Observar.

Gretel

Anoto lo que viene en la pizarra en mi laptop. Lo hago tan rápido como puedo antes de que el profesor decida borrar los apuntes y terminar la clase. En una esquina de la pizarra veo la tarea pendiente que acaba de dejar, una investigación. Escribir un ensayo de una persona que conozcamos y nos parezca interesante. Un diagnóstico prácticamente. Una persona que conozca... conozco a mucha gente, pero si uso a uno de mis más cercanos para diagnosticarlo, él terminaría en el manicomio, sonrío divertida de solo pensar en esa persona encerrado en un manicomio. Sería satisfactorio para mí.

—Con esto, terminamos la clase. Muy bien, muchachos, los veo la siguiente semana, traten de descansar, el examen se acerca, no quiero tonterías de respuesta, ¿de acuerdo? —dice el profesor sacudiendo sus manos, dándole fin a la clase. Todos aceptan en coro, aunque eso es falso. Cierro la laptop y la tomo junto con mi mochila para salir del salón—. Señorita Wagner, por favor venga —me detengo cinco segundos de lo que estaba haciendo, para ver al profesor que no me observa, sabe que iré si me habla, veo a los alrededores, nos estamos quedando solos. Suspiro, no me queda de otra. Bajo los escalones hasta llegar a su podio, levanta su mirada una vez que llego enfrente de él—. Tienes que hacer equipo con alguien, necesito el nombre de tu compañero. No puedes simplemente hacer el trabajo sola, es bastante pesado para una persona, no dudo en que seas capaz de completarlo, pero no quiero que te desmayes a mitad de la excursión —comienza a sermonear. Hago una mueca.

—Si no lo ha notado profesor Craig, nadie quiere ser mi compañero. Evito causarles traumas a mis compañeros guardando la oportunidad de ser mi pareja en el equipo, por eso, prefiero hacerlo sola —suspira cansado, como si lo hubiera agotado completamente, me ve a través de sus lentes redondos.

—Sabía que responderías eso, por eso te dije con anticipación del trabajo. Ya que planeas hacerlo por tu cuenta, me encargaré de conseguirte una pareja para que completes el trabajo. Lo harás sin rechistar Wagner, tengo un grupo de veintidós personas, número par, habrá alguien que quiera ser tu compañero, incluso si no, será mi turno de elegir a las parejas. Puedes irte.

—Lo odiarán si hace eso profesor —se ríe entre dientes, no le importa recibir odio.

—Por cierto, no te metas en ninguna pelea el día de hoy —me pide mientras me marcho, sonrío divertida una vez fuera del salón.

Tengo mi siguiente hora libre, así que puedo ir a comer. Mientras camino para ir a la cafetería, escucho bastante ruido de un lado. Ni siquiera volteo a ver, no me interesa la bulla que hagan.

—¡Cuidado! —gritan, sigo avanzando hasta que siento unos brazos rodearme y un cuerpo aplastarme por completo, me encojo sorprendida y escucho un golpe. Veo al sujeto que me salvo de no sé qué, me encuentro con una dulce mirada de ojos miel, mejillas sonrojadas, cabello castaño claro y sudoroso, el sujeto se aleja de mí y lo identifico de inmediato—. ¿Estás bien? ¿No te golpeó el balón? —me alejo de unos pasos y visualizo un balón de soccer a lado de nosotros.

—Estoy bien, son unos idiotas —murmuro molesta. Le doy la espalda y sigo avanzando, logro escuchar chillidos de mujeres de preocupación.

—¿Caleb, estás bien? Ese golpe debió doler.

—Debiste dejar que esa perra se golpeará —ruedo los ojos y me largo de ahí, antes de meterme en problemas por golpear a una estudiante en la universidad.