Propósito.

Christian tenía sus propósitos muy claros, por lo que no lo pensó mucho antes de ir al estudio de su padre para hablar con él. Era hora de que pusiera sus propias condiciones en su "aprisionamiento".

Tocó la puerta del despacho de su padre antes de ingresar sin haber recibido respuesta siquiera, el hombre mayor lo miro con exasperación cuando noto que de igual manera entraría, pero se ahorro los comentarios tras el hecho de que al menos se había dignado a tocar la puerta.

—Christian, que sorpresa que vengas a verme por tu propia voluntad. Dime, ¿qué se te ofrece?

—Tengo una petición que hacerte dado que tú ya me impusiste las tuyas para tenerme de nuevo en este lugar —dijo el hijo, procediendo a tomar asiento frente a su padre.

—No me parece que estés en buena posición para hacer peticiones pero ya que has venido ha verme sin que yo te mandara a llamar, te daré la oportunidad de hablar y ver si acaso aceptaré tu petición —sentencio el hombre mayor.

—Dado que tengo que vivir en base a lo que tú quieres, me gustaría que se me permitiera elegir a la mujer con la que pasaré el resto de mi vida, sin que nadie más tenga opinión al respecto —confeso el hijo.

—De modo que ya tienes intenciones de matrimonio, bien, eso es bueno. Por lo que dices, supongo que ya tienes a alguien en mente y que me dirás ahora de quién se trata —dijo el padre, entrelazando los dedos sobre su escritorio.

—Así es, ya se perfectamente a quien deseo como mi esposa y solo estoy asegurándome que no interferiras.

—Bueno, dime de una vez quién es, no le des más vueltas al asunto —insistio el hombre mayor.

—Se trata de Rosalí, padre.

El ceño en el rostro del mayor se frunció en confusión mientras pensaba, claramente sin entender aún.

—¿Rosalí? ¿Qué Rosalí? No conozco a ninguna chica de tu edad con ese nombre, a la única que conozco de dicho nombre es a la joven mujer de la limpieza aquí en-

Entonces se dió cuenta de lo que su hijo hablaba, y su cara se torno sorprendida, mas no de una manera agradable.

—De ninguna manera, tiene que ser una broma —reclamo el mayor.

—No es ninguna broma, quiero casarme con Rosalí, la Rosalí que ha servido en esta casa desde el día en que yo parti de aquí —afirmo el hijo—. Y antes de que digas nada, ella no lo sabe aún, pero en cuanto lo aceptes, me dedicaré a conquistarla para poder proponérselo.

Entonces el hombre mayor entendió que de nada servía luchar, que su hijo estaba convencido con lo que quería y negarselo ahora solo le traería conflictos con su primogénito que no deseaba. Además, si lo analizaba bien, esa podría ser una buena manera para controlar a su hijo, mientras los vigilaba a ambos.

—Entiendo que no puedo hacerte cambiar de opinión, y de nada servirá negarme, por lo que te permito casarte con ella, siempre que respetes tus palabras y el acuerdo.

Entonces el joven agradeció y se marchó del lugar, sin ser consciente de los pensamientos de su padre, el cual analizaba la situación, sabiendo que si la joven se negaba su hijo se pondría insoportable y sería un problema para él más adelante, por lo que se decidió a lograr que la mujer no pudiera negarse.

Haría un trato con ella del que no se podría negar, su matrimonio con su hijo a cambio de mantener su trabajo y un plus a lo que mas deseará.

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