| Presa Ganadora |

Ante los ojos de la multitud, un hada se paró sobre la mano de Neus quien, paralizado por la sorpresa, dejo que la criatura jugara con su cabello y se escondiera de las miradas indiscretas entes los rizos rojos.

Debía de medir lo mismo que su antebrazo, una figura pequeña que lucía escalofriantemente similar a la de un humano, cubierta de una fina capa de pelaje y con alas de aspecto emplumado que parecían desvanecerse en el aire, una voz y risa similar a la campanas, era una cosilla encantadora mientras cantaba ´Sallow, Sallow´ a viva voz.

– Parece ser que se llevan bien. – dijo Sasha, usando ese tono de voz suave y dulce que usaba cuando creía que Neus estaba haciendo algo encantador.

Como si hubiera sido golpeado por una estrella.

Ciertamente, Neus se sentía como si lo hubiera golpeado una estrella. –  Sallow, yo no… ¿Qué significa esto?

Había ruido a su alrededor, susurros de juicio y chismes que ya se gestaban, pero Neus había pasado toda su vida entre el ruido, los rumores y el juicio, así que no podía importarle mucho lo que pasaba a su alrededor, estaba más preocupado por el hada que Sasha, aparentemente, quería regalarle.

Como presa de la cacería.

Se sentía como si aún no estuviera del todo despierto.

¿Cuándo había sido la última que vez que alguien, cualquiera en realidad, había visto un hada?

La respuesta: no quedaba nadie vivo.

Y Sasha no solo había visto una, la había llevado con él y ahora la entregaba, así como así a su prometido, de esa misma forma en que otros entregaban conejos o zorros a sus enamoramientos, “puedo conseguir otro el año entrante…”.

Sasha no respondió, solo sonriendo como si pudiera eclipsar al sol, ojos oscuros y muertos entrecerrados, casi brillantes.

Fue el hada quien contesto, usando mechones de su cabello enredado como si fueran un columpio. – Estoy aquí para estar con ustedes, en la barriga, llevas al hijo de Sallow, ¿Verdad? ¿Verdad que sí? Yo los cuidare… cuidare a aquellos que llegan al mundo que llevan la sangre de Sallow, cuidare de aquellos que los traen al mundo…

Mudo, Neus echo la cabeza hacia atrás, mirando a Adal, envuelto en una bata y una manta, quien se encogió de hombros, Edén había puesto los ojos en blanco y le expresión de Mathis solo podía significar derrota.

Evan, por otra parte, miraba a Sasha con diversión mientras Jin se tapaba la boca, ojos brillantes con lágrimas. Otras personas lo miraban; odio, envidia, miedo y asombro mezclados como un potente veneno que se había acostumbrado a pasar sin saborear.

Neus sintió la derrota asentarse en la parte más profunda de su estómago justo a un lado de su almuerzo. – En ese caso, mi hijo y yo quedamos a su cuidado.

Los ojos tornasol del hada lo miraron con una fijes casi enfermiza antes de reír y reír.

El sonido subió en espiral y se hundió en las nubes, buscando el sol perezoso que apenas brillaba por entre los pesados nubarrones.

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Tres años atrás, Neus había envenenado el banquete de la cacería.

Neus le había confesado que ni siquiera puede recordar bien por qué lo hizo, tal vez ni siquiera hubo una razón real detrás de todo el asunto, tal vez, simplemente quiso hacerlo y lo hizo y el mundo tuvo que lidiar con sus actos impulsivos.

Los Grandes Clanes gritaron en su contra y se enojaron, hubo muertos y hubo enfermos y aún más traumatizados, cientos de nobles escupieron sangre sobre las mesas y de sobra estaba decir que toda la celebración se arruino.

Algunos niños nobles nunca llegaron al mundo por causa de aquella jugarreta y el mundo aun no podía explicarse de donde la “Triada del Mal” (léase implícito, Neus, Jin y Agatha) había conseguido tanto veneno y tal vez nadie quería saber realmente.

Pero ahora, los mismos tres Omegas que habían envenenado el banquete tres años atrás se sentaban en la mesa alta dedicada a la Reina de la Cacería, mirando la ´presa´ que la había asegurado el título a Neus.

Aunque más que mirar, sería seguro decir que estaban mimándolo y el hada, claramente, disfrutaba de la atención mientras lo agasajaban con pasteles, frutas y carne.

Aunque más que mirar, sería seguro decir que estaban mimándolo y el hada, claramente, disfrutaba de la atención mientras lo agasajaban con pasteles, frutas y carne.

– La van a engordar. – dijo Evan, recargándose contra la mesa y mordisqueando un pedazo de pan con cautela. Él había sido uno de los afectados por el veneno años atrás.

Sasha sabía que ese era el inicio de la historia de amor entre Jin y Evan, pero eso no significaba que Evan hubiera recuperado la confianza en la comida servida durante el banquete.

– Es un macho. – dijo Sasha en cambio, había acabado con un pollo y medio jabalí sin ayuda y aún tenía apetito para más.

Evan alzo una ceja, miro la mesa alta y dejo a un lado el pan. – Lo van a engordar, ¿Qué harás si ya no puede volar?

Sasha tuvo la prudencia de encogerse de hombros. – Pensare en eso cuando ocurra… ¿Realmente no planeas comer más? Mi madre gasto tanta energía en organizar el evento…

– Vete al infierno, no, pase dos semanas en cama y no planeo volver a repetirlo… además, no soy el único que no come aquí. – Evan se sacudió las manos, mirando la mesa cercana como si fuera su enemigo personal y los huesos que Sasha seguía apilando a un costado con creciente sospecha.

– Pero eres el único que puede saciarse entre las piernas de Jin, ¿No es así? ¿Crees que tu esposa sea capaz de envenenarte… de nuevo?

Evan lo miro, lo juzgo y lo mando al diablo con un movimiento obsceno, mirando una vez más la mesa alta.

Tanto Jin como Agatha eran tan rubios como el sol, cabellares que brillaban con la luz, resplandecientes y en medio de ellos estaba Neus, todo sangre, luz y sombras, sentados los tres juntos eran un espectáculo atractivo a la vista, tan hermosos como peligrosos, animales salvajes y ponzoñosos que mostraban sonrisas bobas mientras admiraban al hada que bailaba mientras estaba medio borracho sobre la mesa.

Encantadores a su manera, embelesados en su propio mundo mientras todos los miraban con rencor y cautela.

Y el miedo no era en vano, cada uno de esos tres tenía su propia reputación que temer, no eran ajenos a la violencia sin sentido y puede que hubieran estado tranquilos durante los últimos meses, pero la escena que su madre le había contado que Neus había armado termino siendo suficiente como para refrescar la memoria de las masas.

Esos tres, hermoso como muñecas de cristal, no eran personas para tomar a la ligera, descuídate durante un segundo, cree que son amables y es posible que encuentres tu final antes de que caiga el ocaso…

– Espero que la reina de esta cacería no haga nada para cerrar el evento con broche de oro… – murmuro Evan, mirando con ojos entrecerrados la mesa alta.

El banquete había comenzado a animarse, las personas comenzaban a bailar y con el alcohol corriendo, más barato y dulce que los besos, era fácil escuchar como las bocas imprudentes de muchos nobles comenzaba a soltarse.

Neus solo había recibido una presa, pero la magnificencia de un hada viva fue suficiente para coronarlo de forma irrefutable. Era la segunda vez en la historia que le arrebataba la corona a Liza y Sasha, por un sentimiento mezquino, se aseguraría que ella nunca más volviera a ser coronada.

A fin de cuentas, la mesa alta se veía mejor con dos rubios y un pelirrojo.

– Bueno, conociéndolos, de seguro harán algo que nadie olvidara, solo porque les gusta ser unas perras…

Evan rio y Sasha lo siguió unos segundos después, disfrutando mientras podía el sabor del vino.

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