Sus sospechas fueron acertadas.
Una semana después aún seguía sin atisbos de lo que normalmente solía ocurrirle todos los meses.
El malestar en su cuerpo fue a más y las náuseas pasaron a ser acompañadas por vómitos.
Al inicio del día lo primero que hacía era abandonar la calidez del lecho donde dormía junto al dragón para a todo correr salir de la cueva a vomitar.
Draknar, cada vez más preocupado y asustado de que él fuera el culpable, no podía hacer nada, salvo correr tras él y permanecer a su lado.
Por suerte, el desayuno, lo asimilaba y no sé repetían los vómitos.
El resto del día pasaba normal, si más signos de que pudiera pasarle algo malo.
Pero lo que más sorprendido y asombrado tenía a Draknar era cuando el sol iba cayendo y Ástin pasaba de ser un chico de lo más tierno a convertirse en una auténtica fiera ávida de sexo.
Desde el día que mantuvieron la charla de qué tal vez pudiera estar enfermo, el deseo por hacer el amor a partir de que el sol se ocultaba por parte del joven, crecían de una manera abismal.
La tercera semana empezó y Ástin seguía despertando con náuseas y yendo a vomitar.
Ïgra, sin mostrar nada de preocupación, veía a la pareja volviendo al interior de la cueva.
Draknar, rodeando por la cintura al chico con una mano y con la otra sujetando una suya, le ayudaba a caminar debido a que cuando vomitaba perdía casi todas las fuerzas y por consiguiente se tambaleaba al ponerse en pie.
Por extraño que pareciera, Ástin no se mostraba ni preocupado ni mucho menos asustado.
Todo lo contrario.
Precisamente, esa misma mañana, en su rostro se podía apreciar en ese instante una sonrisa que le ocupaba toda la cara.
-Ástin, sigo pensando que a lo mejor sería aconsejable no abusar de...-
El muchacho se volvió al dragón y le miró fijamente.
-¿Ya no...no te gusta hacer el amor conmigo?- preguntó.
-¡Claro que me gusta! Pero... presiento que lo que te está pasando es todo por mi culpa- repuso Draknar.
Una risita se le escapó al chico quien rápidamente se cubrió la boca para que se la viera. Aunque no fue lo suficientemente veloz y el dragón vislumbró dicha reacción en el joven.
-As, no tiene gracia- regañó visiblemente preocupado -¿Y si...por mi culpa y por..."acabar" tantas veces en tu interior...no te hace bien?- apuntó.
Ástin se giró para poder quedar frente a frente con él.
-No me pasa nada malo- contestó.
Draknar frunció el ceño.
-¿Có-cómo que no...-
El chico se mordió el labio inferior, nervioso. Luego agarró ambas manos del mayor con las suyas. Después las llevó hasta su barriga donde hizo a Draknar que las posara sobre ésta.
-¿Qué... qué estás...- se enero Draknar viendo como Ástin sujetaba sus manos por el dorso y las presionaba ligeramente en su vientre -¿Por...por qué me haces tocar tu...vientre?- inquirió el dragón aún más atemorizado si es que era posible.
Ïgra dejó el manjar que estaba comiendo y se apresuró hacia ambos.
Sentándose sobre sus cuartos traseros, emitió un sonido únicamente entendible para Draknar.
Éste agachó la cabeza y miró a animal.
-No digas tonterías Ïgra, eso no creo que sea lo que le sucede a Ás...-
-Estoy embarazado-
Draknar se quedó con la palabra inacabada al escuchar lo que Ástin acababa de decir.
De inmediato dirigió los ojos a la barriga de éste para enseguida regresarlos a los suyos.
-¿Qu-qué has...has dicho?- titubeó ligeramente.
Ástin mantenía la sonrisa intacta en sus labios.
-Digo que estoy embarazado- repitió otra vez la respuesta.
Draknar notó como le hacía presionar las manos en su tripa por lo que rápidamente quiso apartarlas.
No porque le desagradara, no, sino porque no quería dañar al chico ni al bebé que supuestamente le dijo que llevaba dentro.
-¿Có-cómo lo...sabes?- preguntó el dragón.
-Verás, yo...como algo normal, suelo...sangrar una vez cada treinta días- empezó a explicar Ástin -Hace...hace cuatro se cumplieron los treinta días y...aún no he sangrado ni una gota-
-¿Por qué sangras cada treinta días?- quiso saber Draknar.
Mordiéndose el labio inferior, Ástin contestó:
-Eso...eso quiere decir que yo...que puedo tener hijos-
-Pero, y las náuseas...y los vómitos...y esas fortisimas ganas de...hacer el amor...¿Por qué te pasa?- siguió curioseando el joven de más edad.
Ástin rió en silencio.
-Bueno, no sé porqué suceden...pero sé que pasan cuando...cuando estás esperando un bebé...porque la esposa de mi hermano lo está y la he visto como yo...vomitando y con angustia y náuseas...- explicó el chico.
Draknar puso cara de pánico.
-¿Tam...también la has visto...haciendo el...amor?-
-¡¡Noooo!!- exclamó ruborizandose el menor.
Por su parte, Ïgra se dio un manotazo en la cara al oír la pregunta que Draknar fue capaz de formular aunque claro, aún era demasiado ignorante e inocente con respecto a eso.
A pesar de haber yacido con el chico, le faltaba más conocimiento y saber sobre las diferentes reacciones que se sufrían en cada uno de los distintos cuerpos que tenían entre él y Ástin.
Draknar alejó unos escasos milímetros sus manos de la barriga del menor para inmediatamente rodearle con los brazos y atraerselo hacia sí.
Tragando saliva, le miraba sin pestañear a los ojos.
-En...entonces...tú...y yo...nosotros...¿Seremos padres?-
La pregunta por parte del dragón sonó más de emoción que otra cosa.
Ástin se mordió los labios al mismo tiempo que afirmó con la cabeza mientras decía:
-Sí. Lo seremos-
De manera súbita, Draknar lo alzó del suelo para con gran cuidado sostenerlo en peso con las manos.
A tal acto, Ástin se echó a reír pero procurando sujetarse con ambas manos al cuello del mayor.
Ïgra, moviéndose alrededor de ellos, también parecía celebrar con la joven pareja su futura paternidad.
Draknar se olvidó por completo que en un tiempo anterior, el chico y él no se hubieran caído bien.
Borró de su mente que lo hubiera raptado solo por cumplir con una tradición ancestral que los dragones llevaban practicando durante siglos.
Y también olvidó que Ástin no pertenecía a su isla ni a su vida, por lo que con absoluta seguridad, los suyos ya habrían enviado a alguien en su búsqueda y rescate...
Y que ese alguien, cada vez, se encontraba más cerca de llegar a la isla.
*************
-No se ve nada- farfulló Björn.
Casi veintiún días en la mar y ni atisbo de isla o trozo de tierra a la vista.
Seguía pensando que Ívar no tenía ni idea de hacia donde debían ir y la ira le carcomía por dentro solo de imaginar que pudiera encontrarse a su hermano...
-Estamos cerca- oyó decir a su posible futuro cuñado.
Severamente, Björn giró la cabeza hacia Ívar.
-¿A sí?- desdeñó el mayor.
Ívar sonrió socarronamente. Alzando un brazo, con el índice apuntó hacia un punto oscuro que se avistaba en la lejanía.
Björn siguió la dirección de su dedo. Se cubrió con la mano sobre los ojos haciendo sombra y lo vio.
-Una semana y habremos llegado a la isla de ese monstruo- alardeó Ívar.
Dejando boquiabierto a Björn, se dio media vuelta y comenzó a dar órdenes de poner rumbo fijo hacia dicha meta.
Björn, dando pasos lentos, se fue aproximando hasta la quilla.
Llegando a ésta se aupó en una madera que sobresalía del barco, se colocó a modo de visera nuevamente la mano y comprobó que era una isla.
El júbilo de que iba a recuperar a su pequeño hermano le llenó de coraje.
Y su ira creció en su interior.
-Juro por los dioses que si te ha pasado algo...voy a matar a ese maldito monstruo alado- se prometió.
***¡Descarga NovelToon para disfrutar de una mejor experiencia de lectura!***
Comments