Capítulo VI

Una Diosa

Massimo D'Angelo

Mi nombre es Massimo Santorini D'Angelo, tengo 27 años, soy el mayor de la familia, vivo con mi padre el gran Don Augusto Santorini D'Angelo y mi hermano menor Alessandro Santorini D'Angelo, mido 1.90 de estatura, mi cabello es corto de color negro, mis ojos son de color azul oscuro, mi piel es color canela, y me cuidó muy bien físicamente.

Soy un hombre de carácter, frío, dominante, no me gustan los errores, y todo tiene que hacerse a mi manera si no pagaran las consecuencias, tampoco me gusta expresar mis sentimientos solo con mi familia me muestro tal como soy.

Actualmente estamos enfrentados con el clan Salvatore por culpa de los Marconi, nuestros enemigos de toda la vida, quienes siempre han querido tener nuestro poder y liderazgo, debido a ese conflicto se llevará a cabo una alianza con la familia L'ouvrier, con ella además de resolver este problema, se obtendrían muchos beneficios.

Su visita sería en una semana, pero no teníamos la opción de esperar, por eso estamos aquí en la ciudad de París.

Nuestro padre desde que llegamos, se encuentra reunido con la señora Angélique L'ouvrier, mientras eso ocurre nosostros decidimos salir del Penthouse, cada uno tomando un camino diferente.

Me dirigía a un restaurante para comer algo cuando mi teléfono sonó y me distrajo, al detener el coche me percató de que casi atropello a alguien, me bajo y le ofrezco mi ayuda inmediatamente.

— ¿Se encuentra bien señorita? — le preguntó preocupado.

Ella estaba con la cabeza baja, al levantar su mirada no pude evitar quedar asombrado al verla.

Es una mujer hermosa, alta, piel blanca, cabello negro, largo, delgada con curvas que la hacían ver muy sensual. Vestía una falda de color negro, una chaqueta del mismo color y un top blanco, se veía demasiado deseable, más con ese rostro perfecto con un aire angelical y esos ojos verdes azulados que me encantaron, sus labios delgados, pintados de rojo me provocaban besarlos, es una Diosa. Salgo de mis pensamientos cuando ella me habla.

— ¿Como cres que estoy imbécil? Casi me matas — la vuelvo a mirar fijamente, de verdad me encanta.

— Le pido me disculpe, y me deje llevarla a un hospital para que revisen sus heridas — no pude evitar el tono en que salió mi voz.

— No lo necesito, mucho menos de un idiota, como usted, ya ha hecho bastante — se intenta levantar pero se que no podía, tiene heridas en las manos y rodillas.

Intenté ayudarla, pero se levantó y se disponía a irse así, pero me coloque en frente de ella.

— ¿Qué? No le bastó con casi matarme, ahora ¿Me impedirá el pasó? — le sonrió por la manera en como me trata, se nota que tiene carácter.

— Le pedí disculpas por lo que pasó, además no puedo dejar que se vaya de esa manera, déjeme ayudarla, si no quiere ir a un hospital la llevaré a otro lugar — mi voz fue cálida, me mira raro, hasta yo mismo lo haría.

— Creo haber dicho que no necesito su ayuda, no fui lo suficientemente clara o usted sufre de problemas auditivos para poder comprender — vaya, al parecer esta molesta, pero yo quiero ver hasta donde llega.

— La entendí perfectamente, solo que usted es tan orgullosa, para dejarse ayudar, con el pretexto me imagino de no pedir dicha ayuda o ¿Me equívoco? — la desafío, al parecer le sorprendió.

— No, para nada, más bien es usted inconsciente, como para saber a quién le habla de esa manera — lo dijo en el mismo tono que acabo de usar y si me ha sorprendido, pero me gusta.

— Así y con ¿Quien tengo... — fui interrumpido, ya que venía alguien a paso apresurado en nuestra dirección.

— Señorita pero ¿Que le pasó? — dice ese hombre inspeccionando que ella estuviera bien, al parecer la conoce.

— Tranquilo Hugo estoy bien, trae el coche — le dijo en un tono tranquilo, y este fue de inmediato por el coche.

— Veo que ya encontró quién la ayude, entonces me retiro, espero volver a verla señorita — susurro suave, no dudaría en buscarla.

— No digo lo mismo, de hecho si nunca lo hiciera estaría feliz — menciona chocante, veo un coche llegar, ella me pasó por un lado pero se detuvo un momento para después decirme — Ciao bello.

No pude evitar mi sonrisa, de verdad me encantó esa Diosa y algún día cuando la encuentre va a ser mía, en eso recibo un mensaje de mi padre, vuelvo a mi coche y me dirijo al Penthouse, pero con la mente pensando en ella.

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alejandro peña alanis Rosales Chaires

alejandro peña alanis Rosales Chaires

avancemos ya quiero ver quién se queda con quién

2024-03-20

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