Simonette sintió un frío recorrer su espalda y luego escuchó la voz que dijo: --Simonette Abadi.. Sí deseas un hijo, debes hacer lo que te digo.
Simonette escuchó con atención la voz que le hablaba, ella no lo veía por ninguna parte, pero era claro, que un ser le estaba hablando y se encontraba a su lado.
--¿Porque el sultán me ocultaría algo? No te creo y ¿Cómo me engañarían las concubinas?
Fue lo que dijo Simonette mientras se levantaba del suelo, así que la voz dijo: --Si haces lo que te digo.. Sabrás que no miento.. Cuando te decidas por hacerlo vuelve y te diré el día en que debes hacerlo.
Simonette salió de la sala y fue directo al hamma, ya que ella sentía que la presencia de ese ser la envolvía todavía; cuando la sirvienta entró en el hamma a ayudarla a bañarse, al verle una mancha negra en la columna dijo: --Mi señora ¿Algo le a hablado?
Simonette miró a la sirvienta y dijo: --¿Cómo lo sabes?
--El ser que le habló, dejó una marca en usted.
Simonette abrió los ojos como platos y dijo: --¡¿Qué?! ¿Qué clase de marca y dónde?
--Es un lunar rojo mi señora, está aquí (La sirvienta le tocó el cuello en la parte de atrás y luego dijo) --No vaya a escuchar lo que dice esa voz.. Aunque a veces ayuda a muchos, a otros les va mal.. Como también quedan en un punto medio y sí eso pasa, siempre correrá sangre.
Simonette asintió y dijo: --De acuerdo.. No haré lo que dice.
--Gracias por escucharme mi señora.
Simonette había decidido no hacer lo que esa voz le había dicho, pero al llegar al salón del palacio, los alaridos de las concubinas, comenzaron a fastidiarla.
Las concubinas habían olvidado lo que había echo la sultana por ellas, así volvieron a molestarla con sarcasmos que solamente una persona nacida en Edirne conocía.
--Mi niño es tan encantador.
--Igualmente el mío..
--Cuanto desearía otro niño nuevamente.
La joven sultana fulminaba con la mirada al sultán y este decía: --Amor.. Solo tú estás en mí pensar.
Simonette se había convertido en una persona de poca paciencia y con mas frialdad que de costumbre; ella no perdonaba a las personas que hablaban demás y mucho menos se quedaba callada ante cualquier sarcasmo que las concubinas pudieran arrojar.
--Amor ¿Deseas que baile para ti?
Las mejillas del sultán se teñían de rojo mientras asentía y decía: --Claro amor mío.. Deseo verte bailar ahora y en nuestra alcoba.
La sultana dejaba salir esa sonrisa brillante que la caracterizaba y las concubinas no tenían mas remedio que morderse la lengua y callar.
Simonette comenzó a bailar la musica árabe que comenzó a sonar, no había mujer mas hermosa que ella, ni siquiera la belleza inglesa de las concubinas, se le podía compararse, su cuerpo seguía cambiando y esto era por que la joven sultana, aún estaba creciendo.
Al terminar la celebración, fue con el sultán a la habitación en donde decidió seguir bailando, pero el sultán no la dejó.
--Aaaah.. Oooh.. Amor.
La sultana se volvía loca con los toques suaves y la sensación de amor, mas el calor que el sultán le daba, ella sabía que el sultán la amaba, entonces ¿Cómo era posible que él la engañará? "Dudo mucho que me ocultes algo.. Pero sino hago lo que esa voz dice, no podré tener hijos", era lo que pensaba la sultana mientras de su boca solo salían gemidos y jadeos, que entreveces eran callados por los besos que el sultán le daba.
Al día siguiente, la sultana fue a la sala de oración y al llegar a la repisa dijo: --Aquí estoy, dime lo que debo hacer.
La piel de Simonette comenzó a erisarse al sentir un fuerte frío recorrer si columna, luego una voz en su oído que le dijo: --Simonette Abadi.. Me alegro saber que hayas accedido.
La voz le dijo que el día siguiente de su aniversario, partiera a Edirne, la ciudad en la que sus padres gobernaba y la tierra conocida como la tierra de las oraciones escuchadas, el objetivo era orar al llegar, y que en el viaje, no obstruyera lo que sucedería.
Ella se encontraba convenciendo al sultán delante de sus hermanos, ya que de ese modo él la escucharía.
--No.
Simonette miró a Salim y dijo: --Yo quiero ir.
--Pero estas diciendo que deseas ir sola y sola no vas ir.
Simonette lanzó un suspiro y dijo: --Bueno.. Entonces deja que solo un hombre de tu confianza me acompañé.. Así estarás mas tranquilo sobre mi seguridad ¿No?
El sultán miró a Simonette y pensó "Solamente confió en mis hermanos y el que es mejor con la espada entre los dos es Yusuf.. ¿Será que él querrá ir a una ciudad en donde todo es oración?", luego dijo: --Yusuf ¿Tienes pendientes este mes?
El viaje a Edirne duraba diez días y la sultana planeaba quedarse 10 días de oración allá, así que era necesario que en los diez días de carruaje de ida y los diez de venida.
Debía ser una persona fuerte y resistente, y por ello el sultán escogió a Yusuf.
Yusuf miró a la sultana y dijo: --No tengo ningún tipo de pendientes.. Pero tengo que declinar a tu oferta hermano, ya que no me siento capacitado para acompañar a tal viaje de importancia a mi cuñada.
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Comments
Li Otero
Ella solo decea un hij#
2025-03-23
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