-IX-

-Hace unos años, cuando solo era un niño de cinco, vivía aquí con mi padre...y mi madre- inició Draknar su historia.

Ástin, sentado frente a él, tenía en su regazo a Ïgra, el cual, también atendía a Draknar.

-Mi padre era un dragón y cuando salía a volar y explorar la isla, yo solía sentarme al filo del acantilado para verlo- Draknar hizo un inciso para seguir hablando -Mi madre también solía sentarse conmigo para decirme que algún día yo también sería como él...y sí, he terminado siendolo pero a un alto precio- Draknar miró por un momento al chico -Ella me contó cómo fue que acabó siendo mi madre y la manera en que llegó aquí a la isla- volviendo a hacer una pausa, reanudó su historia -Ella fue una de las elegidas de los de su pueblo para ser entregada a un dragón. Según contaba en su pueblo creían que dando una virgen a los dragones los mantenían contentos y satisfechos pero ellos eran quienes las elegían, y por eso no solo escogían a una virgen sino a más-

-Sí, eso...eso lo sé por mi padre- dijo Ástin.

Draknar esperó unos minutos y volvió a retomar su explicación.

-Mi padre la eligió entre todas las ofrecidas y se la trajo- jugando a avivar el fuego usando su aliento y provocando que Ástin se echara hacia atrás, prosiguió -No...no empezaron muy bien que digamos según me contó ella pero... conforme iban pasando los días y las semanas algo inició entre ellos- una risa se le escapó -Mi padre me dijo que ella tenía un carácter muy bravo y que en más de una ocasión tuvo que ir a por ella porque casi la pierde por su cabezonería- ladeando la cabeza fijó sus ojos en el menor -Ahora que lo pienso y por lo que me contaba él, encuentro gran similitud entre mi madre y tú- señaló burlón -Eres como ella-

-No lo creo- repuso Ástin.

Draknar se encogió de hombros y siguió con su relato.

-Recuerdo que ese...día, fue cuando encontré a Ïgra- señaló al animal quien alzó la cabeza y le ronroneó -Era un cachorro y quise quedarmelo. Mis padres lo vieron bien y se quedó con nosotros. No parecía un mal día puesto que se sucedió como los demás salvo porque Ïgra se unió a nosotros pero entonces...- Draknar calló y se quedó en silencio.

Ástin se inclinó hacia delante.

-¿Entonces?- dio pie a que siguiera.

El moreno mayor le miró fijamente.

-Entonces llegó él- respondió -Un hombre. Grande. Iba solo e irrumpió en la cueva. Yo estaba fuera alejado de ella y oí a mi madre. La oí gritar. Quise ir a ver qué pasaba pero entonces mi padre apareció volando y me mandó que me escondiera con Ïgra...y eso hice. Agarré a Ïgra y me di prisa en esconderme. Pero pude verlo todo- en ese momento Ástin pudo ver cómo unas llamativas lágrimas resbalaron por las mejillas del azabache.

Moviéndose hasta él, logró acortar toda la distancia que les separaba y pidió:

-¿Qué...qué viste?-

-A ese hombre tratando mal a mi madre, empujándola hacia el risco, ella gritando y...después a mi padre atacando a ese hombre para que soltara a mi madre...pero no la soltó sino que...- no pudo seguir hablando y se cubrió el rostro con ambas manos. Ástin pudo oírle sollozar. Ïgra saltó del regazo del chico al de Draknar y le lamió y limpió las lágrimas. Draknar se retiró las manos y miró a ambos -La mató. Ese hombre mató a mi madre y después...lo hizo a mi padre-

Ástin se quedó perplejo.

-Llevo solo quince años, tratando de evitar el mostrarme a los seres humanos. Impidiendo que mi naturaleza de dragón se superponga a la humana...hasta que hace dos días unos idiotas decidieron volver a entonar "El llamado" y ahora tú estás aquí-

Ástin se sintió mal consigo mismo de haberse comportado como lo hizo.

-Yo no quiero hacerte daño, sé que vendrán a buscarte y no voy a impedir que te vayas. No eres mi rehén como tú piensas. Ni siquiera se me pasó por la cabeza el querer tocarte indebidamente- explicó Draknar -Pero también sé que una vez que un dragón tiene a una virgen...en tu caso un virgen, cerca, tengo que ser precavido-

-Por qué- quiso saber Ástin.

Draknar tragó saliva.

-Dentro de una semana volveré a pasar por una fase poco agradable para mí y tendré que irme de aquí para que no pase algo...horrible-

-Algo horrible como qué- siguió curioseando Ástin.

Draknar se enderezó.

-Nunca he estado con nadie pero eso no me exime de no pasar por cierta fase que según oí a mi padre decir se llama "El Celo". Quise preguntar qué era pero ni él ni mi madre me lo dijeron alegando que aún era demasiado niño como para entenderlo- llevándose una mano a la frente soltó un resoplido -Y ahora que llevo quince años sin ellos, durante ese tiempo he sufrido un extraño calor que podía controlarlo...hasta que ayer un cabezón y tozudo chico me retó y casi se despeña en las rocas-

Ástin bajó la mirada, sabiendo que lo decía por él.

-Algo se prendió en mi interior cuando vi como caíste. Pensé que ibas a morir solo por no hacerme caso- regañó Draknar pero rápidamente se calmó -Y después tú me ayudaste-

Ástin levanto muy despacio la cabeza para mirarle.

-No tenía pensado ayudarte pero él me convenció- apuntó al animal que seguía en el regazo de Draknar -Y bueno, tú...me ayudaste a mí. Te lo debía-

Los dos jóvenes se miraron entre ellos quedando en silencio hasta que Draknar habló:

-Ahora que sabes mi historia, ¿Qué piensas?-

Ástin se colocó de rodillas y se deslizó hacia él. Quedando a pocos centímetros de Draknar extendió una mano diciendo:

-Que quizás podamos empezar de otro modo y aparcar a un lado el principio entre nosotros dos-

Draknar miró la mano del chico para después hacerlo a él.

-Soy Ástin- se presentó el joven.

El azabache aceptó su mano.

-Soy Draknar- contestó.

Ïgra, observándoles, emitió un sonido parecido a un ronroneo de complacencia al ver que parecían iniciar con mejor pie lo que en un principio empezó algo torcido.

A él le gustaba ese chico para Draknar. Lo poco que vivió entre los padres del moreno también percibió algo semejante entre ese chico y la fallecida madre de Draknar. Sobretodo lo que se parecían en algunos rasgos como el color de ojos, gris perla. O el oscuro y largo cabello de Ástin y la madre de Draknar.

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