¿Los culparás por los pecados que aún no han pasado?
por meras palabras que alguien escribió,
mismas palabras que te arrastraron a este mundo,
simples palabras que incluso alteraron tus recuerdos.
Palabras que ahora son tu sentencia de muerte,
que traspasaron las hojas y ahora sujetan tu cuello,
apretándolo con cada paso que das,
¿serán felices? Cuando tu sangre las manche.
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El otoño había llegado al fin, cubriendo con sus hermosos tonos naranjas y rojizos la vegetación, el crujido de las hojas cercanas lo alerto, dejando a un lado el cubo de agua para su pequeña huerta.
-Bonjuour Gastón-La melodiosa vocecilla de Laurette le llamo.
El chico le devolvió el saludo, acercándose hasta la pequeña cerca blanca.
-Claudette y Paulette, están ocupadas con la decoración así que necesito que me ayudes a buscar un regalo para Bella-Las palabras de la pequeña rubia eran más una demanda que una sugerencia, al menos se alegraba que el hábito de gritarle a las personas ya no este con ella.
- ¿Un regalo? Espera... ¡¿Qué día es hoy?!-Por la sorpresa de aquello su voz salió más como un graznido.
- ¿No me digas que lo olvidaste? No Gastón\, lo haces todos los años\, este será diferente\, aun si tengo que atarte y llevarte a rastras hasta la fiesta lo haré-Su expresión amenazante le aseguro que no mentía.
No podía creer que había olvidado una fecha tan importante ¡Cielos! este mismo día era el cumpleaños de la protagonista, y ni siquiera había agendado algo para hoy, pensaba solo hacer algo de limpieza y descansar un rato, tal vez leer algo.
Pero lo olvidé, cada año me las arreglo para no estar cerca, estar en un viaje de caza, hacer algún recado a un pueblo cercano, o incluso enfermarme a propósito.
-Con más razones aún para que me acompañes, iremos juntos a buscar regalos para Bella-La chica lo tomo del brazo llevándolo todo el camino sujeto.
Por más excusas que puso, ninguna funciono, eran demasiado tontas y sin planeación adecuada, además justo este día a su padre se le había ocurrido salir, dejándolo sin siquiera alguna tarea importante para excusarse.
A este paso se acercaba cada vez más a la plaza central y tendría que ir a esa tonta fiesta.
-Um, alto, eh veras yo... tengo eh...indigestión ¡sí! creo que será mejor que regrese a casa y....-Intento zafarse del agarre de la chica, pero ella no movió ni un músculo.
-No te preocupes, yo sé que hacer, mi nana siempre hacía que me sintiera mejor con un pequeño truco-Aceleraron el paso, solo deteniéndose para toar aire cuando llegaron a la boutique.
- ¿Por qué estamos aquí? -Su mueca oscilaba entre curiosidad y decepción.
Laurette ni siquiera se dignó responderle, llevándolo de la mano por la tienda llego hasta el área de costura. Lo soltó ligeramente, solamente para volver a tomar su muñeca en otro segundo.
¡Esta niña es como un pulpo! ¿Por qué nunca me suelta? Estaba demasiado ocupado insultándola en su mente como para notar cuando la niña rubia tomaba una aguja del costurero y pinchaba su dedo índice.
-Auch-Salto del susto- ¿Por qué rayos hiciste eso? -La miro con toda su rabia contenida, quería darle un golpe en la cabeza para desahogar toda su ira, pero ¡Vamos! es un adulto, tenía que comportarse, aunque sea un poco dignamente.
-Es mejor pinchar tu dedo cuando tienes indigestión ¡mira! no es tan grave tu problema, tu sangre aun no está negra, pero si te sigues sintiendo mal puedo intentar con todos tus demás dedos-El pelirrojo instintivamente tiro de su mano lejos de la chica, mientras negaba.
-Bien ¡Ahora si podemos buscar el regalo! - Salto felizmente tomándolo de nuevo del brazo. Comenzaba a peguntarse si esta niña era tan inocente como aparentaba, no, ella es cruel, muy cruel.
Recorrieron cada tienda, buscando de un lado a otro, Laurette compro una pulsera con un dige en forma de una paloma.
En cuanto a su regalo, bueno no encontró algo que el pudiera asociar a la tranquila pero bondadosa Bella, comenzaba a desesperarse, esperen ¿por qué? Ellos ni siquiera son cercanos, él ni siquiera tendría que poner tanto esfuerzo en ese presente, podía comprarle cualquier cosa y listo.
El último lugar que quedaba y al que Laurette no quería entrar era una pequeña tienda, la vieja madera de la puerta crujió con un agudo ruido al abrirla, casi podrías alertar al vecindario entero cuando alguien entrara, echaron un vistazo a las cosas, el polvo acumulado en ellas no hacia su tarea tan fácil, en especial cuando Laurette ponía cara de desagrado ante todas ellas.
-No hay nada, vámonos solo perderemos el tiempo aquí-La chica se dio media vuelta en dirección a la puerta.
-Bonjour pequeños, bienvenidos a mi tienda ¿en qué puedo ayudarlos? -Una anciana regordeta se les acercó, mostrando una ligera sonrisa, llevaba dos agujas de tejer en su cabello enrollando su maño mal hecho.
- ¡OH! -El pelirrojo dio un salto del susto-Disculpe\, estamos buscando un regalo para una...eh\, alguien-Dio una risa nerviosa.
-Alguien especial debo suponer, cuéntame un poco de esa persona ¿Quién sabe? tal vez y te ayude a encontrar algo adecuado-El tono dulce y lento de la anciana era bastante agradable, dándole a Gastón la sensación de que podía decir que era alguien muy amigable.
-Gracias, pero ya nos vamos-La rubia lo tomo del brazo, no le agradaba nada este lugar desordenado y quería salir cuanto antes.
-Entonces puedes esperar afuera yo hablare con la señora-Se soltó de su agarre, ya estaba hartándose de ser tratado como una muñeca de trapo por esta niña mimada, si tendría que ir a la dichosa fiesta por lo menos él tenía derecho de escoger por sí mismo el obsequio.
La niña inflo las mejillas llenas de ira, pero no dijo nada simplemente marchándose en silencio.
-Bueno, como le decía es para una conocida mía, no muy cercana-Le explico jugando con el listón de su manga.
-Oh, pequeño si ella no lo fuera, no pondrías tanto empeño en esto-La mujer dio una leve carcajada.
-NO, yo vera...no es así-Apenas y pudo decir eso antes de que su torpe lengua se enrollara en su boca dando incoherentes palabras.
-Claro te creo, bien si no la conoces lo suficiente esto será difícil, probemos otra cosa podrías dibujar a esa chica para mí-Saco un trozo de papel y una pluma de su mostrador.
-P-pero vera...no soy muy bueno en eso. No, mejor dicho, soy pésimo en ello-Empujo los materiales de regreso a la anciana.
- ¡Ay! pequeño polluelo ¿Qué será de ti? si no puedes dibujarla tampoco\, entonces escribe su nombre en esta hoja\, y lo primero que se te venga a la mente sobre esa señorita-Empujo de regreso la hoja con la pluma encima.
-Bien aquí voy-Dio un sonoro suspiro.
Escribiendo su nombre con la caligrafía más pulcra y linda que tenía, pero cuando iba por lo demás incluso sus letras parecieron retorcerse y querer salir del papel.
"Alegre"
"Inteligente"
"Divertida"
"Bondadosa"
"Intrépida"
"Brillante"
"Hermosa"
"Decidida"
"Soñadora"
Sin saberlo escribió todo aquello recordó a la protagonista del "cuento" ya que ni siquiera se había dado el tiempo suficiente para conversar adecuadamente o preocuparse por esta pequeña Bella, siempre que la veía huía de ella, y eso no era justo, no lo era.
No cuando ella aun no le ha hecho nada, esa amable niña a la que el mismo le puso la etiqueta de "peligro" ni siquiera le había hecho algo "NO AÚN" se recordó a sí mismo.
Dejo a un lado la pluma ahora con un mal sabor de boca, quizás debería correr, CORRER y huir lo más lejos de aquí, alejarse de esta tienda, de esa tonta fiesta, de esta tortuosa vida, DE ESTE DESTINO MALDITO.
-Al fin terminaste-Los dedos huesudos de la anciana tomaron la hoja, analizándola de arriba a abajo sonrió, dejándola debajo de su mostrador.
-Creo que tengo algo perfecto para ti pequeño polluelo-Le dio una palmadita en la cabeza.
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