Resplandeciente novia.

Paso tras paso resonaban entre los pasillos y el interior de las paredes el eco de la tela al moverse, la madera rechinando al caminar y el murmullo de una suave voz impasible.

– Si dejaras de llorar, rosa mía al brillar, brillarias mucho más y mi vida no acabará.

– Niniel ya cállate, me das repelus.

– Pero es una canción muy hermosa.

– No si la cantas de esa manera a mitad de la noche mientras nos adentramos por un pasadizo estrecho, haz silencio.

Luego de caminar por un rato entre las grietas del calabozo, logran llegar a una cómoda habitación oculta en dónde les esperaba dos camas y varias cobijas gruesas.

– Creo que es aquí donde nos dijo Sergei que nos resguardemos por ahora.

– Quisiera que estuvieran aquí, es extraño estar sola.

– Lo estuviste el dia del baile.

– No, Luck me acompaño desde el primer momento.

– Tendrás que soportarlo, deben seguir con sus labores como de costumbres y apenas salga el sol, también deberé salir a hacer mi parte, varias cosas tendrás que hacerlas por tu cuenta pero no olvides que estaremos bastante cerca de ti.

Niniel suspira con pesar yendo a acostarse a una de las camas cubriéndose entre varias cobijas.

– Mi gran boda, me preguntó cómo se ve el vestido.

– Peggy se asegurará de enviarlo en unas horas, espero que lo logré acabar a tiempo.

– Es Peggy, lo logrará... Quisiera que ella hubiera podido venir, sus ánimos me mantendrían calmada.

– A mi no, esa personalidad suya me dejaría cada segundo hecho una bola de nervios.

Niniel ríe pensando en eso y luego vuelve a morir del miedo entre las cobijas.

– Mejor duerme un poco, yo aún debo leer el manual que dejó Sergei para mí.

Ignam lo busca en una esquina y después va a sentarse en el suelo frente a la cama de Niniel cubriéndose con las cobijas también.

– ¿Enserio crees que podré dormir?, leeré contigo.

Niniel baja a acurrucarse contra su hombro observando el diario.

– Como quieras, luego no te quejes del sueño.

Ella asiente y se quedan justos leyendo el diario pero Niniel no demora en quedarse dormida. Ignam sonríe al verla y acomoda su cuerpo con cuidado de vuelta en la cama para seguir leyendo lo que queda de noche. A la mañana, aquel esperado día por fin comenzó con un radiante sol entrando a través de las ventanas envolviendo todo el lugar de una maravillosa y cálida luz o almenos así lo estaba esperando Lady Miriel pero a cambio solo percibía oscuridad en su habitación cuando abrió los ojos y al levantarse a abrir las cortinas de su ventana, no había nada más que un ennegrecido cielo que la hacía enfurecer.

– ¿¡Pero que es esto!?.

Grito con fuerza entre pataleos queriendo arrancar las cortinas, las sirvientas entraron de prisa a ver cómo se encontraba.

– Señorita, ¿Que sucede?.

– ¡Llamen a los magos!, ¿¡porque no han hecho nada con ese cielo!?, ¡lleva días de esa manera, mi gran día no puede verse así!.

– Los magos dijeron que no pueden hacer nada con el cielo, no se sabe porque.

– ¡Que sigan intentando!, ¿Dónde está mi vestido?.

– Ya le avisaremos a Madam Marín que se encuentra despierta para que la ayude a cambiarse.

– Que sea rápido y traigan mi desayuno también, cada pequeño momento quiero que sea utilizado en hacerme ver indudablemente hermosa hoy.

– Si, señorita.

Las sirvientas huyeron a toda velocidad de aquella habitación corriendo por los pasillos, pasaron cerca a un lado de Sergei que no dudo en llamarles la atención.

– ¡Chicas no corran, lastimaran a alguien!.

– Lo sentimos.

Gritaron de vuelta sin voltear, el elegante chico que lo acompañaba lo miro con curiosidad.

– ¿De quién era esos gritos?, es demasiado escándalo tan temprano en la mañana.

Sergei se toma un momento para acomodarle el traje y peinar bien su cabello.

– Sorprendentemente son los gritos de Lady Miriel.

– No me sorprenden, parece que el futuro esposo de Niniel le gustan histéricas.

– Ten cuidado cuando dices esas cosas en voz alta, puedes meterte en problemas si alguien te llega a escuchar, Ignam.

– Lo siento, tendré más cuidado con lo que digo.

– Bien, en realidad ella finge ser un caramelo frente al príncipe Bastian, así que esto me hace sentir que estamos haciendo un favor y dime, ¿Como se encuentra Niniel?.

– Temblando y queriendo vomitar cada vez que piensa en lo que tiene que hacer, sin contar que no durmió mucho anoche.

– Pobre niña, ¿Fue un problema escapar del calabozo por los pasillos secretos del palacio?.

– No, los explicaste muy bien.

– Me alegra escuchar eso, ahora ve con Madam Marín para que te de la caja del vestido de Niniel, ¿sabes cómo volver a la habitación oculta, verdad?.

– Si, no hay problemas.

– Grandioso, es fascinante como procesas tanta información.

– Muchas gracias señor, ahora me retiro, con permiso.

Ignam le hace una reverencia y camina directo a buscar la habitación de Madam Marín como si fuera un sirviente más del palacio.

Sergei lo observa por un rato sintió orgullo de lo rápido que se aprendió todo en media noche y da media vuelta a encontrarse con Bastian.

Sergei entra a su habitación sin avisar primero y lo ve desayunando semi desnudo encima de su cama, cubierto por la cadera con una toalla.

– Reporte.

Murmura Bastian mientras come.

– Los sirvientes tienen casi todo listo en el salón imperial para su boda, la señorita Miriel se acaba de despertar y exige que los magos sigan tratando de cambiar el cielo pero ya dijeron que les he imposible alterarlo, incluso se quedaron sin magia para transmitir su boda.

– Eso no importa, Miriel lo entenderá, ¿Enserio no han encontrado cual es la posible causa?, Eres un erudito de la información, debes saber algo sobre eso.

– Me halaga joven Bastian pero es información no relevante para usted.

El suspira con fastidio y deja a un lado su desayuno para empezar a ponerse el traje.

– No quiero pelear hoy, ¿Cómo está la seguridad?.

– A pesar de haber vuelto tarde en la noche, el coronel Lutrein está supervisando muy bien a sus tropas, no parece haber algún punto sin vigilar.

– ¿Algo más que deba saber?.

– Su suegro ya está aquí.

– Está bien, puedes irte.

Luego de una reverencia se retira dejando a Bastian solo en la habitación para que se preparara en paz.

El iba tiempo corría con mucha rapidez igual que todos en el palacio.

Sergei constantemente supervisaba los preparativos del salón, la llegada de los invitados, el trabajo de los demás jefes superiores, los movimientos de Ignam por el palacio y obviamente la preparación de ambas novias que se estaban arreglando al mismo tiempo.

– ¿Cómo van los preparativos?.

Pregunta Sergei sudando sin parar, cada cierto tiempo limpia su frente con una pequeña toalla de su bolsillo intentando controlar sus nervios.

– Los invitados ya están dentro del salón a la espera de la entrada de los novios, ¿Cómo está Niniel?.

– Según Ignam, al borde de un colapso de nervios.

– Creo que todos estamos igual.

Ambos inhalan profundamente y se separan tomando sus puestos.

Luck espera del lado izquierdo del salón y Sergei en el derecho cerca de los pasillos.

El padre esperaba pacientemente frente a todos detrás de una mesa con dos copas para la ceremonia.

Los murmullos del salón poco a poco se van apagando, Sergei da la señal al director de orquesta para que empiece a tocar la canción, las puertas se abrieron de par en par mostrando a los novios tomados del brazos listos para entrar.

– Todos levántense para darles la bienvenida a los novios, el príncipe Bastian Beristain de Azalea y la princesa Miriel Renard de Ungernia.

Todos aplaudieron mirándolos entrar a pasos lentos admirando el gran y resplandeciente vestido de la novia.

Su top abierto como mariposa afirmaba sus curvas y la larga cola bañada en pequeñas joyas se abría envolviendo el suelo a cada paso que daba, su cabello estaba completamente suelto en contra de la tradición del reino pero se ocultaba bajo el enorme velo que no permitía ver bien ni siquiera el rostro de la princesa bajo su interior.

– Te ves realmente hermosa Miriel, me alegra poder hacer esto contigo.

Llegaron hasta el padre y se voltearon a ver frente a frente sosteniendo sus manos.

– Ambos tomen firmemente sus manos y cierren los ojos, sientan cada detalle de su compañero, cada respiración, cada fibra de su piel, el calor que genera su cuerpo, el correr de la sangre entre sus venas y el amor que transmite fuertemente entre los dos.

Ambos suspiran dejándose llevar ante sus palabras.

– Cálmate un poco, estás muy nerviosa.

Murmuró Bastian y ella asintió.

– Ahora tomen cada uno una copa, dentro de él estarán sus sueños y esperanzas, sus miedos y sus rabias, su lado más puro y su lado más cruel.

Ambos sostienen la copa desde arriba envolviendo su boquilla con la mano.

El padre toma una fina daga y primero la entierra lentamente sobre su dorso de la mano de Bastian hasta atravesar la palma y tocar el fondo de la copa llenándose está de un líquido rojizo sin que sea realmente su sangre.

Cuando la retiro, lo hizo limpiamente y sin dejar cicatriz, el padre paso a hacerle lo mismo a ella mientras se mantenía inmóvil.

– Ahora intercambien sus copas tomen del jugo de sus vidas finalizando así su santo matrimonio.

Se pasan con cuidado las copas y cuando estaban a punto de tomar, se arma un escándalo en la puerta del salón.

– ¡Paren todo!.

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