Encuentro.

Caleb

—¿Gretel? —escucho una pequeña risa del otro lado y un resoplido.

—Eso fue más rápido de lo que imaginé. ¿Has estado bien príncipe azul? —la escucho inhalar y exhalar, como si estuviera fumando. Miro a todos lados, el lugar está oscuro.

—¿Cómo...? ¿Por qué...? —no sé qué preguntar exactamente, aunque hay mucho que puedo cuestionar, en primer lugar... es demasiado tarde... o demasiado temprano.

—¿Te preguntas por qué te marco a tan altas horas de la noche? —detecto el sarcasmo en su voz.

—Supongo, pero lo más importante es que al fin te has comunicado conmigo —no puedo evitar la sorpresa que se escucha en mi voz, la escucho reír y volver a exhalar.

—¿Quieres hacer el proyecto de psicología conmigo?

—¡Por supuesto! —me siento extasiado de que al fin quiera cooperar.

—Entonces ven al lugar que te diré y ahora mismo, no preguntes solo ven —me cuelga y segundos después sin dejarme procesar nada de repente me llega un mensaje de Gretel con una ubicación.

Me pongo de pie, tomo mi chaqueta y las llaves del auto de mi hermana. Salgo del apartamento enseguida.

-

Cuando llego a la ubicación, por un momento estoy confundido, tal vez me he equivocado de dirección, aunque estoy seguro de haber seguido las indicaciones de Google, sigo andando hasta que encuentro a Gretel.

Me emociono, pero luego me preocupo cuando la veo rodeada de algunos tipos con actitud sospechosa. Estaciono rápido y salgo del auto.

—¡Gretel! —la llamo para atraer su atención, se interrumpe de lo que les estaba diciendo, me ve y sonríe.

—¿Ven? Aquí está mi amigo —se levanta del cofre del auto en el que estaba sentada, palmea el hombro de un sujeto y camina hasta mí, no me deja hablar, cruza su brazo con el mío y me jala hasta ellos—. ¿Cómo lo ven? Les dije que era guapo —no entiendo el contexto, por lo que me preocupo.

—¿Gretel? —la llamo en un susurro.

—Tienes razón, es guapo —asienten los tipos—. Bien. Veinte fotos.

—¿Veinte fotos? ¿Estás loco? —exclama Gretel, sujeta mi barbilla con sus dedos—. ¡Mira esta cara! No encontrarás nunca a alguien tan guapo como él y mucho menos al precio que te estoy dando —¿precio?

—Perdón, pero... —Gretel presiona más mi barbilla, callándome. Los hombres se miran entre ellos, dudando.

—Diez fotos y ambos tendrán que aparecer —Gretel frunce su ceño.

—Cinco fotos juntos y un poco de manoseo —arquea sus cejas, se miran entre ellos y terminan asintiendo.

—Bien, trato hecho.

—No te vuelvas a hacer el difícil Cherry —le pide Gretel, me suelta y los hombres encienden las luces de sus camionetas, no sabía que había tantos hasta ahora.

—Vamos, mientras más rápido hagamos el trabajo, mejor —el tipo grande siendo llamado como Cherry por Gretel, golpea el cofre de la camioneta para llamar a todos.

—Me iré en su auto. Te seguimos —le dice Gretel y señala el auto de mi hermana. El sujeto asiente y Gretel hace que me gire para ir al auto de mi hermana.

—¿Qué está pasando?

—Te explico en el auto —me jala hasta el auto.

No me queda de otra más que seguir la camioneta, ya que el resto de camionetas nos está siguiendo a nosotros. Esto es extraño y sigo sin recibir respuestas de Gretel.

—No te asustes. No es nada malo —se encoge de hombros, mientras conduzco, la veo de reojo que está escribiendo algo en su celular.

—¿Me dirás qué pasa? Me dijiste que haríamos el proyecto de psicología.

—Por supuesto. Pero lo haremos después de esto, de todos modos, tenemos tiempo —se encoge de hombros y sigue escribiendo. Cuando creo que termina de escribir, baja su celular y señala la camioneta—. Estamos siguiendo a Cherry.

>> Es cliente frecuente de un bar al que suelo ir, tuvimos unos pocos altercados, de todos modos, para evitar agrandar el problema acepte que me tomara algunas fotos, pero el maldito no se conformo conmigo y me pidió a un hombre, solo pude pensar en ti, eres muy guapo, tienes buenos genes, un gran porte y estás ejercitado.

—¿Qué clase de fotos? —sonríe de manera traviesa, se acerca hasta mí, recargando sus pechos contra mi brazo, con su uña sigue un pequeño camino desde mi oreja hasta mi cuello, acerca su boca hasta mi oreja.

—Eróticas —susurra y creo que la punta de su lengua toca el lóbulo de mi oreja, por unos segundos pierdo el control del volante, más que el susto, fue todo lo que paso. La escucho reír divertida y yo trago saliva, su susurro deja mi piel de gallina.

—No hagas eso de nuevo... —susurro—. Y sobre las fotos no creo que sea lo correcto.

—¿Es tu primera vez? La mía no, tengo un trabajo de eso, es divertido. Solo tienes que relajarte, además, estaré contigo —me guiña un ojo y nos detenemos en el estacionamiento de un edificio lujoso.

>> Solo tienes que confiar en mi promesa —detengo el auto y volteo a verla, luce muy seria mientras habla de su promesa—. No dejaré que nada te pase.

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