Depredador

...I...

 

Noche sin luna, noche inglesa.

El ruido incesante de los cuerpos siendo cercenados se filtraron por los pequeños agujeros de aquel bar sucio y casi desértico, no había luz, nunca lo hubo, la sangre corría por el suelo mohoso y lleno de suciedad que opacaban el blanco original.

No era blanco ni gris, era rojo sangre lo que se podía vislumbrar.

Cualquiera que hubiese ingresado en ese preciso instante sin duda alguna relacionaría aquel escenario con la de una especie de escena de crimen por increíble exceso de cadáveres; vidrios rotos y muebles destrozados. Cualquiera que hubiese ingresado en aquel instante muy probablemente ya estaría muerto.

Todo el recinto tenía un horrible y fétido olor a trago barato y sangre que juntos formaban una poderosa infusión que incomodaba el sentido del olfato.

Una mujer yacía tirada en el suelo de aquel bar, había logrado sobrevivir por pura suerte más que inteligencia; un enorme cuerpo obeso le sirvió cómo escondite para no ser detectada por los dos monstruos que llegaron ahí para saciar su sed desenfrenada, una sed que ningún trago barato podía calmar. La mujer rubia y voluptuosa estaba aterrada y confundida, traía las ropas rasgadas mostrando un escote muy profundo, su cuello estaba expuesto a la luz roja del foco del antro. 

Era rubia, con tinte barato, vulgar y corriente.

Pero era humana y todos los humanos tenían algo en común.

Todos sangraban cuando los mordían.

La mujer tembló y decidió refugiarse lejos de aquellos demonios nocturnos que aún permanecían ahí, a pesar de que ya no había nada más de que alimentarse. Las dos bestias contemplaban sádicamente su obra y de rato en rato lamían una que otra gota de sangre sobrante del cuello de sus víctimas.

Una lamida igual de sádica, pero muy provocativa…

La mujer pensó que aquellos visitantes se quedarían por de un largo tiempo más. Llego a la conclusión de que escapar sería la única forma de permanecer con vida. Contuvo el aliento, aguardando que los sonidos más cercanos se alejaran de su posición actual.  Ahogo un suspiro y lanzó una plegaria improvisada mientras arrastraba con cautela moviendo un cuerpo tras otro para no ser vista.

Mal movimiento, una herida muy profunda en su pierna quedo expuesta dejando que su olor inundara el ambiente llamando al vampiro más cercano.

Uno de aquellos monstruos detecto ese cambio en el ambiente, giro la cabeza buscando con desesperación el origen de aquella dulce fragancia.

―Virgen de los cielos, protégeme por favor ― dijo la mujer observando esos ojos hambrientos a lo lejos.

Unos ojos brillantes la observaron arrastrase hacia la parte más alejada de los cuerpos succionados, la miro aferrarse a la vida y nunca antes una imagen tan vulnerable le pareció más tentadora.

Sonrió huecamente, caminando con pasos lentos hacia su presa, pero ni bien avanzo un pesado bulto cayó sorpresivamente desde el balcón, justo delante de la mujer que quedo pasmada y aterrada al verse descubierta, aquel ser que había caído del segundo piso, le sonrió, la cogió de los cabellos y la levanto con fuerza sobre humana mientras miraba con deleite a su pequeño bocadillo. 

―Mira que deliciosa botana he encontrado ―dijo aquel monstruo, los ojos inyectados de sangre resplandecían como llamaradas y unos colmillos perfectos brotaron de su boca.

Era absolutamente hermoso y al mismo tiempo siniestro.

―Yo la vi primero ―dijo su compañero corriendo a velocidad sobre humana y atrayendo a la mujer hacia él, como un feroz león que protege su comida ―. Yo la muerdo primero ―añadió.  

Él era alto, rubio y de unos impresionantes y demenciales ojos escarlatas. Si lo vieran en un escenario distinto a aquel muy bien podría haber pasado por un modelo o celebridad, más ahora lucía como el personaje idóneo de una historia de terror y salvajismo.

Amaba la caza, como cualquier vampiro que sale a la ciudad a probar su alimento fresco directamente del recipiente y por supuesto cuando el banquete es abundante se necesitan varias bocas. Raras veces una bestia de la noche cazaba sólo, estos preferían hacerlo en grupos o en compañía de sus parejas.

 ―Demasiado lento ―dijo su compañero sujetando el brazo de la aterrada mujer y halándola hacia su dirección, pero con una suavidad caballerosa que hubiese pasado por uno si ella no lo hubiese visto beber de la sangre de otros de una forma tan voraz.

Ella nunca olvidaría aquel rostro sonriente que la observaba con ojos enormes y pacíficos, tampoco olvidaría la cabellera azabache con tonalidades azules y esos bonitos ojos azules.

Por supuesto que ella no tenía ni idea que seres como ellos estaban diseñados para atraer a ingenuas y estúpidas víctimas encantadas con su apariencia para luego dar rienda suelta a la primitiva necesidad de saciar su apetito. Más ahora ambos parecían dos niños pequeños peleando por un juguete.

―Yo muerdo primero ― repitió el rubio ―. Soy el mayor.

―A ti no te gustan las morenas Dio ―se mofó el de cabellos azules tomando el brazo de la mujer e inhalando su fragancia, aquel olor le invadió cada parte de su cuerpo y sintió que el control no duraría mucho ―. No son nada nutritiva ―añadió burlonamente.

―No creo que mis gustos en mujeres te importen demasiado estúpido Jonathan ―respondió Dio arqueando una ceja y mostrando sus colmillos de marfil.

―Me preocupo por tu nutrición ―dijo el mencionado ―. Mira que buen hermano soy.

―Sangre es sangre ―suspira Dio ―. Y eso es lo único que debe de importarnos.

―Oh vamos, ¿no sabes acaso compartir?”

―Temo que no sea suficiente para ambos.

―No es de la calidad que me gusta ―dijo el enorme hombre de ojos azules de ensueño mientras huele el largo cabello de la fémina.

―Entonces cierra la boca y lárgate ―dijo el rubio.

―Dije que no era de mi gusto, no que no me la comería.

―De acuerdo ―dijo Dio ―. Entonces la compartimos, tú muerdes primero y yo lo haré de segundo. Pero por favor, no la mates aún, sabes que me fascina la sangre caliente y sentirla aun fresca y viva.

―Eres un sádico, eso es tan poco caballeroso ―dijo Jonathan,

―Enfermo y sádico hasta el punto en que alguien como nosotros debe ser, y no me vengas con moralismos, eres el menos indicado para restregármelo en la cara. El rojo de sus ojos se intensificó a medida que sus dedos recorren el cuello de su víctima, la mujer no dejaba de temblar no obstante no lanzaba queja alguna o grito que se le pareciese, tan solo temblaba y apretaba fuertemente los ojos. Eso le agrado a Dio ―. Buena niña ―susurro con voz suave y casi angelical ―. Solo por eso no te he de dejar sufrir demasiado.

Sus colmillos se encontraban a solo centímetros de ese cuello.

―Lo siento tanto pequeña niña, te prometo que no lo sentirás demasiado ―por su parte Jonathan intentaba calmar al contenedor de su alimento con suaves palabras.

Sus ojos se bañan las lágrimas, siente la muerte tan cerca y sabe que no hay salida. Este era el final para ella, al menos las palabras de Jonathan la reconfortaron.

“Buenas noches cariño”

Un quejido y el sonido de la arteria siendo despedazada y luego todo quedo en absoluto silencio.

 

 

...----------------...

 

Se escucha el crujir de unas botas aproximándose y rompiendo la quietud y el silencio del entono, un joven avanza por aquella misma callejuela con los sentidos alerta, Su rostro atractivo y de facciones armoniosas yace oculto tras su capucha protegiendo de esa forma su identidad ante un eventual imprevisto, solo se podía vislumbrar una pequeña parte de aquel cabello como la plata que se asemejaba al brillo de la luna dándole un aire de divinidad, solo los gruesos mechones caían por su rostro rozando sus mejillas con gracia y acentuando a un más su piel blanca como la nieve. Sus ojos grises miran con miedo los alrededores.

Listo y alerta, como le habían enseñado.

La calle era sucia oscura y fría y el joven es capaz de sentir el pútrido y repulsivo hedor de muerte y odio que emana el lugar.  El crujir de sus botas es aún más sonoro a cada paso dado; ahora, justo en este momento ese insignificante sonido es su más grande aliado, el silencio es su peor enemigo en un patrullaje, eso lo sabe bien desde muy niño. Nada atraía más a esas sucias bestias que una voluntaria presa.

Su gabardina oculta muy bien un par de pistolas cargadas y listas para disparar a cualquier cosa que intentase atacarlo primero además de las municiones, trae también consigo dos pequeñas cuchillas escondidas muy bien dentro de su abrigo y dos dagas metidas dentro de las botas militares en caso de emergencia.  Nada exagerado, tan solo es un patrullaje sencillo. Con eso le basta y sobraba.

Su espada está reservada para presas más grandes, más fuertes, más dignas de ser cortadas y atravesadas por esta.

Normalmente, cuando alguien deambula por una calle vacía de noche y sin una pisca de luz más que el de la luna no va necesariamente con emoción, al contrario, lo hace con cautela y alerta, con plena conciencia de lo que está haciendo y preparado para afrontar cualquier cosa que se le cruzara al frente, lo que fuera 

Espera algo más grande…

Algo que ha aprendido y muy bien, es a estar siempre preparado para todo, matar antes de que la maten a él, esa es la primera regla. 

Aprieta fuertemente el gatillo del arma apuntando al frente y avanzando a paso cauteloso. No quiere estar más tiempo así, hay una extraña sensación recorriéndole el cuerpo. No, no es miedo, hace mucho tiempo que ha perdido eso. Por el contrario, es como un fuerte presentimiento que hace temblar su corazón, cómo si le gritase que esa caza no sería como las otras.

Tal vez esta noche, él sea la presa.

Observa un bar de baja reputación unas cuantas calles a la distancia, no hay señal de puertas ni de ventanas, no hay alumbrado ni feligreses ebrios tirados en la calzada.

No reinaba nada salvo el silencio.

Observa detenidamente el lugar por un par de segundos y el mal presentimiento se instaura de nuevo en él, algo no anda bien, ¿sería acaso el estado tan lamentable del entorno o el hecho de que el lugar se encontraba abandonado? Tal vez sea el horrible olor a sangre.

Decide investigar.  

Aquellos labios carnosos y rosados muestran una mueca de terror.

El hombre queda rotundamente asqueado con ver aquello y siente como su estómago da un vuelco, apenas puede contener las ganas de vomitar.

Cuerpos desgarrados, cuellos partidos, sangre por todos lados, manchándolo todo, mujeres, hombres. No han dejado a nadie con vida.

―Infelices garrapatas ―dice avanzando a paso cauteloso, empuja con el pie uno que otro cuerpo para poder desplazarse ―. Malditos asesinos.

Escucha un fuerte ruido metálico tras él provocado por sillas rotas cayendo hasta impactar contra el duro suelo, gira sobresaltado apuntando hacia la obscuridad, el gatillo a solo milímetros de sus dedos está ansioso por moverse y disparar, unas cuantas gotas de sudor se resbalan por su frente y siente su corazón latir más deprisa de lo normal, de pronto un temblor le recorre el cuerpo y un miedo descomunal se apodera de él,

―Maldita sea ―susurra en voz baja haciendo que el sonido de sus palabras penetra como eco por todo el lugar, ¿Por qué rayos está temblando? ¿A qué le tiene miedo? ―. Maldición Nix ―se dice ―. Concéntrate, el miedo solo hará que te maten.

“Aniquila antes que te aniquilen” ―como un viejo mantra repite ―. “Aniquila sin piedad”.

― ¿Quién demonios anda por ahí? ― clama elevando el timbre de su voz casi en un grito. Atento a lo que pueda salir, dispuesto a derribar de un balazo a la primera cosa que se mueva en su dirección. 

De nuevo el ruido molesto y no hay respuesta.       

―Está bien amigo, definitivamente no estoy de muy buen humor esta noche, o te muestras o te mueres.

Esta vez como respuesta recibe otro ruido seco y una silueta obscura salta hacia ella cayendo a sus pies

El arma sigue sin inmutarse.

― ¡Meeerrroooowww!  ―se oye el maullido del gato causante de su repentino ataque de pánico.

― ¡Tú! ¡Mierda! ―dice Nix bajando el arma y dirigiéndole una mirada de reproche al gato que no hacía otra cosa que ignorarlo y lamerse la para derecha ―. ¿No tienes otra cosa que hacer que andar asustando a la gente?

―Meeerrroooowww 

―Tuviste suerte ―dice el cazador guardando la pistola y dándole una caricia en la cabeza a aquel pequeño animalillo afortunado ―. Si hubieses sido un vampiro o un “nivel E” no hubiera dudado en disparate.

―Meeerrroooowww ―responde el gato completamente desentendido y lamiéndose la pata nuevamente.

Nix suspira agotado y una suave sonrisa se plasma en sus labios segundos después. No puede evitar acariciar la pequeña cabeza y escuchar los relajantes ronroneos. Por un momento no existía el peligro y se permitió bajar la guardia, solo por un segundo.

―Creo que es mejor tener a alguien vivo aquí aparte de mí para variar ―dice reanudando su inspección ―. Será mejor que no te alejes mucho amiguito o tus nueve vidas se podrían terminar de golpe.

El gato obedece siguiéndolo por toda la escena del crimen. 

Luego de más de una hora caminando por todo el lugar decide que no hay pista del causante que ha ocasionado aquella masacre.

―Maldición ―dice en un ataque de frustración ―. No te la tendrás tan sencilla infeliz.

El silencio se vio irrumpido de pronto por el ingreso de una llamada, el sonido del teléfono resuena cómo eco por todo el lugar haciendo que Nix conteste en el acto. 

―Aquí Nix ―dice.

― ¿Dónde diablos te has metido niño?, debiste haberte reportado a la base hace dos horas ―al otro lado se escucha a una mujer con timbre fastidiado ―. Freya y Nevan ya se encuentran en la base, tu capitán está furioso.

 ―Estoy en un “hueco” ―responde el cazador ―. Es uno fresco, aun huele a ellos, no hay ningún sobreviviente, acabo de revisar.

― ¿Un hueco, dices? ―la mujer al otro lado de la línea cambia el tono de su voz a uno de total preocupación ―. ¿En dónde?

―En la calle Sainth Ángel, del norte de la ciudad ― responde ―. Es una carnicería.

― ¿Localizaste al “Nivel E”? 

―Aún no lo rastreo, pero lo encontrare.

―Calle Sainth Ángel ―repite la mujer ―. Pues el nombre no le hace justicia, es la calle más perdida de todo Inglaterra, la policía ha reportado más de 150 asaltos por noche, 40 peleas considerables, y no te gustara saber lo demás.

―Una calle así debe ser muy vigilada por el gobierno ―dice el cazador ―, puede haber cámaras para mantener controlado el lugar ―. ¿Puedes localizar el video Uma?

Uma se muerde el labio.

―No me pidas violar la ley, niño, no se puede tomar pruebas del estado.

―Un nivel E anda libre ― le recuerda Nix ―. Eso amerita violar las reglas.

―Sabes cómo moldear las cosas a tu gusto ―dice la mujer que responde al nombre de Uma ―. Lo hare, pero corre por tu responsabilidad.

―Gracias. 

―Vuelve a la base ―ordena la mujer ―. Y más te vale que estés aquí en menos de 20 minutos o te suspendo ¿oíste?

Nix suspira.                                  

―Ahí estaré ―cuelga el teléfono ―. Vamos ―añade cargando al gato negro y saliendo de la escena de crimen ―. No es seguro quedarse más tiempo aquí.

 

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Comments

Roberta Medrano

Roberta Medrano

normalmente la persona hace caso, hasta que llega un tercero y te mete ideas estúpidas... lástima perdió el amor verdadero en esa ocasión.

2024-11-21

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