Caleb
Miro el identificador, ya cambié el nombre con el que se registro Gretel, así que ahora veo su nombre, tomo el celular y respondo, no sé qué pensar mientras respondo.
—¿Hola?
—¿Estás ocupado? —trago saliva, miro el sinfín de tareas que debo adelantar o de otra forma no podré dormir.
—No, estoy libre, ¿qué pasa? —trato de sonar casual.
—Perfecto —en mi cabeza la veo sonreír mientras dice eso—. Baja, estoy frente a tu edificio —parpadeo, me levanto del suelo y me acerco a la ventana de mi habitación descorro la cortina y veo un auto deportivo color amarrillo.
—¿Estás en el auto amarillo?
—Ah, me puedes ver, ¿eh? Sí, estoy en ese, baja.
—¿Cómo supiste dónde vivo? —se ríe.
—Tienes diez minutos para bajar o me iré.
—Voy —ni siquiera me responde mi pregunta, solo dice lo que quiere. Termina la llamada, en serio, solo dice lo que quiere, tiro mi celular en la cama, estoy a punto de salir, pero luego veo lo que estoy usando, no es una mala ropa, pero tampoco la mejor, ¿me podré cambiar? No, le creo cuando dice que se irá si no bajo.
Y tal vez, si me pide un favor, pueda convencerla de hacer el proyecto juntos y no por separado. Tomo mis tenis y me los pongo antes de salir corriendo, tomo mi cartera y las llaves del apartamento.
Salgo del lugar y corro hasta el elevador, por suerte apenas está abriendo sus puertas para dejar a alguien, entro y me estrello con la pared metálica, me quejo y presiono el botón hacia el lobby.
Cuando llego al lobby, me doy cuenta de que no llevo mi celular. Mierda, no puedo regresar por él, así que salgo corriendo del elevador una vez que las puertas se abren. Salgo del edificio en tiempo récord, jadeo y miro a Gretel, ni siquiera se bajo del auto, me observa fijamente.
—¿Corriste? —sigo jadeando, respiro hondo y me acerco hasta ella.
—¿Por qué...? ¿Qué pasa? —pregunto, arquea una de sus cejas, la veo dudar, pero al final, asiente.
—Necesito que me acompañes a un lugar, sube —parpadeo.
—¿A dónde?
—¿Me acompañarás o no? —me espera paciente mientras pienso en eso, la verdad es que Gretel es muy extraña, no sé en qué piensa o qué quiere, cuando me marcó en la madruga, no pensé en conseguir un trabajo repentinamente, exageradamente bien pagado, tampoco pensé en usar falda o maquillaje, la verdad es que he pasado algunas primeras veces con Gretel, como llegar tarde a la universidad, vestir falda, usar tacones, usar peluca, usar maquillaje, ir a un lugar de mala muerte, tratar con personas extravagantes.
—Está bien —rodeo el auto y la veo sonreír, entro al auto y me siento incómodo, es un auto demasiado bonito, nunca había estado en uno tan... caro.
No tengo problemas de dinero, pero en mi familia no necesitamos autos deportivos.
—Bien, sujétate. Después de este favor, puedes pedirme el favor que quieras —sabía que tenía que aceptar. En cuanto abrocho el cinturón, acelera, el motor se escucha increíble.
No sé a qué lugar vamos, ni siquiera sé a dónde nos está llevando, se queda en silencio todo el camino, no me quejo, solo la observo conducir, pone su música, música que nunca había escuchado.
—¿Qué música es esa? —pregunto cuando nos detenemos en un semáforo, hasta eso el volumen es lo suficientemente bajo para poder hablar, me mira de reojo.
—Es música escocesa, en específico, es rap escoces —parpadeo sorprendido. Nunca lo había escuchado.
La canción cambia y ahora suena rap francés, ese es un poco más conocido. No sabía que le podía gustar el rap.
—Te gusta el rap, ¿eh? —arquea una de sus cejas, da vuelta en una esquina y de repente se detiene.
—No me gusta. De hecho, me genera dolor de cabeza —apaga el motor luego de un rato y quita las llaves—. Ahora, espera aquí. No tardo —me guiña un ojo, baja del auto y ahora puedo ver donde estamos. Estamos un poco alejados del centro de la ciudad, luce como un lugar abandonado, creo que es un casino abandonado, pero por qué un casino abandonado tiene custodios en la puerta.
Gretel se acerca a ellos, les dice algunas cosas y entra. Me quedo esperando, no sé cuánto tiempo tenga que esperar, así que me distraigo sacando y metiendo tarjetas a mi cartera, debí traer mi celular.
Pasa un largo rato hasta que Gretel aparece. Me asusto, porque no es solo ella, mucha gente aparece de repente, corriendo y de la nada logro escuchar las sirenas de la policía.
¿Qué está pasando?
Gretel llega hasta al auto, entra y lo enciende.
—Mierda. Esos bastardos estúpidos... —se queja entre dientes, acelera y maneja tan rápido y con una experiencia atemorizante, me sujeto con fuerza del asiento mientras acelera. Logramos salir del casino abandonado, pero no luce tranquila, de hecho, acelera cada vez más rápido.
—¿Gretel?
—Calla —me advierte. Guardo silencio, pero mi corazón está acelerado. Creo que hemos pasado el peligro, hasta que un tránsito suena su sirena y nos obliga a orillarnos—. Mierda. Cambia de lugar, ahora —no me deja responder, me quita el cinturón y ella se cambia de lugar, me empuja para que haga lo mismo.
De alguna manera, termino en el asiento del piloto justo cuando el señor oficial toca la ventana. Miro a Gretel y ella luce tranquila, mientras yo creo que me dará un infarto. Es la primera vez que me detienen.
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