¿Locura?

Gretel

—¿Qué hizo qué? —escucho su risa del otro lado de la línea, miro fijamente el abrigo que Caleb me dio afuera de la estación—. No puedo creerlo, ¿el tipo se lanzó a tus brazos? ¿Segura que conoce todos los rumores?

—No es algo que dude. E incluso, si no los escuchó por otras personas, debió escuchar los rumores por sus amigos, ¿no es así? Tú te encargaste de esparcir esos rumores, no me digas que no hiciste un buen trabajo —dejo de ver el abrigo y volteo mi mirada al ventanal, ya está amaneciendo.

—Me ofendes. Claro que divulgué bien esos rumores, yo fui personalmente, tal y como me lo pediste —se sigue riendo, no le digo nada—. ¿Acaso te molesta? —pregunta, mi ceño se frunce, reviso la hora en el reloj de muñeca que llevo puesto, todavía faltan tres horas hasta que tenga mi primera clase del día, pero faltan dos horas antes de que Caleb inicie su día. Supongo que puedo molestarlo un poco.

—¿Qué me molestaría?

—Que es un chico bueno. Hasta ahora solo has salido con basuras, solo porque te crees una justiciera, pero ¿este no es el primer chico bueno que se te acerca con buenas intenciones?

—¿Entonces? Hay algo raro, Francis. ¿Será alguna especie de locura?

—¿En serio es muy difícil de creer que le puedes gustar a alguien? Eres demasiado amargada, Gretel. Al chico le gustas, ¿es tan difícil de creer?

—Si lo conocieras me entenderías. Caleb no es...

—¿Cómo tú? —termina la oración por mí, suspira—. Bien, escucha, solo déjate llevar. Tal vez no te conoce por completo y solo se está guiando por una falsa imagen que le vendiste, no lo sabes, deja que él lo descubra por sí mismo, luego puedes dejarlo ir como si nada hubiera pasado. Será una nueva experiencia para ti y una traumática primera vez para él —se ríe, cuando deja de reírse vuelve a hablar—. Solo déjate llevar, Gretel.

—Está bien —cedo, no me dice nada, por lo que pienso que la llamada se cortó, pero cuando reviso la pantalla, la llamada sigue en curso.

—Gretel, cuando digo que te dejes llevar, me refiero a eso, déjate llevar, no presiones al chico y no trates de asustarlo, poco a poco se dará cuenta de quién eres, ¿de acuerdo?

—De acuerdo —miento, no me cree, por lo que suspira, escucho una voz de fondo que lo llama, supongo que ya debe de irse—. Bien, después hablamos Francis, tengo que prepararme para ir a la universidad.

—Pero no has dormido nada. Deja de desvelarte, Gretel, terminarás más enferma de lo que ya estás —ruedo mis ojos, insisten con que termine la llamada, nos despedimos y ambos colgamos al mismo tiempo. Miro el amanecer. Sigue siendo extraño.

-

Lo miro a lo lejos, saliendo del elevador, parece estar hablando por teléfono con alguien. Ladeo mi cabeza cuando su mirada se topa con la mía, se detiene, como si no creyera que estoy frente a sus ojos. Hay algo mal en este tipo y lo descubriré.

Dice algo más y termina la llamada, corre el tramo que le falta para llegar a mí, se despide del portero y se detiene frente a mí, sonríe y sus mejillas sonrojadas son tiernas, no voy a negarlo, pero me sigo sintiendo incómoda por algún motivo.

—Buenos días —ladea su cabeza y su sonrisa crece hasta el punto en que muestra un hoyuelo, ¿tiene hoyuelos? No tenía la menor idea.

—¿Sabías que los hoyuelos son una deformación de las mejillas? —por unos segundos deja de sonreír, solo parpadea, pero luego su sonrisa vuelve, solo que más brillante, creo que él mismo brilla, se siente como si algo muy bueno le hubiera pasado. Bien, me está asustando.

—No lo sabía —mientras más lo veo, más entiendo el encanto Abels, lo había escuchado de algunas muchachas en el campus, pero no creí que fuera tan potente su encanto natural, carraspeo y suspiro.

—Sube al auto, te llevaré a la universidad —abro la puerta y de repente siento unos suaves labios en mi sien, volteo mi cabeza y veo a Caleb, que acaba de darme un beso en la sien.

—No tenías que hacerlo, pero lo agradezco —esto es extraño. Asiento, y entro al auto, mientras él rodea el auto, tengo unos pocos segundos para jadear. ¿Qué fue eso? Le sale tan natural, como si fuera algo que hace todos los días... pero nunca había visto está faceta en Caleb en el campus.

Entra al auto y suspiro.

—No sabía que tenías clases a la primera hora del día.

—Porque no la tengo —lo veo abrocharse el cinturón y me observa fijamente.

—¿Entonces?

—Tú tienes clase a la primera hora del día, así que debía venir por mi novio y llevarlo a la universidad, ¿qué clase de novia sería si no vengo por ti? —parpadea y creo que entendió mi sarcasmo, mierda, no quería ser así de despectiva, pero me siento extraña con él cercas.

—No necesitas hacer eso por mí —pone su mano encima de la mía—. Hagas lo que hagas, serás una buena novia para mí —no digo nada, mejor acelero y mantengo mi vista fija en la calle.

Mi corazón está un poco acelerado, pero debe ser la presión. Tiene que ser eso.

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