El buen clima de aquellos días empujaba a salir a Ástin al exterior de la cueva.
Casi sin darse cuenta, habían pasado más de dos semanas desde que fuera "raptado" por Draknar.
Veinte días para ser más exactos.
Una semana entera la pasó a resguardo y en la cueva debido a la larga tormenta que inició esa noche en que ambos dejaron a un lado la vergüenza y se entregaron en cuerpo y alma.
Durante toda ésta, además de por parte de Draknar salir en busca de comida y víveres para guardar y que Ástin comiera, se la habían pasado haciendo el amor, repitiendo diariamente y hasta la cantidad de tres veces por día.
Ástin nunca imaginó que eso del sexo pudiera ser tan grato y maravilloso.
Draknar tampoco se figuraba que lo de aparearse le resultara tan increíble y pleno.
Ambos habían aprendido por su cuenta muchas cosas que supieron le gustaba al otro.
Y aunque cuando tenían su habitual charla post-orgasmo lo hacían con absoluta confianza, a Draknar aún le apabullaba cuando el chico le pedía volver a probar esa otra manera en la que se le situaba al dragón encima pero a la inversa.
Ïgra solía perderse en el interior de la cueva cuando los veía en actitud mimosa y besucona.
Bien sabía éste que sería cuestión de segundos que los dos jóvenes acabaran sin ropa y gimiendo juntos.
Por la mañana reaparecía y lo pasaba el día acompañando a Ástin.
Y así pasó la lluviosa semana...
Hasta que el sol y el buen tiempo llegó a la isla.
Ahora, en su día veintiuno de estancia en la isla y en ese momento, Ástin, acompañado por Ïgra, se encontraba sentado a la orilla del mar. Escaso de ropa y únicamente vistiendo un amplio blusón de algodón, con las piernas extendidas y apoyando sus manos un poco más atrás de su cuerpo, miraba dulcemente como Draknar, apenas con ropa, pescaba algo para el almuerzo.
Ïgra había encontrado un par de cangrejos y tras comérselos jugaba con sus caparazones y pinzas.
Ástin, para sus adentros, llevaba días rezando a los dioses porque no le encontraran.
No quería irse a casa.
No deseaba volver.
Es posible que al principio, hubiera tenido sus más y sus menos con el joven dragón. Pero ahora...
No se imaginaba sin él.
Sin tenerlo a su lado.
Sin el sabor de sus labios y besos.
Solo de pensar que en el caso de que lo encontraran debería casarse con Ívar, su cuerpo se echaba a temblar y hasta notaba náuseas.
No quería que ese vikingo fuera quien durmiera a su lado.
Ni que sus brazos le tocaran como lo hacía Draknar.
De repente un ligero retortijón le hizo sisear.
Llevándose una mano al vientre, Ástin se enderezó y volvió a quejarse.
Aunque lo hizo por lo bajo, ni para Ïgra, que estaba a su lado, ni para Draknar, quien a pesar de encontrarse lejos lo oyó gracias a su fino oído, pasó desapercibido.
Ástin volvió a dar un quejido. Ésta vez incluso elevándose sobre sus rodillas.
Draknar, desde su sitio, presintió que algo no iba bien, por lo que olvidándose de los peces y la cesta donde tenía los que había pescado, se apresuró hacia el chico.
-¡Ástin, Ástin!- llamaba preocupado y asustado.
Ïgra, en su lenguaje, había dado un manotazo a los caparazones para posando una pata delantera sobre un muslo del chico, dar un gemido de temor.
Draknar llegó junto al joven y echó una rodilla a la arena además de posar una mano en su espalda.
-Ás-Ástin, ¿Estás...estás bien?-
La preocupación en el joven de más edad era más que palpable en su voz por lo que Ástin, alzando el rostro le miró y sonrió.
-No te preocupes, solo...solo ha sido un dolorcillo de barriga- calmó.
Ïgra miró a uno y otro lanzando un gruñidito.
-Grrriii, grrrrauuu-
Draknar, siendo el único que lo entendía, le devolvió la mirada.
-Ya lo sé, no tienes porqué recordármelo una y otra vez- reprochó el peliébano.
Ástin, observando a uno y otro, trataba de averiguar lo que Ïgra le decía a Draknar. Obvio, al no entenderlo aún todo lo bien que quisiera, preguntó al dragón:
-Drak, ¿Qué...qué está diciendo?-
Draknar regresó sus ojos al chico y tragó saliva.
-Dice...dice que...es muy posible que tenga algo que ver el que...- las mejillas del mayor se colorearon denotando el gran estado de vergüenza que sintió.
-¿Que tenga que ver el qué?- inquirió curioso el chico.
-Geeekkk, iikkkk, grrrr- empezó a regañar Ïgra a Draknar.
O al menos eso parecía.
Draknar, no pudiendo más, distorsionó sus rasgos variandolos a los de dragón y dio un rugido al animal.
Ïgra cayó hacia atrás sobre la arena mientras que Ástin se asustó.
-Lo siento Ástin, no era mi intención asustarte...¡Pero es que éste e un pesado!- increpó al pequeño híbrido.
Ïgra, pegando un bote de la arena no se achantó. Elevándose sobre sus patas traseras, se enderezó, se colocó una pata delantera en un costado y señalándole con su afilada garra al joven dragón prosiguió regañandole.
A Ástin le hizo gracia ver a ambos gruñendose, bufandose y peleándose.
Parecían dos niños pequeños enrabietados.
Tomando parte entre su discusión, Ástin trató de intermediar para finalmente lograr calmarlos.
-Draknar, qué le pasa a Ïgra y qué es lo que te ha dicho que a ti te ha dado vergüenza decirmelo- quiso saber el menor.
Draknar volvió a tragar saliva. Fijando sus ojos en los del chico, tomó aire, llenó sus pulmones y contestó:
-Creo...creo que Ïgra lleva razón con respecto a lo que me ha dicho-
-¿Y qué te ha dicho?- instó a seguir hablando Ástin al dragón.
Draknar bajó y levantó la mirada muy seguido hacia él.
-Ástin, yo...creo que...opino que...no deberíamos...excedernos...en lo que se refiere a lo de...hacer el...amor- repuso el azabache.
Ástin desencajó los ojos.
-¿Có-cómo?-
-Verás, no es que no quiera seguir haciéndolo... porque desde luego me fascina...hacerlo contigo...pero Ïgra dice que a lo mejor es por eso por lo que últimamente tienes tantos...retortijones y...temo que por mi culpa te pase algo...-
Ástin asió de ambos lados del rostro al dragón para obligarle a que le mirara.
-No me duele nada. Solo son eso, simples dolores abdominales o de vientre- aclaró.
-Ástin, de verdad, creo que deberíamos bajar el número y cantidad de veces que somos capaces de hacerlo en un día...soy un dragón y todo yo expulso fuego. Todo yo soy fuego- replicó Draknar.
Ástin se movió hacia delante logrando reposar su frente en la del mayor.
Éste, cerró los ojos, alzó una mano y acarició la mejilla del chico.
-No quiero que te pase nada- musitó.
-No me pasa nada Drak- apuntó Ástin.
Ïgra, mirándoles fijamente, solo emitió un triste gemido. Aproximándose a ambos, posó cada una de sus patas delanteras en la cintura de cada uno de ellos.
-P'rd'n- salió de su boca un sonido similar a la palabra "Perdón".
Al mismo tiempo, Draknar y Ástin agacharon la mirada hacia él.
Ástin a soltó una mejilla del dragón y acarició la cabecita del híbrido.
-No pasa nada, Ïgra- dijo sonriendo.
Draknar también le pidió perdón usando su lenguaje de dragón.
-Él piensa que...cree que...pero ya le he dicho que eso no puede ser...- comenzó a decir Draknar.
Ástin cesó de acariciar la cabeza del animal para mirar fijamente al dragón.
-¿El qué?- preguntó.
Draknar regresó sus ojos al chico.
-Ïgra...él...cree que tú estás...embarazado- contestó.
Ástin se tensó y se llevó una mano al vientre.
Y fue entonces cuando tuvo que reconocer que algo había empezado a echar en falta en aquellos días.
Algo por lo que pasaba todos los meses del año.
Y que aún no había llegado.
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Comments
Anonymus
Y resulta que el papá de estos dos calenturientos resultó Igra y el primero en darse cuenta del embarazo
2024-06-24
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