...III...
Nix camina por los pasillos de la orden en dirección hacia el salón principal, acaba de llegar y ni bien puso un pie en ese lugar, todo el movimiento dentro de las instalaciones ya lo abrumaban, pero era un ambiente tan familiar y caótico a lo que ya se había adaptado, los encargados del departamento científico cruzaban de un lado a otro a toda carrera y uno que otro se detenía unos momentos a saludarlo.
Él respondía al saludo con una sonrisa amigable mientras se dirigía a la oficina principal del supervisor de la rama británica.
La “Orden Obscura” es una antigua y secreta organización fundada en el siglo XVII por los primeros cazadores o caminantes errantes que viajaban de ciudad en ciudad para erradicar las sombras y seres que perturbaban la existencia de la raza humana, la orden nació con las historias, con las leyendas y con los seres obscuros que empezaban a poblar de a pocos los confines del mundo, pocos sabían de la orden en aquel entonces, y pocos saben de la orden ahora. Conforme los siglos transcurrieron, la orden obscura se obsesiona por ser tan alejada de la luz de la razón como su nombre y fue volviéndose cada vez más oculta, sin embargo, conforme la modernidad ha ido avanzando la antigua orden ha ido adoptando tecnología y apoyo de la iglesia para seguir combatiendo al mal aun desde las sombras. Nadie sabía que personas que renunciaban a su pasado sacrificaban su vida por proteger a una ciudad dormida.
La sede principal queda en una isla cerca de Cerdeña, una isla alejada y privada en donde se alza una gran torre que alberga a más de 800 personas, entre científicos, técnicos, personal de investigación y cazadores. A principios del siglo XX la orden obscura, fue expandiéndose por todo el mundo, levantando sedes casi en todos los continentes, llamando a dichas instalaciones “ramas”.
El muchacho llama a la puerta.
―Adelante ― dice alguien.
El joven ingresa y se da con la sorpresa de un recibimiento muy poco usual, sentado ahí se encontraba lord Bingley, su asistente Uma la encargada de mantener el contacto con los soldados en todo momento para procurar siempre su seguridad, pero era la tercera persona lo que captó la atención de Nix en aquel instante, una persona que no se suponía que estuviese ahí. Raftela Marian era una de las capitanas de la organización, solía pasar largas temporadas recorriendo el mundo en busca de niveles E por lo que su presencia ahora era muy extraña, ya que según los últimos informes debía de estar en estos momentos en la India.
Raftela Marian era su capitana.
―Señor ― Nix hace un saludo militar al verse al frente de sus superiores.
―Su llegada nos tranquiliza cazador ―dice lord Bingley ―. Debe tener más cuidado en deambular por las calles de Londres a estas horas, sin refuerzos y sin autorización de su superior para extralimitarse de su tiempo de patrullaje. La vida de un cazador es tan importante y valiosa para nosotros y más aún cuando son tan escasos e invaluables, no podemos permitirnos el lujo de perder uno, y en especial uno con un enorme y poderoso don como el de usted ¿No está de acuerdo conmigo capitana Raftela?
―Afirmativo ―lo secunda la capitana, una mujer alta con bellas facciones y porte aristocrático, sus brazos están entrelazados y lleva el cansancio marcado en su rostro ligeramente molesto ―. Una muy imprudente acción de su parte ― añade ―. Creí haberte entrenado específicamente para que evitaras exponerte de esa forma antes de una misión principal.
―Sí, señora ―responde el cazador con la vista fija al frente y sin inmutarse ―. Así lo hizo, no volverá a ocurrir.
La vista de Nix recorre en una fracción de segundos el rostro de su maestra, no puede evitar observar a su capitana. Algo en sus ojos, tal vez, o en su expresión comúnmente confundida con dureza hacen revivir en ella viejos recuerdos que creyó olvidados. A estas alturas retornan, pero no teme, ahora es incapaz de sentir.
Frío y distante, al igual que su maestra.
El joven pupilo ha aprendido muy bien.
...----------------...
Recuerda ese día, la nieve, el bosque, el frío y el miedo que sintió al ver al mismísimo demonio. Posiblemente, él no estuviese ahí si no hubiese sido por esa mujer, posiblemente ahora estaría sepultado junto a sus padres en alguna fosa común. Morir o vivir no le importó en ese instante, su rostro cubierto de sangre, la sangre de su madre que lo bañaba de pies a cabeza, roja, como los ojos de aquella bestia, como su lengua serpenteante, la misma lengua y la misma boca que la estaba devorando viva.
Y miedo, unas lágrimas bajaron por su rostro herido mientras observaba oculta entre las sombras el cuerpo mutilado de su madre. Lágrimas, el ardor le recorrió la piel, ahogo un murmullo cubriéndose los labios con fuerza, sus ojos abiertos, inundados en lágrimas, contemplaban.
Morir o vivir.
Morir, quería morir, quería a su madre.
Y supo que su deseo se cumpliría cuando la bestia abandono aquel cuerpo y se dirigió hacia él, aquel ser corrió con suma velocidad desplegando sus garras como cuchillas, listas para clavárselas en el estómago. La nieve se tiño de sangre, gotas caían, luego un charco, y un cuerpo cayó también.
La capitana Raftela sostenía la cabeza de aquel demonio, está aún goteaba, el cuerpo aún seguía moviéndose, la sangre inhumana mancho a un más el rostro del niño. Y entonces Nix la observo a la joven y silenciosa capitana. La mujer de la mirada fría sosteniendo entre sus manos la cabeza de un Nivel E.
El pequeño niño tembló.
Raftela observo ese pequeño rostro infantil manchado de sangre, observo el sendero de las lágrimas en ese rostro frágil e inocente y observo también el dolor contenido. Un llanto desgarrador que pedía desesperadamente salir.
Dejo caer la cabeza, sacudió la espada y gotitas de sangre mancharon a un más las ropas del pequeño.
“Llora” ―ordeno con voz enérgica.
“¿Qué?” ― pregunto Nix.
“Llora” ―volvió a ordenar ella ―. “Ahora es el momento para hacerlo, puedes llorar todo lo que quieras hasta que ya no tengas ni una sola lágrima más.”
Y casi sin saber cómo, sin poder contenerlo por más tiempo, él lloró de forma desgarradora la muerte de su madre, corrió hacia su cadáver irreconocible y el abrazo con fuerza, refregó sus lágrimas con la manga de su camisa y llamo el nombre de su madre una y otra vez, Nix sabía que era inútil, pero necesitaba hacerlo, ella no volvería a responderle nunca más.
“Tienes familia” ― pregunto Raftela con voz dura.
El niño negó.
“Levántate” ―dijo ―. “Escucha niño, puedes quedarte a seguir llorando la perdida de tu madre, puedes quedarte en este pueblo, crecer, olvidar o intentar hacerlo, tener una vida normal, continuar con lo que debe ser.” ―Nix solo la observaba ―, “o puedes venir conmigo e intentar aplacar tu dolor con la satisfacción de que estas cosas no volverán a hacer daño a otro niño como tú, será duro, dolerá bastante, y posiblemente se te niegue el derecho de una vida normal, la vida que en verdad te pertenece, pero aprenderás a defenderte por ti mismo, aprenderás a superarlo, más no a olvidar, siempre tendrás ese estigma como todos nosotros y eso es lo que te hará fuerte. Te doy esa oportunidad.”
Nix guardo silencio, sus ojos hinchados, sus manos temblorosas, observo el cuerpo de aquel monstruo para luego volver a dirigir su vista hacia el rostro de la mujer. Quedó maravillado por esos ojos, eran idénticos a los de su difunta madre, contemplo su rostro duro y firme, un rostro imperturbable y severo de alguien que había visto y pasado por todo, puede que la actitud y apariencia de Raftela sea severo y atemorizante pero solo Nix logró notar cierto dolor en aquel rostro y cierta ternura escondida también.
Levanto las manos hacia ella e intento levantarse.
“Lléveme” ― murmuro ―. “Lléveme con usted”
Se convirtió casi en unas súplica.
La mujer lo cogió de la mano y lo atrajo hacia ella, lo levanto sin dificultad alguna y lo subió al caballo y galoparon, lejos del bosque, lejos de la nieve roja, lejos del aquel demonio y lejos de esa aldea en donde habitaban tantos dolorosos recuerdos.
Raftela no tenía que salvarle, no estaba en sus planes encontrarse con el quiróptero ni con él, ni siquiera era su misión en realidad, se suponía que tenía que llegar al pueblo, acabar con el nivel E y regresar. Pero lo hizo, sin saber el porqué, quizás porque en parte la liquidación de los vampiros en sí era parte de su juramento ante la orden, eso quizás puede ser entendible, pero hubiese quedado así, y ¿entonces qué? ¿Por qué entonces se le acercó? ¿Por qué lo recogió y lo subió al caballo junto con ella y lo llevo a la organización?
“Quizás le recordé a alguien” ―piensa Nix ―. “Solo eso puede explicar esa acción”
―No seas tan estricta con él Raftela ―interviene lord Bingley ―. Apuesto que tiene una buena explicación para haberse retrasado en su ronda.
―No tengo excusa para mi demora, señor ―dice Nix ―. Aceptare el castigo como es debido.
― ¿Qué fue lo que hizo que se quedara afuera más de la cuenta?
―Descubrí un hueco, señor ―dice Nix ―. En la calle Sainth Ángel, pasaba por ahí y fue solo casualidad, el olor a sangre era demasiado fuerte. Ingrese, pero no había rastro de un nivel E.
―Es Londres ― interviene Raftela ―. Los vampiros son algo frecuentes por aquí.
―Capitana ―dice Nix ―. No encontré un hueco con dos o tres víctimas muy por el contrario eran decenas de personas entre mujeres y hombres. Ninguna logró salir, lo comprobé luego de ver la puerta de salida, no existía señal alguna de que alguien hubiese escapado, un Nivel D o E de nivel o tan siquiera un neófito no hubiese hecho ese trabajo tan limpio, las víctimas presentan sus extremidades intactas, solo sus cuellos se encontraban quebrados.
Todos se miran las caras buscando alguna explicación en los ojos de los demás.
― ¿Por qué hubo un ataque sin que los “buscadores” nos alertasen? ―dijo el señor Bingley rompiendo el silencio.
―Los buscadores solo pueden rastrear a vampiros de rango inferior ―responde Raftela ―. El que estos seres hayan logrado burlarnos demuestra su capacidad para camuflarse muy bien entre los humanos.
―Tengo las grabaciones que me pediste ―dice Uma insertando el disco en el proyector ―. Fue muy complicado lograr acceder a los archivos del gobierno, pero no imposible.
Los videos de vigilancia mostraron una escena normal de una cantina, estaba gravada en blanco y negro y carecía de sonido agregado, la imagen tampoco era de muy alta resolución, pero se podía observar a los borrachos por todo el lugar, al parecer hablando en voz alta. Las escenas rotan por distintos puntos de la calle, no es una imagen estable, en 2 minuto con 32 segundos las cámaras vuelven a enfocar la puerta de entrada y una segunda dentro del establecimiento.
Dos figuras ingresan se detiene por un momento y contemplan el lugar.
El corazón de Nix late desenfrenadamente, en este punto de la reproducción, todos mantienen la atención enfocada en la grabación.
Y entonces la masacre dio comienzo, uno de los sujetos ataca a la primera víctima mientras que el otro, cercano a la salida, la bloquea evitando así que alguien lograse huir. Su compañero ataca al cantinero, destroza su cuello con ferocidad y succiona la sangre desparramando enormes charcos de dicha sustancia, cuando ya no queda nada más por consumir lanza el cadáver como si se tratase de un pesado saco vacío.
La escena es horrenda y escalofriante, Nix apartó la vista con repulsión y con unas inmensas ganas de vomitar. Hacía años que no se sentía de esa manera, no lo entendía, convivía con esto era parte de su vida, entonces, ¿Por qué la crudeza y salvajismo de esas imágenes hacían que el miedo le recorriese el cuerpo como una viscosa serpiente?
“Ya no soy un niño” ―se dijo ―. “No debo de tener miedo”.
―Suficiente ―ordenó la capitana.
Uma detuvo la grabación. Las imágenes habían logrado que todos los presentes se estremecieran.
―Como lo supuse ―dijo Raftela con una muy muy marcada expresión de preocupación, no era para menos, en todos sus años cazando a los de Nivel E nunca se había topado con unos vampiros nobles en medio de su jornada de alimentación, se supone que existía un tratado con aquella clase de seres que se mantuvo en los últimos 200 años, una especie de guerra fría que los mantuvo a cada uno en sus respectivas trincheras luego de miles de años en una constante lucha. Tal vez el día en que tomarían las armas de nuevo para enfrentarse a sus antiguos enemigos inició ―. Esto es aún más preocupante de lo que a simple vista se muestra. Son vampiros pura sangre, viven en aquelarres y cada clan resguarda muy bien a cada uno de sus miembros.
―Es un problema sin duda ―dijo Bingley con preocupación ―. Esto rompe el pacto que tenemos con las casas de vampiros nobles, las pocas casas nobles que han accedido a nuestra alianza.
―Deben pertenecer a una de las casas renegadas ―interviene Raftela ―. Solo un clan lo suficientemente estúpido o increíblemente confiado se atrevería a “cazar” de una forma tan descuidada. Actúan como novatos, pero su estilo no lo es en lo más mínimo.
―No Raftela ―lord Bingley se incorpora y con la mirada fija en la pantalla observa a detalle la imagen congelada de los causantes de la masacre en aquella taberna londinense. Bingley era un hombre sagaz y acostumbrado a fijarse en cada minúsculo detalle buscando con dar la solución cuando nadie más podría conseguirlo. Poseía una memoria fotográfica y nunca olvidaba un rostro en cuanto lo veía y era esa memoria la que le hacía acordarse de cada pequeño suceso hasta el más insignificante ―. Analicemos un poco ―dice el encargado de la rama londinense ampliando el panorama y cambiando el ángulo de visión intentando dar con la respuesta ―. Existen 10 clanes de vampiros a lo largo del mundo registrados en los archivos, 10 aquelarres estrictamente organizado y cada uno no sobrepasa de los 200 miembros. Solo los de nivel C se encuentran en estado independiente, pero podemos descartarlos debido a la naturaleza limpia de esta obra, los que lo hicieron sabían exactamente donde morder y dejaron un desastre controlado a su paso. No, definitivamente no fueron ellos.
―Creí que los nobles se alimentaban en base a un sustituto sanguíneo elaborado por una farmacéutica cuyos dueños son uno de los aquelarres con mayor antigüedad ―dijo Nix permitiéndose intervenir en la conversación.
―En efecto, así es, incluso los aquelarres que han rechazado el consumo de sustituto tuvieron que optar por el consumo de sangre en base a transfusiones ―fue su capitana quien respondió ―. Incluso ellos son lo suficientemente inteligentes como para no arriesgar su estilo de vida de paz y opulencia con una imprudencia de ese tamaño.
―No lo entiendo ―dijo Nix intentando también dar con una posible explicación a la situación ―. Si ningún aquelarre se atrevería a hacer algo como eso y romper el tratado, ¿De dónde salieron esos nobles? ¿Quién es la figura que los respalda de tal manera que les brinda aquella seguridad?
Y entonces la respuesta llegó de inmediato para Bingley y Raftela quienes poseían mayor conocimiento sobre el oculto mundo de los vampiros. ¿Cómo no se dieron cuenta? Era más que evidente.
El mundo de los nobles vampiros era tan complejo como organizado, cada aquelarre poseía un “maestro” o jefe a quienes los demás vampiros dentro de ese clan debían de obedecer e informar de su posición y ubicación. Arriba de los “maestros” se encontraba el “gran concejo” conformado por los vampiros más antiguos de los 10 aquelarres, ellos eran los encargados de impartir la justicia y aplicar los castigos correspondientes ante cualquier falla, eran respetados y solo se reunían cuando la situación lo ameritaba o se presentaba alguna ocasión de suma importancia. Y por último por encima del consejo se encontraba la máxima autoridad de aquel mundo, la gran madre de todos los vampiros, la señora de la noche y la emperatriz de la inmortalidad, ella era LA REINA ROJA.
Se decía que fue la primera en ser convertida y que creó a la primera generación de vampiros, en la época oscura era temida y letal, acechaba en la noche y capturaba a sus víctimas, tomaba el control de grandes ciudades y hacía de ellas su banco de alimento personal. Los años transcurrieron y su majestad paso largos periodos en su castillo rodeada solo de su círculo íntimo, un grupo de vampiros leales a ellas y peligrosamente entrenados para defenderla en caso de una rebelión. Pero nadie era lo suficientemente idiota como para atreverse a enfrentar a una vampiresa con miles de años en la profesión del asesinato. La reina roja se adaptó a la vida moderna, acepto el tratado y pasaba temporadas en sus mansiones a lo largo del mundo según sea la temporada. Todo giraba alrededor de ella y todos debían de obedecerla incluso el gran consejo.
―Por supuesto, se trata de ella, son vampiros nobles que sirven a la reina roja ―dijo Bingley al fin con la respuesta ―. Y por lo que puedo ver están entrenados a la perfección, apostaría mi vida a que son parte del grupo selecto de la reina. Son descarados y actúan con el derecho de cazar sin importar los tratados, sin duda cuentan con su respaldo.
―Si ese es el caso, la situación no se ve nada bien para nosotros ―dijo Raftela arrugando el entrecejo ―. Temo que nada se puede hacer, la alianza se ha roto, no hay duda que fueron los del aquelarre de la reina roja los responsables de esa masacre, sabes lo que se tiene que hacer ¿verdad Bingley?
―Lo sé ―responde el mencionado ―. No tienes que recordármelo, aunque admito que no será nada sencillo hacer valer la justicia. La reina no suele cazar y cuando lo hace es una gran masacre cada medio siglo, se ha mantenido recluida en su mansión y son sus sirvientes los encargados de alimentarla, sus allegados suelen ser más sigilosos, cazan en secreto y solo una víctima lo suficientemente patética y solitaria como para no ser notado por la sociedad. La reina roja defenderá a su aquelarre, puede que sea el inicio de una nueva guerra.
Iniciar una guerra o ignorar el crimen y fingir que nada había sucedido, esa era la cuestión e incluso Nix se debatía aquellos escenarios. Si la guerra se iniciaba los vampiros se alzarían en batalla, eran astutos y lo más seguro era que utilizarían a los de nivel D y E para generar tantas bajas de cazadores y humanos como sea posible.
―Nix ―la capitana Raftela se dirige a él ―. Buen trabajo ―la felicitó con un rostro serio y profundo ―. Ahora, descanse, mañana se le informara los detalles de su nueva misión, le aconsejo que se prepare, mañana se le solicitara luego del desayuno.
Nix plantó los pies firmemente, hizo un saludo y se dirigió hasta la salida, una vez afuera cerró la puerta tras él.
A medida que avanza, una extraña sensación se apodero del cazador. Cómo un presentimiento, una mala corazonada que se extiende por todo su cuerpo, posesionándose de sus sentidos, su mente, su corazón. Un temor oculto que teme reconocer, incluso de él misma. A medida que avanza se pierde en los pasillos solitarios de la orden, se pregunta si esto no es solo el comienzo de un fin. Una alianza rota, una deuda pagada con sangre, sabía muy bien lo que continuaba luego de esto. Estaba escrito en la sagrada biblia de los cazadores. Casi como una ley que debe ser acatada al pie de la letra. Todo clan traidor merece su extinción y todo noble perteneciente a dicho clan debía de morir, desde el más fuerte hasta el insignificante.
―Los hare pagar ―dice él trayendo de nuevo las imágenes salvajes y crueles de hace un rato en su cabeza ―. A cada uno de ellos.
La hoja de su espada se bañaría con la sangre de un noble.
.
.
.
***¡Descarga NovelToon para disfrutar de una mejor experiencia de lectura!***
Updated 22 Episodes
Comments