Capítulo XVI

La líder.

Annelise L'ouvrier.

Esto no me puede estar pasando a mí, por una estupidez de mi hermana estamos metidos en serios problemas, y estoy aquí apuntándole con un arma en vez de estar torturando a ese idiota.

— ¡Suficiente, bajen las armas! ¡Son hermanas por Dios! — mi madre nos gritaba con rabia, pero ninguna le hacía caso.

— Ya escuchaste, bájala y yo también lo haré — le dije firme.

— Responde primero a esta pregunta ¿Lastimarás a Alejo? — sabía que lo preguntaría.

— No lo voy a lastimar, así que puedes estar tranquila — empieza a bajarla con desconfianza —. Lo quiero es matar hermanita.

Terminé de decir y aproveché la distracción para quitarle el arma e inmovilizarla.

— ¡Maldita tramposa! ¡Suéltame! — forcejea, caímos al suelo, intentó quitarme de encima de ella, pero yo soy más fuerte.

— Me halagas con tus insultos. Dominic — llamé a uno de mis hombres —. Llévatela a su habitación, la encierras, no quiero que salga — le pongo unas esposas y Dominic cumple mis órdenes.

— ¿Esta es tu solución? Encerrar a tu hermana, ¿Qué ganas con eso? — me preguntó enojada.

A ella nunca le gusto vernos así. A decir verdad, a ninguna madre le gustaría ver a sus hijas pelearse como perros y gatos.

— Tiempo para saber lo que pasó, eso es lo que gano — respondí, ella niega, pero continúe —. Tengo que interrogar a Alejo, mis métodos no son los mismos de Vanessa, además es uno de sus hombres, se iba a meter. Lo acabas de ver, mandó a lastimar a los míos, solo por salvar su pellejo.

Señalé a Alejo, quien me ve con miedo y tiene que tenerlo el muy infeliz.

— Mi señora, no tuve nada que ver — me dice nervioso.

— Llévenlo al jardín trasero, amárrenlo de pies y manos a los postes, quiero practicar mi puntería — le ordené a Lucas, sonrió maliciosa.

— ¡No! Por favor, créame, no fui yo selo… — le doy una patada en el estómago, no quería escuchar sus excusas.

— Fuera de mi vista y si vuelve a hablar cállenlo — estaba empezando a molestarme.

— Enseguida mi señora — dice Lucas, él junto con sus hombres se llevan a rastras a Alejo.

— Bien, ahora quiero Eric que me expliques ¿Por qué le disparabas a tus compañeros? — este se acerca con la cabeza baja.

— Seguía órdenes mi señora — murmura con culpa.

— Solo diré esto una vez, su líder soy yo, puede que Vanessa también, pero no por eso se atacarán entre ustedes, si así ella lo quiere, mi palabra es la que vale, así lo diga la misma reina de Inglaterra, ¿está claro?— todos asienten —. Ya pueden retirarse.

— Tanto ella como tú, están a cargo, no puedes evitar que la sigan — me dice mi madre ya más calmada.

— Eso no le da el derecho de mandar a sus hombres a atacar a los míos, si lo hace, no me quedaré con los brazos cruzados — le digo sincera —. Siempre nos has dicho que cualquier decisión que pudiera afectar el bienestar de los nuestros, la otra tiene que detenerla a como de lugar, eso hice. Sé qué me pasé de la raya, pero ella no me dio elección, tú misma la viste, te duele vernos así, te entiendo… — levanta su mano para callarme.

— Pero la líder eres tú, debes cumplir las normas, aunque sea en contra de tu propia sangre. Eres igual a tu padre — me da un abrazo —. Ahora, dejando eso de lado ¿Quiero hablar con ustedes? — señala a los D'Angelo, quienes vieron todo lo que acaba de suceder.

— No hay problema — responde tranquilo el señor Augusto.

— Yo me retiro, tengo algo que hacer — le di un beso a mi madre y me fui.

Entre a la casa por mis herramientas, Alejo sabe algo, lo noté en su mirada, estaba demasiado nervioso para mi gusto, y va a hablar, a las buenas o a las malas.

Salgo de mi habitación con el maletín en mis manos, al pasar por el pasillo se escuchan los gritos de Vanessa, me detengo, necesito hablar con ella.