| Horas de Paz |

Para razones prácticas, no había nada en la ecografía a destacar, el feto aún era demasiado pequeño como para poder saber algo, pero, aun así, Sasha ya sentía que la amaba.

Ojalá fuera una niña, pero un niño tampoco estaría mal.

Daba igual, ya habría tiempo para tener ambos.

Liza lloraba a sus pies, allí donde la había estampado contra la pared cuando sus palabras lo habían hartado, ya había soportado suficiente de aquella chica durante varios años, no veía necesario porque tolerar aún más sobre sus palabras y desvaríos ilusorios.

– Señor Perabeles, le sugiero que firmé el nuevo acuerdo de una vez, la boda será llevada a cabo con o sin su firma allí, créame, ya esperé mucho por este momento y no planeo esperar ni un segundo más por sus ambiciones mal habidas.

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A lo lejos, en el horizonte, el sol moría lentamente al esconderse tras las montañas, Neus sabía que una de ellas era la famoso montaña de los Ancestros, pero él nunca la había visitado, no en persona al menos.

Pero como todos, conocía los relatos e historias que se contaban sobre ella…

Por causa de algún capricho desconocido, el fundador Sallow había decidido construir la que sería la casa ancestral de su clan en la cima de una montaña en plena capital, lo que significaba ser no solo el castillo más grande de los Ocho Grandes Clanes, sino también el más solitario.

Sin importar las razones, a Neus le gustaba aquello, podía encontrar un lugar para recostarse y ver el atardecer, lejos de las personas y el smog que contaminaba el aire de la capital, la sima de la montaña estaba llena de aire limpio y fresco, aun si en ocasiones lastimaba sus pulmones al inhalar.

Recostado en un diván mullido, Neus disfruta de los últimos rayos de luz mientras su cuerpo tiembla, adolorido por la magia que el corre con furia por las venas.

Nadie sabe a qué se debe, si es una enfermedad, un defecto genético, maldición o solo tuvo mala suerte, la magia de Neus era extraña, poderosa e inestable de una forma anormal; su poder iba y venía como las olas del mar, siempre cambiante, un día sería débil como para no ponerse de pie y al siguiente tan poderoso que su cuerpo apenas y podría contenerlo.

Como arrojar una moneda, era difícil saber cuál era la razón de turno ese día.

Así que simplemente se queda allí, tal como una muñeca rota cuya cuerda se había acabado, los últimos rayos del sol moribundo le calientan la piel, pero tan pronto como desaparecen el viento helado de la noche lo enfría de nuevo, el pabellón lleno de flores toma otra apariencia al ser iluminado por la escasa luz plateada de la luna, como si algo lo acechara por entre las sombras, pero Neus no tiene ganas de volver adentro, se había quedado cómodo allí donde estaba.

Y Sasha aún no había vuelto, tampoco Adal, con quien tenía la costumbre de acostarse para tomar la siesta.

El tiempo se vuelve algo mínimo allí, una mariposa luminiscente pasa volando cerca de su rostro y lo hace estornudar con fuerza cuando el polvo de sus alas le cae en la nariz, las flores extrañas que cubren el pabellón comienzan a florecer, soltando luciérnagas que habían estado reteniendo en sus capullos durante el día y bailan por el jardín tranquilamente.

Neus resopla ante la vista. Ese era un pabellón privado, pertenecía a Sasha y ahora, de forma extraoficial y solo de facto, por extensión también a Neus.

Para el niño dorado de la familia Sallow, el amado de todo el maldito mundo, Neus debió de haberse imaginado que construirían (o como mínimo remodelarían) algo así, esa clase de arquitectura snob que adoraban las familias ricas, una prueba de la cotidianidad similar al campo, como si representaran la vida ideal e irreal que había fuera de las paredes.

Una falsedad, así como lo era Sasha.

Simple pirita donde todos vieron oro.

(Y a pesar de todo, había algo en el fondo del estómago de Neus que sabía que ese pabellón era más viejo, muy antiguo, no construido para Sasha, ni siquiera para un Sallow.)

(¿Un amante, una madre? Neus no quería saber, la cabeza le dolería si pensaba demasiado en eso y no desperdiciaría energía que ya no tenía en eso.)

– Cuando la temperatura esta baja no deberías de quedarte aquí afuera.

Neus casi puede sentir como salta fuera de su piel, pero está cansado que no puede siquiera asustarse. – Ey, ¿Todo bien?

Sasha no respondió, Neus podía escuchar el sonido de sus pasos mientras rodeaba el diván para verlo de frente, lucia tan desalineado como en la mañana o incluso más, con el cabello volando en todas dirección, saco y corbata desechados y resto de la ropa arrugada.

Se veía más joven, como el chico de veinte y pocos años que realmente era, suave y despreocupado, alegre inclusive.

Sasha ladea la cabeza, sus ojos brillan con magia mientras lo mira, como si lo escaneara y lo que sea que ve dentro de él parece tranquilizarlo, porque al segundo siguiente comienza a sonreír como si una estrella lo hubiera golpeado en la cabeza. – Si, todo salió tan bien como pudo quererse.

– Oh.

Y lo peor es que Neus lo escucha antes de verlo: ligeros golpeteos que sonaban rítmicos y pausados al inicio y al segundo siguiente el aguacero comenzó a caer sobre ellos. Era el asunto con la altura, la intemperie y el estúpido clima que dominaba la capital.

Tan seco y caliente como un desierto en un momento, podría caer un diluvio digno de los castigos divinos de aquellas antiguas escrituras que se exponían en los museos.

Sasha maldice y el mundo de Neus gira cuando lo alza, no había vomitado desde temprano en la mañana y ahora se sentía como si pudiera sacar de una vez las escasas galletas de arroz que había conseguido comer. No importa que tan rápido los pone Sasha a cubierto, ya están empapados hasta los huesos cuando eso pasa.

Neus mira por la puerta de cristal como las gotas caen sin tregua, sin pausa, no está lo suficientemente frio como para hacerlo tiritar, pero se queda allí mansamente en los brazos de Sasha, acurrucado como si tuviera frío porque es fácil y menos vergonzoso fingir que esta helado a decir que quiere un abrazo.

– Las cosas se van a complicar un poco en la Academia, tendremos que permanecer algo lejos de ella un tiempo. – la voz de Sasha era firme, de nuevo metido en su papel de líder.

Neus bufa, sujetando su cabello para escurrirlo con las manos. – Acabamos de volver… pero por esta vez, te seguiré la palabra.

Un tarareo le sigue a su respuesta, casi puede apostar que Sasha esta complacido. – Si, las cosas se pondrán agitadas una vez que se expanda la noticia.

Esta vez, Neus no responde nada, un rayo ilumina el cielo durante unos segundos, dibujando sombras de pesadillas sobre el pabellón que antes lucia tan pacifico.

Sus horas de paz llegaban, una vez más, a su fin.

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*De los niños Sallow, solo Sasha se refiere a Adal como "madre", sus hermanos lo llaman padre.

** Neus pudo graduarse antes de la Academia\, sin embargo\, muchos profesores lo retuvieron ya que no les agradaba.

***El clima en la capital es extraño y muy cambiante\, no se siente el paso real de las estaciones.

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