Capítulo V

Un imbécil

Annelise L'ouvrier

Mi nombre es Annelise Durant L'ouvrier tengo 24 años, soy la menor de la familia, vivo con mi madre Angélique Durant L'ouvrier y mi hermana mayor Vanessa Durant L'ouvrier.

Mido 1,78 de estatura, mi cabello es negro, largo hasta la parte baja de mi espalda, mis ojos son grandes de color verde azulado, mi piel es blanca, soy delgada pero con curvas, las cuales me encanta lucir.

Soy una mujer de carácter, desafiante y dominante, fanática de los retos, nunca me dejó dominar por mucho que alguien me llegue a atraer, tampoco me gusta expresar mis sentimientos al menos que sea con las personas de confianza, con quienes me muestro tal cual soy.

Hace cuatro días fuimos informadas por mi madre sobre la alianza presentada por la familia D'Angelo, al principio me desconcertó, además de sorprenderme pero decidí aceptar, ya que sería de muchos beneficios.

Estaba preparada para ir a la empresa de mi familia, Hugo el chófer de mi madre, se dispuso llevarme porque ella lo mandó a llamar, le digo que se detenga en un restaurante cerca de la empresa para desayunar ya que salí algo apurada.

— Segura que quiere que la deje aquí señorita — me pregunta mientras abre la puerta del coche.

— Tranquilo Hugo, ve con mi madre, yo estaré bien — le dedicó una sonrisa y me dirijo al restaurante.

Al llegar, pido unas tostadas con mermelada de fresa, además de una ensalada de frutas y un jugo de naranja, siempre frecuento este restaurante por lo que soy atendida rápidamente.

Al terminar pago la cuenta dejando un propina considerable, y me dispongo a cruzar la calle para ir a trabajar, pero al momento de hacerlo un coche casi me atropella.

Cuando caigo al suelo haciéndome varias heridas en mis manos y rodillas, el conductor se baja en ese instante y me observa preocupado.

— Se encuentra bien señorita — su voz es gruesa y no se pero me provocó algo.

Al levantar mi mirada me encuentro con un hombre alto como de 1.89 de estatura, piel color canela, cabello negro sedoso, sus cejas pobladas pero con forma, sus ojos azul rey de un oscuro atrayente e hipnotizador, su nariz bien definida y labios atractivos. Todo un Adonis, claro, si no fuera el imbécil que casi me mata.

— ¿Como cres que estoy imbécil? Casi me matas — se me queda mirando fijamente, su mirada me incómoda, además de ponerme nerviosa.

— Le pido me disculpe, y me deje llevarla a un hospital para que revisen sus heridas — su tono cambio a uno preocupado y algo seductor.

— No lo necesito, mucho menos de un idiota, como usted, ya ha hecho bastante no creé — me traté de levantar pero me dolían mucho las piernas, pero me obligue a hacerlo, no le pediría ayuda.

Ya de pie, pude notar que el tipo es italiano por su auto y acento, me disponía a irme pero se colocó al frente de mí.

— ¿Qué? No le bastó con casi matarme ahora ¿Me impedirá el pasó? — mi paciencia estaba llegando a su límite, pero más aún cuando el descarado me sonríe, hasta su sonrisa es atractiva.

— Le pedí disculpas por lo que pasó, además no puedo dejar que se vaya de esa manera, déjeme ayudarla, si no quiere ir a un hospital la llevaré a otro lugar — me dijo en un tono cálido, si que tiene cambios de humor.

— Creo haber dicho que no necesito su ayuda, no fui lo suficientemente clara o usted sufre de problemas auditivos para poder comprender.

Control Annelise, control.

— La entendí perfectamente, solo que usted es tan orgullosa para dejarse ayudar, con el pretexto me imagino de no pedir dicha ayuda o ¿Me equívoco? — vaya, vaya así que tiene carácter para hablarme de esa manera, bien dos pueden jugar ese juego.

— No, para nada, más bien es usted inconsciente como para saber a quien le habla de esa manera — contesté en tono desafiante, tomándolo por sorpresa.

— Así y con ¿Quien tengo... — no continuó, ya que venía Hugo a paso apresurado en mi dirección.

— Señorita pero ¿Que le pasó? — dice inspeccionando que estuviera bien.

— Tranquilo Hugo estoy bien, trae el coche — le dije en un tono tranquilo, y fue de inmediato por el coche.

— Veo que ya encontró quién la ayude, entonces me retiro, espero volver a verla señorita — murmura suave.

— No digo lo mismo, de hecho, si nunca lo hiciera estaría feliz — veo el coche de Hugo llegar, le pasó por un lado al italiano sin antes decir: — Ciao bello.

Lo último que ví al entrar al coche fue su sonrisa, de la que no me olvidaría.

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alejandro peña alanis Rosales Chaires

alejandro peña alanis Rosales Chaires

van a ser pareja

2024-03-20

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