『Capítulo 16 』┉ Enlaces del pasado ┉

¿Se siente bien ignorar por un momento el futuro?

mirar las estrellas sin pensar más allá,

pintar castillos en las nubes de la nada,

dejar tu corazón sanar dándole un poco de paz.

Cuando esos monstruosos recuerdos llegan a él,

las sombras del pasado vuelven a penetrar en su mente,

retorciendo y dañando todo, convirtiéndolo a el mismo en alguien diferente,

cuando ellos vengan a reclamar lo que les pertenece ¿Qué es lo que hará?

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Sus manos se aferraron a al abrigo de Thierry, podía sentir las ligeras palmaditas en su espalda, un intento de su padre por tranquilizarlo, pero ni siquiera su padre lo estaba, pues abrazado a él los latidos del corazón de su padre eran lo bastante audibles para llegar a él, y por extraño que suene a pesar del ritmo desbocado de ello lograban transmitirle algo de calma.

Él no quería desplomarse así, era sumamente vergonzoso para él correr a los brazos de su padre como una liebre asustada, y más enfrente de un completo extraño, pero cuando se sintió casi tener los dientes de aquel animal en su cuello, no pudo evitarlo, tantas noches desde que había llegado aquí y no había ninguna que en la que él no fuera atormentado por las pesadillas.

En muchas ocasiones visiones de sí mismo cayendo desde las altas torres, en algunas casi llegando a impactarse y despertando ahí, pero en otras ¡Oh dios! otras veces no solo impactaba contra el suelo, sino que también era comido por los lobos, con la horrible sensación de como esas cosas arrancaban trozos de su piel con salvajismo, siempre despertaba jadeando y lleno de sudor, siempre con ganas de tener a alguien a su lado que lo abrazara y le dijera con cariño que solo era un mal sueño, que eso jamás pasaría.

A menudo se planteaba correr a la habitación de su padre y suplicarle por un poco de atención, pero siempre se contenía a si mismo diciéndose que era un adulto y esos actos suyos solo causarían molestias.

Cuando finalmente se alejó del abrazo de Thierry, la vergüenza se plasmó en su rostro, ahora en su abrigo una marca húmeda era más que visible, había llorado igual que un bebé, no cabe duda ahora debe verse completamente como un desastre.

Dejo esos pensamientos de lado cuando escucho como el rubio se aclaraba la garganta.

-G-gracias por salvarnos señor-El niño hizo una leve inclinación en dirección al pelinegro-Y gracias a ti también, sin tu ayuda en estos momentos ya estaría en el estómago de ese lobo-Intento bromear con Gastón, pero el tono tembloroso de su voz y las ligeras lagrimas acumuladas en sus ojos no ayudaban.

-No te preocupes, lo importante es que ya están a salvo-Thierry miro al pequeño niño de probablemente unos 8 o 9 años, algo en ese chiquillo le resultaba familiar pero no sabía exactamente qué.

-Por cierto, aun no nos presentamos, debo saber a quienes les debo mi vida-El rubio estaba curioso por estas personas, primero por el pelirrojo mandón que luego de ver a su padre lloro sin consuelo, y después estaba ese hombre de ojos tan oscuros como la noche que no dejaba de mirarlo ¿tal vez tendría algo en su cara? . Probablemente si, después de todo había corrido sin importarle donde pasar.

-Mi nombre es Thierry y este es mi hijo Gastón-El nombrado aún se preguntaba la causa de la aparición de este niño en el bosque profundo, el único camino que pasaba por ese bosque estaba muy al sur, se necesitarían al menos unas dos o tres horas a pie, para llegar a este punto.

Agregando a eso, la calidad de sus ropas era muy buena, normalmente solo alguien de alto estatus o de la nobleza podría pagar por ellas, eso la sabia gracias a Paulette que se encargó de su entrenamiento en la tienda, y cada que se equivocaba en la calidad de las telas la chiquilla se encargaba decirle su error, claro al mismo tiempo que le propinaba un golpe en la cabeza con su abanico.

-Un gusto yo soy Damien-Se inclinó de nuevo en forma de saludo.

-Sí, bueno creo que la pregunta más importante es ¿por qué estás aquí y por qué eras perseguido por ese animal? -No pudo evitar levantar una ceja mientras le lanzaba a el niño una mirada de reproche.

-Veras, vine al sur de Francia como acompañante de mi abuelo en su viaje de negocios, y uh...tal vez me distraje persiguiendo a un conejo, pero en mi defensa era uno muy lindo, y bueno lo quería atrapar para regalárselo a mi hermana gemela ¡sabes! ella ama los conejos y más si son tan tiernos y esponjosos, bueno aunque ya tienen como cinco o ¿era diez de ellos? si recuerdo era Fluffy o era ¿pofys? no ese era pufy, aunque ahora que lo pienso creo que se llamaba ¿canel?...-El pequeño rubio pronto comenzó a divagar. Y en algún punto de su conversación dejo de prestarle atención.

-Ya entendimos ahora dime ¿Dónde está tu abuelo? ¿puedes guiarnos hasta él? -Tomo al pequeño hablador de sus hombros, para traerlo de regreso de sus encrucijadas mentales.

-Eso creo, no recuerdo muy bien el camino hasta allí, bueno en realidad no pase por ningún camino, luego de que ese lobo me encontrara solo corrí sin sentido, me recordó esa vez en la que...-Nuestro villano volvió a agitarlo, si seguían con esto llegarían al anochecer sin apenas una pista de él paradero del abuelo del chico.

-Lo siento, pero creo recordar el nombre del pequeño pueblo al que llegamos-Sin demora, montaron sus caballos, Thierry iba solo y a su lado estaban Gastón y Damien, el ultimo sentado en la parte de atrás sujetándose de las ropas del villano.

Por suerte su padre recordaba cómo llegar al pueblo en el que está el abuelo de Damien, lo malo es que en todo el camino esta bola de pelos parlante no dejo de preguntarle y sacar conversación con el de cualquier cosa, en este punto de verdad habría preferido a LeFou, si, el pelinegro podía pegarse a él como una pulga, pero al menos no taladraba sus oídos con su vocecilla hasta el cansancio.

-Tal vez no esté aquí mucho tiempo, pero me agradas Gastón, quisiera poder visitarte algún día- Damien suspiro frustrado, en casa tenía muchos "amigos" pero todos eran hijos de socios de su abuelo o aristócratas que solo se acercaban a él por su familia, en casa la única persona con la que podía contar era su querida hermana, e incluso a veces no entendía por qué eso no había sido suficiente, todos solían decir que era un niño muy caprichoso ¿y si así era qué? creían que por eso no tenía sentimientos, que los comentarios crueles de todos ¿no llegaban a afectarlo?

Pero este niño pelirrojo era diferente, ni siquiera sabía su identidad y aun así decidió arriesgar su propia vida para salvarlo, este niño se había ganado su aprecio en menos de un día, claro que había notado que Gastón podía ser un poco frío, pero nada que él no pudiera manejar y aunque no le agradara aquello podía tolerarlo, es decir ¿no es eso lo que hacen los amigos? aceptarte a pesar de todo, o al menos eso es lo que le habían dicho sus sirvientes y que había leído en los libros.

-Sí que lastima-Susurro con sarcasmo Gastón lo suficiente audible para que el niño a su lado lo escuchara.

-Es cierto, una verdadera pena-Apretó más fuerte el abrigo de su salvador, una lagrimas traicionera se resbalo por su mejilla, que fue secada de inmediato- ¡ya se! le diré a mi abuelo que me traiga de regreso, y te visitare muchas, MUCHAS veces ¡ya verás! si esta hecho, él no se negara al saber todo, incluso puedes visitarnos en parís, tiene vistas hermosas...- Siguió hablando hasta que llegaron de nuevo al pueblo en el que se estaba hospedando.

-Allá esta ¡Allá esta! -Cuando vio a el rostro de su abuelo de nuevo, casi grita de emoción, bajo del corcel de un salto y corrió en su dirección.

Su abuelo aun no podía verlo, estaba hablando con un grupo de hombres y lucia muy serio.

Pero cuando llego a su lado, lo recibió con una sonrisa y un abrazo. El tan solo imaginar que de no haber sido por la ayuda de Gastón no volvería a ver a su familia de nuevo le causo dolor en el corazón.

-Y allá va-Gastón sonrió al ver a ese pequeño parlanchín, igual que una bola al ser golpada no se detuvo hasta chocar con su objetivo.

Thierry miro al pequeño con gracia, le recordó a su hijo hace algunos años, igual de enérgico e impulsivo, pero esa imagen en él se rompió luego de la muerte de Camile, ambos estaban rotos ahora, y solo podían juntar las piezas e intentar hacer lo mejor para seguir con su vida... lo mejor ¿Cuándo el siquiera se propuso aquello? lo más correcto sería decir arrastrar las piezas restantes y cargar con sus penas día con día.

Su sonrisa ahora melancólica se desvaneció y en su rostro solo había una mueca de pánico.

Cuando pudo ver mejor al abuelo de Damien casi se detiene su corazón, ahí estaba...ese hombre, él hombre que le dio la espalda a su amada cuando más lo necesitaba. Parado a unos metros de ellos abrazando al voluble rubio estaba la cabeza de la familia Lapeyrouse, de esas personas tan crueles.

El pelirrojo que el más llego a odiar, aquel hombre que compartía sangre con su esposa, el abuelo de Gastón.

Pero él no tenía más hijos aparte de Camile, entonces ese niño debe ser de algún sobrino o sobrina suyo.

-Se ve realmente feliz, me alegro por él, tal vez no sea mala idea ser su amigo-Gastón aun miraba a Damien con una sonrisa, tal vez lo había juzgado mal, al inicio de su encuentro quiso regañarlo por su ineptitud, todo debido a su creciente estrés mezclado con el miedo y su terrible ataque de nervios, solo le hizo estallar todo su ira y reproches en ese niño que no tenía ninguna culpa.

Si había podido soportar a ese grupo de personajes de esta historia ¿por qué no podría con este niño? ni siquiera pertenece a la trama ¿Qué mal podría hacerle relacionarse con él? ja, ahora que lo notaba ni siquiera había recordado la trama de la historia y su encadenado destino con el rubio a su lado, quizá la amistad con este niño era lo que le faltaba para dar un respiro de sus habituales penas.

-No digas tontearías ¿cómo podrías ser amigo de él? entiéndelo ni siquiera son de la misma clase, ahora regresemos-Los ojos de su padre le miraron con severidad.

Ambos dieron vuelta a su caballo, Thierry apresuro el paso, y a nuestro villano solo le quedo seguirlo.

Cuando Damien se volvió para mostrarle a su abuelo quienes eran sus salvadores, no quedaba ni sombra de ellos, pero no se rendiría tan fácilmente, el finalmente conoció a su primer amigo y no lo dejaría ir ¡oh, no! él lo encontraría, como que se llamaba Damien Lapeyrouse.

Por más que lo deseara Thierry ese no sería el último encuentro de su hijo con aquel caprichoso rubio.

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