El mundo era hermoso cuando ella estaba a su lado,
nunca pensó amarla incluso más que a sí mismo,
cuando su vida se desvaneció como arena entre sus dedos,
no tenía idea de que hacer, él quería acompañarla.
Quería seguirla y estar juntos por siempre,
¿era un deseo muy egoísta? ¿podría el dejar a su hijo y buscarla?
no, él lo necesitaba, pero... ¿Cómo podría el guiarlo?
si el mismo estaba perdido sin ella.
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La primera vez que sostuvo a su pequeño pelirrojo entre sus brazos fue algo indescriptible, ahora él tenía una familia, su amada Camile le había dado no solo la dicha de llenar su vida de amor, le había otorgado un hogar.
Acaricio sus pequeños mechones, sus mejillas regordetas sonrojadas y su boquita creando burbujitas de saliva le causo tanta ternura que se le escapó una risilla baja.
-Es hermoso...nuestro bebé, nuestro querido Gastón- Camile observaba a su pequeño en los brazos de su esposo, las sonrisas de Thierry eran escasas, pero no por ello menos deslumbrantes y preciosas. Era aún más feliz al descubrir que esas hermosas expresiones eran causadas por ella.
- ¿Ellos lo saben? -El tono preocupado del pelinegro le recordó algunas de sus penas.
-Sí, Ana les informo de mi embarazo- La tristeza en los ojos de su esposa golpeo su corazón-Ellos fingieron que no la escucharon y también...también le prohibieron volver a visitarme-El conocía mejor que nadie cuanto le dolía a ella el resentimiento que le tenían sus padres.
-Tal vez algún día ellos lo comprendan, son tus padres, ellos saben cuánto los amas- Tomo la mano de la pelirroja y la apretó, intentando darle algo de fortaleza. Desde que los padres de Camile le dieron la espalda a ella, su salud fue decayendo.
En ocasiones incluso se despertaba en la noche llorando a causa de ello, por su parte a él jamás le agrado la familia de la pelirroja, pero aun así nunca quiso que su relación se rompiera, ellos incluso hicieron como si su amada estuviese muerta, los Lapeyrouse fueron sumamente crueles y aun así su querida Camile los siguió amando.
-Lo sé, es solo...es solo que me gustaría que estuvieran aquí, que conocieran a mi bebé, a padre le enorgullecería saber que él heredo su cabello rojo-Sollozo en el hombro de su querido azabache.
-Hay cosas que no podemos evitar Camile-Susurro en su oído buscando calmarla.
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Pero que corta es la vida y que grande es el destino cuando después de 7 años su amada le susurro las mismas palabras postrada en esa misma cama.
-Hay cosas que no podemos evitar Thierry, y morir es una de ellas-Le sonrió derramando algunas lágrimas al ver la expresión de desesperación de su esposo.
-No Camile, estarás bien ya lo veras, pronto te levantaras de esta cama, y nosotros iremos a recoger las flores que te gustan ¿sí? por favor no digas eso, por favor Camile-Miro los ojos azules de su amada, esos ojos que brillaban como estrellas deslumbrantes ahora parecían opacarse frente a él.
-Tu y yo sabemos que eso no sucederá cariño- Ella quería levantarse abrazarlo y decirle que todo esto era una pesadilla, pero aquello era imposible.
Las lágrimas del pelinegro comenzaron a caer, nunca en su vida había tenido tanto temor como en este momento, el mismo estaba consiente que se estaba engañando, más aún cuando el medico les informo de lo que sucedería.
Pero quería creer, quería tener fe en que su esposa se recuperaría, que volvería a levantarse, para recorrer junto a él los bosques, los campos disfrutando de ver por la mañana el roció en las flores por el resto del día su alegre risa, sentarse en el jardín a ver el atardecer mientras ella lo abrazaba, y que al acabar la cena se sentaran frente a la ventana con ella a su lado leyéndole, escuchando su bella voz.
- ¿Mami? -Gastón entro a la habitación a pasos lentos.
-Ven aquí cariño- Su madre con gran esfuerzo le indico con la mano que se acercará.
-Mami, padre ¿por qué estás llorando? -Cuestiono extrañado el pelirrojo, puesto que nunca había visto a su padre de esta manera.
-Escucha cariño, mi querido Gastón, por favor nunca olvides cuanto te amo, tú y Thierry son a quienes más amo en este mundo-Su madre acaricio los cabellos del pequeño, sabía que no le quedaba mucho tiempo, pero agradecía a dios que aun pudiera ver a su familia por última vez.
Los ojos de su madre comenzaron a cerrarse, Thierry recostado a un lado de su amada de inmediato noto que los latidos de ella eran cada vez menos audibles.
En pánico empujo al niño alejándolo de su querida Camile, mientras la sujetaba en sus brazos podía ver la muerte en sus ojos, como su vida se consumía en solo unos segundos.
-Camile, por favor despierta, CAMILE-Sollozo acercando su rostro al cuello de su esposa, buscando la dulce escancia de lavanda, pero de eso no quedaba nada, no después de caer enferma, solo el olor a hierbas medicinales estaba en su cuerpo recordándole la triste realidad de su condición.
-No, Camile te necesito-Las lágrimas mancharon el vestido de la pelirroja.
Esperaba que ella le respondiera, que tocara su rostro con sus suaves dedos y le susurrara que siempre estaría con él. En toda su vida no pidió mucho, solo vivir feliz con ella entonces ¿por qué los dioses lo castigaban de esta manera?
- ¿Mami? mami- Gastón lloro aterrado\, por ver a su madre inerte en los brazos de su padre. Los lamentos del azabache no hacían más que hacerlo temblar ¿su madre estaba muerta? No\, ella no podía estarlo\, ella dijo que siempre lo amaría ¿por qué lo había abandonado?
Tal vez...tal vez él era un niño malo, y su madre ya no lo quería por eso ahora lo dejaba, pero ¿Qué podía hacer para que su madre regresara?
-Papi-Se acercó con pasos temblorosos a él-Papi- Tomo su camisa entre sus deditos y dio un pequeño tirón, pero por más que lo llamaba, su padre nunca lo miro.
Los días pasaron, pero el dolor continuaba, la casa era la misma, todo estaba en su lugar, pero ya nada era igual, nada sería igual sin ella.
Sentía que se asfixiaba en este lugar, antes lo llamaba un hogar, pero sin Camile ¿Qué era ahora? Todo le recordaba a ella, cada lugar que mirara le recordaba los momentos que pasaron juntos, era una tortura.
Y ese niño, ese pequeño pelirrojo es como ella, su imagen solo lo atormenta más recordándole, que por su culpa su amada ahora está muerta, si el jamás se hubiera casado con ella, Camile ahora sería feliz, viviría en la nobleza y podría tratar su enfermedad, ella estaría viva para llenar este mundo con su luz.
Harto de todos esos remordimientos, busco huir de ello, y que mejor pretexto que la caza, tomo su equipo y partió temprano esa mañana.
Buscando despejar sus pensamientos unos días, sin embargo, aquella noche se empeñó en volverle a recordar el dolor.
En aquel sueño su querido hijo ya no era un niño, parecía tener unos 18 años, se encontraba en lo alto de lo que él creía ser un castillo.
Extrañado por aquello, busco llamar la atención de Gastón, pero por más esfuerzo que pusiera en ello, no salía ni un solo sonido de su boca. En la distancia pudo ver como su primogénito, caía hacia el precipicio.
Intento correr en su dirección, gritar, llamarlo, pero no podía moverse. Era tanta la impotencia de aquello, presenciar la muerte de su pequeño pelirrojo.
Se despertó sollozando, temblando de miedo. Cuando se calmó, decidió no darle demasiada importancia tal vez era su conciencia haciéndole una mala pasada, por dejar a si hijo solo, o tal vez era la tristeza que aún tenía por su amada.
Pero sabía que preferiría morir antes que dejar a su primogénito acabar su vida de esa forma tan cruel, él lo ama más de lo que su pequeño cree.
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Comments
Xochi Chan
Me destrozó esta parte.
2023-04-03
1
Ana Fernandez
todos vivimos el dolor y el suelo de diferente forma pero si nos dejamos consumir por el lastimamos también a quienes nos rodean
2022-10-08
6