『Capítulo 6』┉ El hámster y la mancha roja ┉

Es una historia que le relataba su madre,

en aquel mundo la única que nunca se perdería en sus memorias,

la de una mujer de cabello y ojos negros "la mujer maldita",

en un mundo de luz, la oscuridad era repudiada, el sol era su adoración.

La pobre dama, infeliz en aquel lugar vivió aislada,

pero ella encontró el amor en aquel que juro jamás lastimarla,

pero... ¿era de verdad amor? No, no lo fue cuando la cambio,

cuando la reemplazo por el poder y el brillante oro.

¿No puede la noche ser hermosa? Su corazón se rompió y el odio la corrompió,

el manto estelar fue testigo del momento en que cambio,

las sombras invadieron el reino de luz, y entonces...entonces comenzó el caos,

condenada por una maldición espera que los de su sangre la liberen.

¿El amor que el profesaba era cierto?

¿ella que tanto lo adoraba lo estropeo todo?

¿es un pecado amar a alguien tanto?

ahora las respuestas se hallan escondidas en las estrellas.

✽◈◈◈◈◈◈◈◈◈◈✽

-Mi....mi nombre es LeFou- Contesto el pequeño hámster mientras se limpiaba los restos de lágrimas.

Fue como si el tiempo se detuviera podría jurar que casi sentía que su alma se le salía, no cabía duda que su suerte era la peor. Este día no solo había tenido que cumplir con el castigo de su padre, soportar a esas dos pulgas menearlo como una muñeca de trapo ¿ahora tenía que tratar con este hámster secuaz?

Lo hubiera dejado ahí solo, después de ahuyentar a esos brabucones debió solo regresar con esas dos pulgas, pero NO, él tenía que meter sus narices.

-Oh, em es...es un placer, supongo-Lo último lo susurro más para sí mismo, entre más pronto se alejará sería mejor.

-Bien, yo tengo que irme-Se levantó de un solo movimiento el lindo niño pelirrojo.

-ESPERA-Grito presa del pánico, no conocía bien los alrededores ni como regresar, puesto que solo corrió sin dirección para huir de esos niños, sumando eso a el dolor de su tobillo no podía hacer más confiar en el niño de brillantes ojos zafiro- Podrías ayudarme...ayudarme a llegar al pueblo, veras yo...yo soy nuevo aquí y no recuerdo el camino-Diviso como su salvador se tensaba un momento en su lugar.

-Pero...pero yo...- ¡Demonios! ¡¿por qué no podía pensar en ninguna excusa?

Bueno, tal vez con solo ayudarlo esta vez no sería gran cosa, SI, esta sería la última vez que lo vería, de en adelante incluso si se encontraran lo evitaría como una plaga.

-Bien, supongo que te cargare como antes si te recargaras en mi espalda probablemente me la romperías, di-disculpa no quise...veras yo...um perdón por eso, ahora...ahora solo vámonos-Si era un hábito suyo en su vida anterior lanzar comentarios mordaces cuando estaba molesto, a veces podía tener una lengua tan venenosa como una serpiente.

-No te preocupes-Él estaba acostumbrado a esa clase de comentarios, aunque...aunque ahora viniendo de quien lo salvo dolían mucho.

-Yo...yo sé que nadie me quiere, los niños aquí me molestan y mis abuelos ya no quieren verme porque...porque fue mi culpa que papás murieran-Las lágrimas se volvieron a acumular en sus ahora irritados ojos verdes.

-No llores por favor, apuesto...apuesto a que ellos te quieren mucho, solo que aun...aún deben estar tristes por tus padres-Intento consolar al pequeño bollo, esto no estaba en la trama, y a decir verdad no tenía idea de que hacer ¡había abierto las heridas del bollo con sus crueles palabras!

-Ellos estarían felices de que yo ya no estuviera, BUAAAAA-Estallo en llanto.

-No, no estoy seguro que ellos te aman mucho ¿Cómo podrían odiar a alguien tan lindo como tú? -Con el dorso de su manga limpio las lágrimas del hámster.

Aunque a sus ojos había vuelto a ser una mancha roja, podía sentir la delicadeza de su tacto al secar sus lágrimas y su agradable voz.

Nunca le había agradado mucho a los niños del lugar, además que era muy tímido para acercarse a los que parecían no odiarlo, así que creció junto a sus queridas primas, nunca le molesto aquello, todas ellas eran muy amables con él y lo trataban muy bien, a diferencia de sus primos varones que solo lo molestaban por ser poco atlético.

Gastón lo cargo al estilo de una princesa y el pequeño hámster solo pudo sonrojarse ante eso, recordaba las historias que sus primas a menudo leían, cuentos de princesas en peligro y caballeros de brillante armadura que sin importar el riesgo las salvaban, valientes y bondadosos así los describían, los príncipes azules de sueños que sus queridas parientas adoraban, guapos y amables.

Y el lindo chico bermejo que lo sostenía encajaba perfecto con ello, era a sus ojos el perfecto príncipe azul.

Con gran esfuerzo cargo al bollo hasta llegar a las dos pequeñas pulgas castañas (Bella y Remi). Si, solo en esa distancia había sido toda una hazaña, podía imaginar el resto del camino, podría jurar que tendría que detenerse muchas veces para descansar.

-Remi, Bella lo he encontrado-Les aviso casi llegando hasta sus lugares, saco el botón para dejarlo en las manos de su dueño.

- ¿Enserio? Wow\, sabía que lo harías Gastón\, eres el MEJOR-Comenzó a saltar el castaño ignorando por ese momento la presencia del extraño.

-Gastón ¿Quién es él? -Cuestiono la dulce Bella que a diferencia del otro no había podido despegar la mirada del recién llegado.

-Su nombre es LeFou, se lastimo el tobillo, así que lo llevare al pueblo-Les explico a ambos puesto que de no hacerlo lo estarían molestando todo el camino con ello.

-Tu pulsera tiene un grabado muy bonito, recuerdo haberlo visto en un libro, era un grabado de la antigua roma- La pequeña ignoro por completo lo antes mencionado al divisar el objeto en la muñeca del herido.

-Gracias me lo regalo mi padre, es una reliquia familiar- Tímidamente el azabache le mostro el objeto.

-Wow que lindo, oh lo siento he olvidado presentarme, mi llamo Bella y ese niño se llama Remi-Se presentó y para sorpresa de nuestro villano ya no había hostilidad para el castaño de parte de ella.

Era increíble como los niños podían resolver un conflicto en un momento, pero algunas veces también podían ser realmente aterradores.

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-Hoy veremos un maratón de películas ¿siiiii? - Salto la infanta en el sillón. No hubo ninguna voz, pero por el rostro de la niña supuso que se había negado a aquello.

-Hum-Hizo un puchero-Si no ves las películas conmigo le diré a mamá y a papá que estuviste todo el día mensajeándote con Eliza en lugar de cuidarme- Amenazo con una cara seria.

Dejo un suspiro profundo para luego dar play a la película y tomar asiento en el otro sillón individual. Cuando se lo proponía su sobrina podría ser alguien de temer a pesar de su edad.

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Caminaron hasta llegar al pequeño centro médico del pueblo y como lo dedujo tuvieron muchas paradas en su camino allí.

Por su parte el pequeño bollo estaba tan avergonzado, sabía que su peso había sido un gran problema para ese príncipe rojo, pues en cada parada lo veía recuperar aire y estirar sus brazos.

-Bien, con esto y reposo en casa por dos días estará completamente curado- Les informo el médico, un hombre de cabello blanco bastante amable, lo dejo en una camilla para atender a otros pacientes.

Los pequeños infantes le agradecieron y luego se despidieron de él.

-Mañana si tienes que ir a mi casa, papá y yo te estaremos esperando a la hora del almuerzo, bien adiós a todos-La protagonista simplemente impuso aquello sin dejarlo refutar, alejándose corriendo en dirección a su hogar.

-Por la tarde iré a tu casa Gastón, mamá dijo que hoy cocinaría galletas te llevare algunas, hasta entonces-A Remi no pareció molestarle que la chica ocupara a su amigo el día siguiente pero el pediría este día.

-No es...necesario-No alcanzo a decir cuando el chico se fue saltando a gustó.

-Um, gra...-Alcanzo a escuchar un leve murmullo del hámster a su lado.

- ¿Qué acabas de decir? -Cuestiono curioso.

-Gracias por todo, y me preguntaba si tú...si tu ¿quieres ser mi amigo? -En solo un instante el pequeño bollo tenía entre sus regordetas manitas las de Gastón.

- ¡¿Q-Qué?!-Salió como un graznido de él\, solo quería ayudarlo y luego tirarlo sin mirar atrás\, claro no literalmente\, pero... ¿Qué está pensando este hámster? para acorralarlo así.

-A mí...a mí me agradas mucho, pero si tú...si tú no quieres yo entenderé-Los ojos verdes del bollo comenzaron a lagrimear.

¡Por dios NO! el no soportaba ver a este pequeño bollo llorar, pero tampoco deseaba tenerlo como secuaz, ahora está entre la espada y la pared.

-Yo...yo-El agarre del azabache se volvió más fuerte, temiendo por la respuesta-Hum, ve...veras yo...yo creo que...SI-Podía sentir el sudor frio recorrer su espalda.

- ¡Qué bien entonces a partir de ahora somos amigos! -Sus mejillas regordetas mostraron unos hoyuelos\, sus lágrimas habían desaparecido y ahora solo quedaba una sonrisa alegre.

Bien podría sacarse el problema de encima por ahora, tal vez podría arrojarlo a Remi o a Bella ambos niños parecían querer a alguien con quien jugar, así que no veía por qué el hámster no podría ser amigo de ellos, SI, haría que se cansara de él y fuera secu-ejem-amigo de alguien más.

-Entonces te...te veré luego-Se ruborizo de vergüenza al pensar en lo agotador que debió haber sido para su nuevo amigo llevarlo hasta este lugar, sin duda alguna la próxima vez que lo vea tendría que agradecerle como se debía.

-Sí, bueno au revoir- Consiguió zafarse del agarre.

Sin darse cuenta el día había pasado realmente rápido ¡ya había pasado la hora del almuerzo!, lo único que le esperaría en casa seria otro castigo, suspiro, ahora solo desea llegar a casa y tumbarse en su cama a dormir por horas como un oso.

Camino a casa se preguntó si su padre no era un vidente o algo así, puesto que como él lo dijo este sin duda fue un día bastante agotador.

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