-XIII-

Atónito y desde su lugar, no quitaba ojo tanto del dragón como de aquel recién aparecido lobo con llamativas similitudes con Ïgra.

Escuálido y cánido se enfrentaban juntos a esas extrañas y feas criaturas.

Cada uno a su manera.

Mientras que el dragón lo hacía usando su larga cola y rugiendo, el lobo aquel se valía de sus afiladas garras lanzando zarpazo tras zarpazo.

Ástin, impertérrito, no sabía cómo actuar hasta que decidió ayudarles.

Con la mirada buscó algo con qué hacerse para también enfrentarse a esas raras criaturas. Algo alejado de él descubrió un palo solitario. Sin necesidad de pararse a pensar, se puso en pie y corrió hacia el leño. Haciéndose con él, no dudó ni por un segundo y se dirigió hasta ambos dos.

De repente, una de las criaturas golpeó al lobo provocandole quedar fuera de combate.

Ástin se detuvo de inmediato al ver lo ocurrido y fue entonces cuando ese ser extraño le vio.

Éste, emitiendo un sonido similar al de las serpientes, avisó a los otros dos que se disponían a aprovecharse del indefenso lobo tirado en el suelo para rematarlo.

Las tres criaturas prefirieron ir a por el chico con el leño y echaron a andar hacia él.

Draknar, enfrentándose a los otros tres especímenes, se dio cuenta que Ástin corría peligro.

Dando un rugido atroz no se contuvo y atrapó entre sus afilados colmillos a uno de los que se enfrentaban a él para sin ningún tipo de prejuicio partir en dos al animal. Con los otros dos hizo lo mismo para escupir las dos mitades bien lejos. Acto seguido, rápido como un rayo, se lanzó, medio volando, medio corriendo, hacia los tres especímenes que estaban a punto de atacar al joven.

El lobo regresó en sí justo cuando el dragón atrapó a una de las criaturas entre sus fauces.

Viendo a los otros dos no se lo pensó y se levantó de un salto.

A gran velocidad logró llegar junto a Ástin para cubriéndolo encarar a ambos híbridos.

El dragón, tras despedazar al que había atrapado, no lo dudó ni por un instante. Irguiéndose sobre sus patas traseras y lanzando fuego a diestro y siniestro, cruzó por entre los otros dos híbridos y el lobo.

Ástin lo vio aproximándose hacia él echando humo por la nariz y clavando sus ambarinos ojos en él.

A pesar de saber que era Draknar, Ástin no pudo evitar el sentir algo de temor por lo que reculó. Antes de que pudiera dar otro paso más atrás, las garras del escuálido lo agarraron por la cintura y se elevó por el aire con él.

Ástin, un tanto asustado por si le soltaba antes de tiempo, se sujetó tan fuerte como pudo a las zarpas de éste.

Desde el cielo, miró hacia abajo pudiendo ver al lobo negro aquel terminando de acabar con el último de los especímenes que aún quedaba.

Pronto, divisó la cueva y notó como el dragón puso rumbo a ella.

Sobrevolandola, el alado animal fue descendiendo muy lentamente para con gran cuidado ir depositando al chico en tierra firme.

En cuanto los pies de Ástin tocaron la piedra, las afiladas garras del ser volador soltaron su cintura.

El dragón se posó sobre las traseras, aún aleteando sus grandiosas alas.

Poco a poco fue encogiendolas y parandolas hasta que recogiendo ambas a su espalda se sentó sobre sus cuartos traseros y miró al joven.

Ástin, vacilante, se mordió el labio inferior observando al animal. Luego dio un paso hacia él. Y después otro.

El escuálido emitió un tenue gruñido haciendo que Ástin se detuviera a pocos metros de él.

Pronto el dragón dejó de serlo para volver a ser Draknar.

-Lo siento- se disculpó éste sin moverse del lugar.

Ástin, sin darle la menor importancia de que en ese momento no tuviera ropa, rompió la poca distancia entre ellos y se abrazó a él.

En cuanto Draknar lo notó contra sí, actuó de forma instintiva y lo cubrió con ambos brazos.

-Lo siento, lo siento, lo siento por ponerte en peligro...-

Ástin le hizo callar valiéndose de sus labios y sellando los suyos.

Ésta vez, el azabache no rehusó a responderle, sino que le correspondió a tal beso.

Se separaron de inmediato al oír el conocido tono de voz de Ïgra para verle aparecer ante ellos.

Parecía estar molesto pues señalaba a Draknar y le "hablaba" en su particular idioma, desconocido para Ástin.

-Está bien, no le ha pasado nada- habló Draknar sin soltar al chico de la cintura.

Ïgra caminó hasta ellos permitiendo a Ástin ver que llamativas manchas de sangre salpicaban su pelaje negro y moteado.

Mirando al moreno mayor, Ástin le preguntó:

-¿Ese...el lobo que apareció...es...es Ïgra?-

Draknar e Ïgra se miraron entre sí para después hacerlo al chico.

El primero dio un suspiro y respondió:

-Sí. Ese lobo era Ïgra-

-¿Puede...puede convertirse en un...lobo?- se asombró Ástin mirando alternativamente al pequeño animalito y al joven mayor.

-Sí y no solo en lobo lo hace- Draknar pensó que lo mejor era contarle todo por si se daba el caso de que ocurría algún percance e Ïgra elegía en esa ocasión tomar alguna de sus otras dos formas.

-¿Cómo... cómo que no solo se transforma en lobo?- inquirió curioso y sorprendido al mismo tiempo Ástin.

Ïgra saltó hacia delante para acabar junto a los pies de ambos.

-Trrrr, grrgg- se hizo oír para lograr que Ástin bajara la mirada con cuidado de no ver cierta parte anatómica de Draknar que ya había tocado y hasta visto sin querer.

En el instante que miró al animal, Ïgra dio un brinco hacia los brazos de Ástin. Éste casi no le dio tiempo a reaccionar pero por suerte lo logró coger entre sus manos.

Aún abrazado por la cintura por Draknar, oyó como le dijo:

-Te lo explicaré-

Ambos jóvenes cruzaron sus ojos para mirarse fijamente.

-En serio Draknar, no tienes porqué irte cuando te pase lo que me dijiste...- pidió Ástin sosteniendo en brazos a Ïgra.

Draknar dejó oír un resoplido.

-No voy a cambiar de idea- repuso.

-Pero...-

-No- negó cortante el azabache.

-¿N-no? ¿Así sin más?- se contrarió el chico acariciando la espalda de Ïgra mientras éste dio un bufido a Draknar.

-Podría...podría hacerte daño o algo peor- aclaró Draknar.

-Yo sé que no me harías daño-

Ïgra notó como el menor buscaba más proximidad con el mayor por lo que se escabulló de entre los brazos de Ástin y corrió hacia el interior de la cueva.

Bien sabía que entre el humano y el dragón no solo empezaba a nacer una simple amistad.

Al entrar en la gruta se paró en el umbral de la entrada, se medio ocultó y observó a ambos.

Podía oler ese aroma que Draknar llevaba desprendiendo desde que los vio besarse la primera vez y huyó.

También percibía casi el mismo emanar del chico humano aparte de uno que ya antes hubiera olido.

Y aunque no tuvo mucho tiempo para conhabitar con los padres de Draknar, el aroma del menor le hacía recordar a la madre de Draknar.

Y eso le tenía bastante confuso.

¿O es que quizás todos los humanos olían igual?

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Comments

Anonymus

Anonymus

Me encanta, la narrativa, delicada y descriptiva hace que las emociones afloren, simplemente , maravillosa.

2024-06-23

0

MiriAm rojas

MiriAm rojas

Bueno ahora que avance más si hay una diferencia veo que te inspiras te en la película yo soy dragón.
me encanta la narración y como va está novela es muy hermosa felicitaciones

2022-10-23

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