Rosalí era consciente de que la causante de ese cambio era la enfermera que había auxiliado a la doctora a cargo de la difunta señora Winston, pero dado que ella se había encontrado fuera de la mansión cuando eso ocurría, sentía que todo era en realidad algo lejano, como si no hubiera pasado hasta que ella fuera testigo de nada por cuenta propia.
Pero claro, eso fue hasta que vio al señor Winston saliendo de su oficina con la mujer rubia a su lado, ambos luciendo sonrientes y animados; ese fue el momento exacto en que Rosalí previo que pronto tendrían a la nueva señora Winston en la mansión, y una mezcla de sentimientos extraños la invadió. Extrañaría a la antigua señora Winston, pues ella en vida había sido una mujer carismática y, si bien no muy allegada a sus empleados, gentil con el personal en su casa; pero nada podía hacerse y si el señor Winston creía que podía superar su muerte con una nueva compañera, estaba bien, ella era consciente de que no debía sentir temor por ese —muy posible suceso— pues mientras hiciera bien su trabajo y no interfiriera en los asuntos de sus señores, no había porque tener problemas con la nueva mujer de su jefe.
Por la tarde el clima estaba lluvioso y las calles, aunque repletas de autos, estaban casi desoladas de transeúntes dada la lluvia; ella se enxargo de llevar el correo al señor Winston hasta su oficina, la mujer rubia se había marchado en la mañana, luego de salir sonriendo de la oficina del hombre, y había corrido con la suerte de que la lluvia no comenzará sino hasta empezada la tarde, aunque no habría tenido mucho problema al haber terminado siendo llevado a su hogar por el chófer del señor Winston.
Cuando Rosalí entregaba la correspondencia a su jefe, este parecía muy distraído y sonriente, por lo que ella no pudo contenerse en hablar, indagando en algo que de todas formas ya sabía.
—Parece contento señor Winston, es bueno verlo bien.
—Gracias, Rosalí. En realidad estoy contento — respondió él—. Acabo de acordar una cita con la señorita Alejandra, no sé si te acuerdes de ella.
—Lo hago señor —afirmo Rosalí.
—Pues bien, esa es la razón de mi buen humor...
Él se quedó pensativo un rato, mirando hacía su escritorio con seriedad, y cuando su mirada regreso a la mujer su expresión había cambiado radicalmente y ahora ya no quedaba rastro de la antigua felicidad.
— Sé que no es correcto involucrarte tanto en mis asuntos personales, pero en serio necesito hablar con alguien de esto. Rosalí, ¿crees que esté mal al salir con otra mujer a un mes de haber muerto mi esposa?
»Me siento miserable cada vez que lo pienso, pero sé que de otra forma no podré sacar el dolor de mi corazón y temo perderme en el hombre en el que me había convertido tras su partida.
La sirvienta se quedó pensando en la cuestión un momento, sabiendo que a su parecer si se veía algo mal que la señora Winston no llevará ni siquiera medio año muerta y su esposo ya hubiera conseguido a alguien más, pero por otra parte estaba el hecho de que era verdad que él era un hombre débil en lo que a la soledad y la perdida respetaban, por lo que de no conseguir a alguien más que estuviera a su lado llenando el vacío dejado por su mujer difunta, era seguro que volvería a caer en ese estado miserable del que había sido presa y eso sería malo, no solo para él, sino para muchas personas más, ella entre esas personas.
Dejando de lado la moral y lo que sus sentimientos acerca de la pobre señora Winston le decían, Rosalí respondió a la pregunta en base a lo que su cabeza pensaba.
—No creo que esté mal, señor Winston. Es cierto que puede ser juzgado cruelmente por los medios una vez se enteren, pero si esa señorita lo ayuda a volver a ser el hombre que siempre a sido y no caer en depresión, entonces creo que no debe dejar ir la oportunidad y buscar su bienestar.
Él volvió a permanecer en silencio, luciendo pensativo, pero no demoró en sonreír de nuevo y asentir hacia la joven. En cuanto hablo, Rosalí supo que había dicho las palabras correctas en el momento adecuado.
—Te lo agradezco, Rosalí —dijo él— En una hora iré a mi cita y no quedara mucho trabajo por hacer, así que porque no te tomas el resto de la tarde libre.
—¿Está seguro de eso señor? —cuestiono ella, sorprendida por el repentino permiso de su jefe.
—Lo estoy, los demás no se morirán si te ausentas unas horas, así que aprovechalas, pero eso sí, no vuelvas muy tarde, sabes lo peligroso que podría ser si vuelves demás noche.
—Claro señor. Muchas gracias señor, y suerte en su cita.
Ella se despidió con educación de su jefe y salió del lugar sin lucir demasiado emocionada por las palabras de su jefe, pero por dentro si que estaba contenta de disponer de unas horas libre, así que se encamino a su cuarto y luego de una ducha rápida, salió a la calle con un objetivo en mente: la cafetería de la esquina.
Llevaba tiempo sin poder ir ahí y en verdad extrañaba el café de ese lugar, por lo que una vez ingreso al local, pidió su bebida favorita y un pastelito y se encamino a una de las mesas junto a la ventana para esperar su orden.
Bastaron unos minutos para que el lugar comenzará a llenarse de gente y pronto no hubo ningún lugar libre, por lo que no se sorprendió mucho cuando un hombre que aparentaba ser más joven que ella se acercó a su mesa y pregunto si podía sentarse con ella.
—Claro, no espero a nadie más —concedio ella.
—Gracias, por lo general me siento en las mesa del centro pero hoy está muy lleno aquí, y necesito un momento en este lugar antes de seguir con mi día.
—Entiendo, igual me encanta este café para seguir el día, su que últimamente no he tenido mucho tiempo para venir.
Él sonrió y justo después de que sus órdenes llegarán, extendió su mano hasta ella y cuando ella la estrecho él dijo su nombre.
—Soy Chris.
Chris.
—Un gusto, soy Rosalí.
Él sonrió de nuevo, pero algo en su mirada la hizo sentir que era como si él ya supiera quién era.
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Comments
Angi Jose
😲el está en la ciudad😲 para mí que estuvo entre las sombras de sus padres
2022-12-05
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