El chico del café.

Decir que se la paso toda la noche escondiéndose en lo posible del joven, no es una exageración.

Eso probablemente podría causarle problemas con sus amos al no estar cumpliendo correctamente con su trabajo tras intentar ocultarse del joven, pero había suficientes sirvientes y sirvientas a tendiendo en el lugar por lo que su ausencia no se echaría mucho en falta, y los señores tampoco parecían concentrados en eso, así que no debería meterse en problemas con ellos.

Fue hasta el día siguiente en que supo con certeza que no podría seguir escondiéndose del joven, pues ahora ella sería su sirvienta realmente, y dado que Christian debía pasar más tiempo con su familia, no podría escabullirse mucho tiempo y por ende pasaría bastante tiempo en la mansión, así que sin duda se verían seguido, a menos que el heredero optará por hacer lo mismo que su madrastra y solicitar a solo un par de sirvientes para atenderlo personalmente y nada más.

Ella deseaba que fuera así, pero por el momento no se había dicho nada, así que temía el momento de encontrarse con él; sería vergonzoso, no porque se avergonzara de su trabajo, si no que más bien se sentiría incómoda tratando profesionalmente al joven con el que había charlado tan animosamente y sin formalidades en la cafetería un par de veces.

Había podido escaparse de él iniciando el día, pero una vez que la hora del desayuno llegó no fue así, pues el joven amo había decidido desayunar en su habitación y dado que Rosalí fue la primera sirvienta en toparse con el mayordomo, le tocó a ella recibir la orden de llevarle el desayuno a la habitación al joven amo.

Antes no se había quejado de poseer mala suerte, pues aunque había ciertas situaciones en las que podía afirmarlo, realmente no lo había sentido como mala suerte, o no había querido pensarlo de esa manera; sin embargo, en ese momento y tras estar a la mitad del camino de la habitación del joven, claramente estuvo segura de que no era nada más que mala suerte.

Al llegar ante la puerta, tuvo cuidado de no derramar nada con sus manos temblorosas, y con cuidado llamo con suaves golpea en la madera, esperando unos segundos antes de recibir la indicación de que podía ingresar.

Pero no solo recibió el permiso de entrar a ala habitación, sino que la puerta fue abierta desde dentro por alguien más —alguien que claramente era Christian Winston —.

Él joven solo vestía los pantalones del piyama, por lo que lo primero en aparecer en el campo de visión de Rosalí fueron sus pectorales, al ser algo más baja que el hombre; no era la primera vez que veía un cuerpo tan bien trabajo, pero si era la primera vez que ese cuerpo estaba a escasos centímetros de su rostro, así que fue inevitable que un sonrojo avergonzado bañara su rostro.

Él joven le sonrió y se hizo a un lado para dejarla pasar, cerrando la puerta detras de ella y tan solo mirándola fijamente mientras ella dejaba la charola en la pequeña mesita que había en la habitación.

Justo cuando ella terminaba su labor y se disponía a marcharse, él permaneció de pie frente a la entrada, impidiendo cualquier huida y hablo.

—De pronto eres muy silenciosa, Ross.

La firma en que pronunció su nombre le dio una sensacional extraña, la palabra había salido de una manera particular, casi demasiado sensual y traviesa, pero Rosalí no se atrevería a divagar más con ese pensamiento, especialmente si era sobre su jefe, agregando los siete años de diferencia entre ambos y sazonandolo con que el tipo no se encontraba de manera muy presentable en ese momento.

—¿Dis- Disculpe?

—Dije que de pronto eres muy silenciosa, Ross.

De nuevo ese tono en su nombre, sin duda ese joven bribón se está diviertiendo a su costa.

—Es parte de mi trabajo ser silenciosa, señor.

—No me gusta que me llames señor, soy Chris, como me llamabas en la cafetería.

—Eso era cuando no sabía que usted era el hijo de mi jefe, señor, pero ahora que es mi amo no podría llamarlo de otra manera.

Él se cruzó de brazos, con una muñeca de diversión en el rostro.

—Tú puedes llamarme como quieras, Ross, menos señor. Sabes, me agradas bastante, así que no tengo problema en olvidar las formalidades amo-sirvienta, al contrario, me gustaría mucho que tú las dejaras de lado.

—No, disculpe, pero eso sería muy inapropiado ahora, me metería en problemas si alguien me escuchará llamarlo tan informal.

—No te preocupes por eso, entonces si te hace sentir más cómoda puedes hacerlo cuando estemos a solas, pero en verdad me interesa que lo hagas. He regresado, como ya sabes, por causa de mi padre, y no puedo confiar completamente en nadie más, pero sé que puedo confiar en ti, y el haber hablado antes en el café me hace sentir como si de pronto tuviera una amiga en este lugar. ¿Me llamaras por mi nombre cuando estemos a solas?

Inquiere él, luciendo tan sincero que Rosalí se vuelve completamente consciente de que no podrá negarse por mucho que se esfuerce.

—Esta bien, se—... es decir, Chris.

—Así está mejor —afirma él, con una radiante sonrisa en el rostro —. Gracias Rosalí.

—No tiene que darlas, con su permiso Christian, si no se le ofrece nada más, me retiro.

—Espera, sí se me ofrece algo más; desayuna conmigo.

—¿Disculpe?

—Que desayunas conmigo, por favor.

—Pero... No puedo hacer eso, tengo trabajo, además eso sería sobrepasar los límites, aún más que llamarlo por su nombre.

—No pasará nada porque yo te lo pedí, además, nadie debería enterarse si tanto te preocupa.

—Pero tengo trabajo, si no voy pronto a hacerlo, ellos se molestarán o sabrán dónde estuve demorandome.

—No te preocupes por eso — volvió a insistir él— yo acabo de pedir que tú seas quien me atienda personalmente, así como la nueva mujer de mi padre puede tener a dos de las chicas para servirle personalmente, yo puedo tener a quien quiera. No es que quiera que suene mal de ninguna manera, es solo que así es como es para los demás, pero realmente me gustaría pasar el tiempo con una amiga aquí.

Ella intenta escapar de otra manera, pero no pudo pensar en ninguna, además de que le pareció muy conmovedor el que él pensara de esa manera. Al final, se rindió y termino sentada frente al joven —que movió con prisa una silla para ella en cuanto está hubo aceptado, y luego tomo asiento él—, tomando un desayuno agradable juntos.

descargar

¿Te gustó esta historia? Descarga la APP para mantener tu historial de lectura
descargar

Beneficios

Nuevos usuarios que descargaron la APP, pueden leer hasta 10 capítulos gratis

Recibir
NovelToon
Step Into A Different WORLD!
Download MangaToon APP on App Store and Google Play