No seas ridículo ―sonríe Ignis tomándolo como si fuese la rabieta de un niño malcriado ―. ¿Sientes ese odio? ¿Ese rencor que corre por tus venas y te hacen querer asesinarme ante la sola idea de que algo malo le suceda a tu amada Saya? Es ese mismo odio que yo sentí cuando mi madre condeno a la muerte a la persona a quien más yo amaba y de paso me condeno a mí también con una vida eterna sin él ―las palabras fueron tan sorpresivas que Yamato suelta a Ignis y retrocede para asimilar lo que el príncipe acaba de decir ¿amor? ¿hace tanto fue eso? ¿Cómo era posible?

― ¿Qué es lo que está usted hablando?

―Nunca pude amar a Saya como ella esperaba que lo hiciera y no me acerque de la manera correcta porque mis sentimientos nunca serian para ella, mi corazón ya se encontraba ocupado, ¿Por qué odio a mi madre eso es lo que deseas saber? Porque ella carga con la mitad de la culpa de haberlo condenado a una muerte miserable a causa de sus deseos frívolos y su envidia. 

 ― ¿De quién está hablando alteza? ―preguntó Yamato cada segundo más confundido por aquellas declaraciones.

―Mi pareja ―responde Ignis y una sensación de amargura se instaura en él nuevamente al recordar ese rostro que lo perseguía en sus sueños ―. Él está muerto.

― ¿Qué? ¿Qué es lo que me estás diciendo?

―Lamento mucho todo lo que le hice pasar a Saya por mi incapacidad al no poder olvidar a la única persona a quien en verdad he amado, no obstante, quiero que sepas que no hubiese podido hacer feliz a Saya como tu sin duda lo hubieses hecho.

El príncipe se incorporó con pesadez dejando a Yamato quien todavía asimilaba la reciente revelación. La razón de la infelicidad de Saya se ameritaba a un amor no olvidado por parte de Ignis, sentía que la ira se apoderaba de él nuevamente. Pero todavía quedaba una interrogante que contestar.

Había tenido suficiente por una noche y esperaba que al menos la otra persona lo excusara con el resto del grupo. Antes de que lograse salir del aquel lugar Yamato logra detenerlo sujetando su brazo. Ignis gira y se encuentra con su confrontador.

― ¿Quién es esa otra persona?

― ¿Perdón?

―Hace un momento dijiste que tu odio hacia tu madre era porque cargaba con la mitad de la culpa por la muerte te quien fue tu pareja, ¿Quién es el otro responsable?

―Fui yo ―respondió el príncipe rostro con una cínica sonrisa ―. Fui yo quien lo maté.

Y zafándose de aquel agarre Ignis se retira dejando a Yamato con un rostro de horror y sorpresa.

 

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