Durante toda la jornada, la escuela estuvo tranquila.
Hacía que las palmas de Sasha picaran con preocupación, esa tranquilidad inusual que cargaba un estado ominoso implícito; quería salir corriendo y buscar a Neus, asegurarse de que estuviera bien, que el sentimiento en su estómago eran solo las asquerosas galletas caseras que Liza le había regalado y no algo peor.
Algo malo que involucrara a Neus, que lo pusiera en más peligro del que ya estaba usualmente en un buen día.
Va a buscarlo tan pronto como se desase de la gente que lo acompaña, ellos siempre son como polillas que se acercan; atraídos hacia la luz de una fogata, a Sasha le gustaría que ellos también murieran si se acercaban demasiado a él.
Cuando encuentra a Neus estaba solo sentado en uno de los patios viejos, era su lugar favorito en la academia, la vegetación había crecido para apoderarse de todo, las copas de los árboles bloqueaban el cielo y las ramas bajas las entradas, la maleza crecía por todas partes y la fuente parecía tener ya su propio ecosistema autosustentable.
Neus estaba sentado en una de las bancas de piedra, la cabeza gacha, murmurando.
No lucia como lo hacía usualmente, con el cabello en un nudo (literalmente) desordenado y la ropa mal puesta y arrugada, se veía fuera de sí mismo, no ingeniosamente desalineado, sino como si literalmente su mundo estuviera colapsando a pedazos.
Incluso salta visiblemente cuando lo toca, mirándolo con los ojos fríos muy abiertos, como un cervatillo ante las luces de un auto. Algo oscuro y desagradable se agita en su estómago cuando ve lágrimas en sus ojos.
Era excitación y algo en lo que no quería pensar por qué no, gracias, ese no es el momento.
– ¿Sucede algo? – susurra, acomodándose a su lado, intenta mantener la voz baja, no sabe bien como consolarlo porque nunca lo había visto así.
Los hombros de Neus tiemblan y se rodea con los brazos, se ve más pequeño de lo que es de esa forma. – La cagamos. – dice, apenas un hilo de voz que suena tan rota como luce.
Sasha frunce el ceño. – ¿Yo también?
Neus lo mira, algo así como su versión de un puchero en los labios, la punta de los ojos enrojecidos. – Si, todo es tu culpa.
Y nuevamente el ceño de Sasha se frunce, sin saber qué es lo que se supone que hizo ahora para provocar el estado lamentable del otro. A echo cosas desagradables antes, pero no puedo evocar ningún recuerdo de Neus llorando en aquellas (no contadas) ocasiones.
Lo hace sentir raro, un nudo desagradable en su estómago.
No, no le gusta la sensación. – Entonces dime. – pide, habla sin aliento y se siente extraño, toda la situación le sabe demasiado bizarra. – Dime que es y lo solucionare, te lo he dicho y prometido cientos y miles de veces; yo siempre estaré allí para salvarte… o caer contigo.
Neus no responde, solo sorbe por la nariz de forma ruidosa, no lo mira mientras sujeta su mano, tembloroso mientras lo guía a la parte baja de su abdomen.
Y allí lo deja.
Experimentalmente, Sasha pasa un pulso de magia, Neus tiembla cuando la corriente recorre su cuerpo una vez antes de regresar a su dueño, como si se tratase de un chequeo, Sasha puede ver toda la información física del muchacho.
Tenía problemas en la espalda por mala postura, la cadera desviada, posiblemente estaba incubando un resfriado y su útero estaba ocupado desde hace dos semanas...
Los ojos de Sasha, oscuros, se abren ante la última parte, como un volcán, la felicidad estalla dentro de él, consumiendo todo a su paso y prácticamente borrando los pensamientos racionales de su mente (que en presencia de Neus se reducen a menos de la mitad, si tiene que ser honesto).
Esta feliz, siente como si no pudiera caber dentro de su propio cuerpo y quiere gritar y saltar y dar vueltas con Neus en sus brazos, correr por toda la capital anunciando que su semilla ha echado raíces dentro de su joven amante.
Y todo se esfuma en un solo segundo cuando alza la mirada, los ojos fríos de Neus estaban llenos de lágrimas, luciendo asustado.
Infeliz.
Y Sasha se obliga a si mismo a empujar todo hacia abajo, porque al final del día, todo se trata de Neus.
– Tu lo pusiste allí. – murmura, la voz rota y asfixiada por las lágrimas. – Tu lo pusiste allí adentro, así que esto también es tu culpa.
Si regresa a hace dos semanas y días atrás, Sasha descubrirá que, en realidad, Neus no miente. Ciertamente era su culpa, después de todo, él había dado la idea en primer lugar.
(También se había descuidado de tomar los anticonceptivos, pero Neus no debería de estar enterado de eso.)
Acaricia la espalda de Neus, el cabello rojo que escapaba del nudo se le enreda en los dedos, puede sentir los surcos de su columna por sobre la ropa gruesa del uniforme, la forma en que tiembla, como huele a miedo y ansiedad y es algo que odia.
Había prometido protegerlo años atrás y ya había fallado lo suficiente.
Lo abraza, rodeándole los hombros con los brazos y hunde el rostro en la maraña de cabello rojo, besando su coronilla. – Dime que es lo que quieres hacer, yo seguiré tus deseos, ¿Quieres que reserve en una clínica?
Neus se remueve, lo mira con ojos enrojecidos. – No, es mío. – dice y eso es todo.
Sasha sabe que Neus siempre este hambriento, nunca soltaría algo que le pertenece y de alguna forma le tranquiliza saber que eso aplica a lo que dormía en su interior, no puede evitar besar su mejilla, alegre. – En ese caso, ¿Quieres conservarlo? – y la respuesta no tarda siquiera un segundo, Neus asiente con el rostro aún enterrado en su esternón, Sasha tararea. – Bien, en ese caso, sé un buen chico y quédate tranquilo, yo me encargare de todo.
Y entonces Neus ríe, de esa forma maliciosa que utiliza normalmente cuando logra salirse con la suya. No tarda en liberarse de la prensa, el camino de lágrimas por sus mejillas ya se había secado, pero la expresión en su rostro no coincidía para nada con la vulnerabilidad anterior.
Sasha no está seguro de si debiese de sentirse aliviado o estafado ante el cambio.
No tiene mucho tiempo para pensarlo, Neus se inclina y lo besa, apenas un contacto de labios, mucho más casto de lo que debería de ser un beso a su edad.
Como el aleto de una mariposa, se siente bien y termina demasiado rápido para su gusto.
Neus lo mira con su mueca de superioridad mientras se limpia las lágrimas secas con la manga del suéter.
– En ese caso, – dice y ya no queda rastros de temblores o vulnerabilidad en su voz.
– comienza deshaciéndote de los De Gracia, si el imbécil de Jothan se entera hará un escándalo y no estoy de humor para lidiar con eso.
Y con un movimiento de su cabello, él ya no estaba.
Solo en el viejo patio, Sasha echa la cabeza hacia atrás y ríe con fuerza. Un segundo después, él tampoco está allí, quedando atrás solo el eco de su risa.
[Menos de un mes después, los De Gracia caen…]
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Reescribí esto unos tres veces , aun no estoy muy segura y tal vez lo cambie algún día, de igual forma, el siguiente capitulo hablara sobre los padres de Sasha.
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