...VI...
La cena transcurrió sin aparente inconveniente, una vez todos reunidos en el salón en donde se llevaría a cabo la gala todos pasaron a ocupar sus respectivas mesas, por fortuna en la de Ignis se encontraban rostros conocidos y familiares. Estaban Haiden, Aidou y también su primo Yamato quien llegó justo a tiempo con 30 minutos de retraso, al parecer su vuelo se había retrasado y tuvo que hacer una escala que le tomo una hora de retraso. Seiji y Rumi también se encontraban ahí y compartieron la mesa con ellos. Al verse todas las mesas ya ocupadas por los invitados los camareros procedieron a traer los platillos tradicionales japoneses que fueron servidos de forma magnifica, la mayoría de nobles del aquelarre estaban formados por japoneses existiendo solo unos pocos de procedencia extranjera que habían optado por dicho clan como era el caso de Ignis.
La entrada de mariscos no estaba nada mal, aunque la mayoría opto por otra cosa que no fuera el pescado, en su lugar sirvieron una sopa ligera de fideos tradicionales con carne de puerco y res, la porción no era abundante como comúnmente solía comerse ese platillo, pero fue satisfactorio para todos considerando que los vampiros no poseían la necesidad de comer más, sin embargo, lo hacían en pequeñas cantidades casi mínimas, al igual en que lo haría un catador culinario. La comida no duraba en su trasto digestivo, se deshacía por las toxinas mortales que poseen sus cuerpos y se mezclan con su sangre, por eso comer nunca les dará una sensación de llenura o satisfacción más, sin embargo, el sabor era un tanto curioso y les gustaba experimentar eso.
Al finalizar la cena los platos vacíos fueron levantados por el personal dejándola completamente limpia y lista para recibir el postre, pero antes el líder del aquelarre quien se había ubicado en el centro de la mesa en donde podía ver a cada uno se incorporó de su lugar y estando ya de pie capto la atención del resto de vampiros.
Para eso los camareros, sirvientas y el resto del personal fueron retirados de inmediato y una vez fuera del gran salón la puerta procedió a ser correctamente asegurada para evitar que oídos humanos pudiesen oír algo comprometedor y exponer de esa forma el mundo de los vampiros.
Ignis noto que a su costado con un rostro un poco apenado y algo cansado se encontraba Saya, un joven vampiro noble cuyo nombre no le vino a la mente en ese instante insistía en hablar con ella más guardo silencio al percatarse que el líder estaba a punto de hablar.
―Quiero saludarlos a todos y agradecer su asistencia ―empezó a decir lord Souen con un buen semblante y notoria felicidad y orgullo, por largas décadas aquel vampiro se había encargado de dirigir un clan recién formado y que ahora se alzaba como el de mayor crecimiento y relevancia. Fueron los primeros en experimentar con el sustituto sanguíneo que fue una gran contribución no solo para los demás aquelarres sino para la misma reina quien lo otorgo un sin número de recompensas en dinero lo que utilizo para expandir los negocios del clan y hacerlo crecer aún más. Definitivamente, lord Souen estaba orgulloso de sus logros ―. Sé que muchos de ustedes tuvieron que hacer un largo viaje para llegar hoy aquí y eso solo demuestra el gran amor y respeto que le poseen a su clan ―al escuchar aquellas declaraciones muchos optaron por aplaudir mientras que algunos se mantenían quietos y en silencio buscando seguir escuchando lo que quedaba por decir ―. A diferencia de otros aquelarres que todavía continúan dependiendo de la benevolencia de nuestra amada reina nosotros supimos cómo adaptarnos a este mundo cambiante y logramos posicionarnos con una compañía sólida y global que no solo beneficia a los humanos sino también a nosotros mismos, ya que gracias a ello pudimos crear nuestro sustituto sanguíneo, así pues sintámonos orgullosos hermanos porque fuimos quienes abrimos el camino para el progreso y hemos conquistado el mundo del capitalismo, somos el ejemplo para que otros aquelarres se hayan animado a seguirnos y replicar nuestro modelo económico y podemos decir sin miedo a equivocarnos que hemos hecho una titánica contribución a nuestra raza, con esto confirmamos que los vampiros seguiremos activos por los siglos que aún quedan por venir y nuestro poder seguirá creciendo y volviéndose fuerte, somos parte de cima de la pirámide evolutiva, somos superiores en muchos aspectos y lo hemos demostrado con el paso del tiempo ―en ese instante llevado por la emoción del momento lord Souen levantó su copa por encima de su cabeza y todos los presentes a la gala se incorporaron también y levantaron sus propias copas ―. Brindemos hermanos por nuestra gloria, brindemos con sangre pues esta es vida para nosotros. Gloria al aquelarre ―exclamo lord Souen.
― ¡Gloria! ―corearon todos
― ¡Gloria a nuestra madre, la reina roja, la gran dama y la primera, es por ella que nosotros estamos hoy aquí!
― ¡Gloria a la gran madre la reina roja!
Y todos bebieron luego de brindar a la salud del aquelarre y a la eterna vida de su majestad. Ignis dio un vistazo a su alrededor y a donde quiera que este observara veía rostros de orgullo y felicidad, el mensaje de lord Souen había logrado su objetivo.
La gala dio por finalizada luego de un par de horas, en el gran salón del hotel solo los mayores decidieron quedarse para platicar y hablar acerca de negocios, los jóvenes, en cambio, prefirieron excusarse y retirarse para divertirse en otro lugar antes de que la noche se diese por terminada. Para ser honestos lo único que deseaba Ignis en ese instante era retirarse a casa darse un baño y recostarse a dormir hasta la noche siguiente más Aidou junto insistió en que el grupo fuera a divertirse a un club nocturno antes de regresar a sus respectivos hogares.
―Será divertido, vamos Ignis-sama ―insistió Aidou al ver la renuencia del príncipe en continuar con la noche.
―Aidou si su alteza desea regresar a su pent-house es una descortesía de nuestra parte obligarle a ir a un lugar en donde no desea estar.
―Lo siento mucho Ignis-sama ―el joven hace una reverencia disculpándose por su atrevimiento. Ignis sonrió porque sabía que Aidou no lo hacía con mala intención, solo quería distraerlo y sacarlo de aquel letargo.
Ignis observo la noche, la luna todavía brillaba en lo alto y era un cielo con estrellas, la ciudad todavía vibraba e invitaba a las almas jóvenes a adentrarse en sus calles y dejarse consumir por el dulce desenfreno y la sensación de libertad. Ignis lucía joven, su apariencia era la de un veinteañero que podía tener el mundo en sus manos si se lo proponía, pero su alma se había dejado envejecer y con el paso de los años el brillo en su mirada se fue nublando hasta verlo todo completamente blanco y negro.
¿Qué hacía con su existencia? ¿Hasta cuándo seguiría sumergido en el fondo de aquel océano de melancolía? La luna era tan hermosa, brillaba de una forma en la que el corazón de Ignis sintió una calidez inexplicable, recordó a su amor lejano, el mismo por el que sufrió largamente, todavía le dolía recordar y en más de una ocasión la imagen de su joven amor lo visitaba en los momentos de inconsciencia, a veces con suaves palabras y otras con duras recriminaciones por haberlo abandonado, por permitir que su maldición tomase su vida.
Tal vez esa noche podría permitirse vivir con libertad, e imaginar por un breve instante que no cargaba con una muerte en su conciencia. Solo por una noche y a la siguiente regresaría a pagar sus culpas y a revivir aquel viejo cadáver enterrado en sus recuerdos.
―Está bien Aidou ―sonríe Ignis sintiendo el peso de su pecho disminuir solo un poco ―. Tienes razón es una bonita noche ―cuando Aidou escucho eso el rostro se le iluminó ―, podemos salir no le veo nada de malo.
― ¡Genial! ―exclama el joven rubio con efusividad ―. Conozco un buen club, la pasaremos de maravilla, tengo un par de amigos ahí nos darán la mejor zona.
Mientras Aidou encabezaba el grupo expresando su felicidad y comentando sus planes en voz alta con Yamato y también con Seiji y Rumi, Haiden junto con Ignis los siguieron a una distancia prudente mientras se dirigían al vehículo de Ignis.
―Sabes que no tienes que hacerlo si no lo deseas ―le dijo su amigo ―. No te sientas obligado a ir a un lugar en donde no te sientes cómodo.
―Por favor, ¿Acaso no crees que me divertiré en un club nocturno? ―Ignis sonríe de lado con diversión ―. Por Dios, ¿En serio actuó como un viejo amargado?
―Para nada ―responde Haiden esbozando una sonrisa despreocupada ―. Solo que no recuerdo la última vez que salimos de fiesta, no lo tomes a mal, pero no eres el tipo de persona que frecuenta clubes nocturnos o fiestas escandalosas en alguna casa lujosa de una zona residencial. No lo malentiendas, eres un príncipe después de todo, tienes una imagen que mantener eres el hijo de la reina roja, aunque intentes desligarte de ella, sabes que es algo de lo que no puedes huir.
―No pienso huir ―dijo Ignis con la vista aun al frente, no muy lejos todavía podían escuchar las voces de Aidou y Seiji hablando sobre Berlín y lo divertido que fue el viaje que compartieron, aunque el que dirigía la conversación era el primero quien expresaba su alegría y recordaba cada momento, por su parte Yamato y Rumi escuchaban y hablaban mucho más bajo que sus voces apenas y podían ser detectadas.
―Hay algo diferente en ti ―dijo Haiden deteniéndose por un instante y observando a su amigo a los ojos ―. No logró descifrar que puede ser, pero, definitivamente es así.
―Veo que tienes una excelente percepción ―responde Ignis reanudando de nuevo la marcha, Aidou y el resto ya habían abordado el vehículo y les hacía señas con la mano para que se dieran prisa.
― ¡Ignis-sama, Haiden-san! ¡Dense prisa! ¡Vamos a divertirnos!
Ambos decidieron dejar la plática para otro momento, tal vez uno en el que la jovialidad de ese joven vampiro de ojos azules no interrumpa la pasividad de sus conversaciones, Haiden tampoco era un hombre de fiestas, solía asistir a cocteles organizados por la farmacéutica o a reuniones de negocios en restaurantes de lujo, pero eso no significaba que su vida social estuviese extinta más, sin embargo, siempre apreciaba la tranquilidad de una cafetería y una charla con su amigo.
Una vez todos adentro el chofer arranco el transporte en dirección al club indicado por el fiestero designado, las luces de los edificios centellaban de una forma tan mágica que daba la ilusión de que viajaban a otro mundo. La ciudad nunca dormía y al igual que los vampiros mostraba su mayor esplendor cuando el sol se ocultaba.
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