-XIV-

-Ni atisbo de tierra- se dijo molesto.

Björn, apostado en la parte delantera del drakkar, miraba al frente sin visionar nada.

Por encima de sus cabezas, ni un solo pájaro volaba. Seña de que no había ni un solo atolón de tierra por las cercanías.

Casi habían llegado al final de la semana y Björn se preocupaba cada día que pasaba, más que el anterior.

El simple hecho de pensar que su pequeño hermano estaba cautivo por un dragón le hacía hervir la sangre.

-No seas impaciente-

Björn, todavía más enfadado, se giró hacia quien dijo tal cosa.

Mirándole con burla, vio al futuro esposo de su hermano.

Éste, comiéndose una manzana, dejaba entrever una sonrisita un tanto malévola.

-Espero que tu mapa no nos tenga dando vueltas durante cinco años- escupió Björn.

Ívar tragó el trozo de manzana y tiró el resto a un lado.

-Has de ser paciente- espetó aproximándose hasta él -La isla donde tu hermano está con ese...monstruo no es fácil de ver, mas si hay neblina- extendiendo los brazos, Ívar prosiguió diciendo -Y desde que zarpamos nos lleva acompañando la misma-

Björn achicó los ojos y se cruzó de brazos.

-Da gracias a los dioses que no es muy densa o lo más seguro estaríamos perdidos o lo que es peor aún, muertos- terminó diciendo Ívar.

Con mal talante dio la espalda a su futuro cuñado y empezó a dar órdenes a sus hombres.

Björn dejó oír un suspiro.

Él solo deseaba que cuando dieran con la isla comprobar que su hermano estaba vivo.

Volvió al lugar donde había estado. Agarrándose a las cuerdas de las velas y manteniendo el equilibrio, vigilaba el horizonte a la vez que observaba el cielo.

Por sorpresa, las nubes empezaron a cambiar de color dando paso de su gris humo a un negro pez. La poca luz que se filtraba a través de ellas desapareció y Björn pudo ver cómo se iban cerrando. La suave brisa se convirtió en un viento constante que, poco a poco, iba subiendo gradualmente. El barco comenzó a moverse hacia los lados.

Alarmado, Björn bajó de la proa, se giró sobre sus pies y gritó:

-UNA TORMENTA-

Los hombres además de Ívar, enmudecieron y le miraron.

En el momento en que gritó tales palabras, el viento sopló con fuerza y el mar se encolerizó.

El drakkar daba bandanzos de un lado a otro siendo mecido por el fortísimo oleaje que se alzó.

Tremendas olas lo salpicaban llenando la borda de agua.

Ívar y dos de sus hombres comenzaron a achicar agua. Björn con los otros dos trataba de domar el barco.

Dejó de pensar por unos cuantos minutos en su hermano y se concentró en restablecer el navío.

Si se iba a las profundidades del océano, su hermano nunca volvería a casa. Y eso él no lo iba a consentir.

No iban a poder más que él los dioses.

********

El agua caía a mantas. Una cortina de lluvia cerraba la entrada de la cueva y Ástin la miraba fijamente.

No llegaba a ver nada a través de ella.

Frustrado y en una esquina de la caverna, Draknar miraba a su vez al chico.

-No creo que debas ni puedas volar con lo que está cayendo- le oyó decir a éste.

Draknar dio un gruñido de descontento.

-Entonces mejor si me adentro en la cueva- apuntó.

Ástin se volvió a él para mirarle.

-No creo que me hagas nada- repuso.

Draknar le quemó con sus azules ojos haciendo que el chico sintiera como si algo le traspasara de los pies a la cabeza.

-No sabes cómo he amanecido hoy- resopló Draknar.

Ástin movió las cejas. Luego caminó lentamente hacia él, acción que al verla Draknar, se alejó aún más.

-Creo que sí lo sé- respondió el chico -Dormimos juntos por si lo has olvidado-

-Y me parece que a partir de hoy se acabó el dormir el juntos- declaró el otro.

-¿Y eso por qué?- se molestó Ástin.

-¡Porque no dejas de tocar...ahí!- exclamó exasperado Draknar.

Ástin se coloreó y bajó la mirada.

-Umm, buenooo, es que...nunca...había visto que "eso" crezca y pues...cuando-cuando lo tocó pues...crece y aumenta de...grosor...-

Draknar rodó los ojos enervado.

-Deja de hablar sobre lo que le pasa a "eso"-

Ástin levantó la vista hacia él.

-A lo mejor si me dejarás probar algo...-

Draknar desencajó los ojos. De inmediato se puso en pie para fuera de sí empezar a decir:

-¡No vas a probar nada! ¿Me oyes?-

-No tienes porqué ENOJARTE- gritó la última palabra Ástin.

Acurrucado junto al fuego de la fogata, Ïgra les miraba discutir. Refunfuñando se cubrió la cabecita con ambas patas y volvió a descansarla en su camita de hojas secas. Eso sí, sin perder de vista a ambos jóvenes.

-¿Qué no entiendes de que estoy pasando por un momento delicado, Ástin?- encaró el moreno mayor acercándose hasta el más joven.

Éste, encogiéndose como si de un niño pequeño fuera y estuviera recibiendo una severa reprimenda, le miró con inocencia.

-Creo que yo podría ayudarte- dijo.

Draknar rodó los ojos exageradamente.

-¡Podría hacerte daño!- se exasperó.

-¡No, no me lo harás!- repuso Ástin atreviéndose a acortar la distancia entre ellos y tocar el pecho desnudo del azabache.

Apenas si Draknar notó su tacto, el intermitente ardor con el que despertó esa mañana se disparó.

-A-aléjate- se atemorizó.

Ástin se dio cuenta de que la piel bajo sus manos empezaba a volverse más caliente.

-Ástin, aléjate- volvió a mandar el mayor viendo que el chico no se movía.

Ástin, contrariamente a lo mandado, abrió sus manos para posandolas ambas sobre el ardiente pecho del azabache comenzar a ascenderlas a través de éste.

-Ás-Ástin, no sigas haciendo eso o...temo que pueda...herirte- habló Draknar ahora con más preocupación que otra cosa.

El chico alcanzó con sus manos la cabeza de éste. Suavemente comenzó a enterrar sus dedos en el largo cabello negro del mayor mientras que mirándole a los ojos susurró:

-No me harás daño. Lo sé-

Lentamente, empujó la cabeza de Draknar para aproximarse su rostro al suyo al mismo tiempo que él mismo se empinó sobre los dedos de sus pies.

Draknar le sujetó por la cintura con las dos manos y lo detuvo.

-No...no sé lo que es estar con otra...persona- confesó en voz tenue.

-Yo tampoco pero sé algo de teoría- dijo Ástin dibujando una risita picarona.

Poco a poco, ambos fueron acortando la distancia entre sus bocas para finalmente unirlas en un largo e intenso beso.

Ïgra olisqueó el aire.

De un salto se levantó al percibir ese aroma tan dulce y a la vez picante emanar de ambos jóvenes por lo que entre el pánico y el temor corrió cueva adentro para quitarse de en medio.

No tenía ganas de ver en vivo y en directo un apareamiento entre dos humanos.

Ya si eso, cuando pasaran las 48 horas que sabía era el tiempo de celo de un dragón, regresaría con ellos.

descargar

¿Te gustó esta historia? Descarga la APP para mantener tu historial de lectura
descargar

Beneficios

Nuevos usuarios que descargaron la APP, pueden leer hasta 10 capítulos gratis

Recibir
NovelToon
Step Into A Different WORLD!
Download MangaToon APP on App Store and Google Play