| Una simple pregunta |

Desde su llegada a la finca Sallow, a Neus le tomo, exactamente, una semana comenzar a acosar a los sirvientes.

Para finales del mes, dos jóvenes sirvientas ya habían saltado desde los balcones, Adal había visto sus cuerpos destrozados contra el piso del jardín sintiendo un peso extraño en el estómago, el sol que se alzaba por el horizonte proyectando sombras ominosas sobre ellos, muertos y vivos.

Con cada día que pasaba, Neus adquiría lentamente el aire de una fiera encarcelada, la mayoría de los sirvientes se apartaban de su camino con muecas de terror y desagrado, tratando de esquivarlo como si se tratase de la plaga.

No lo lograban.

Adal podía sentirlo, el dolor de cabeza que se aproximaba latiendo en sus sienes, Byrma lo miraba entre lágrimas, las mejillas rojas por el llanto.

– Te lo dije. – murmuro, como una maldición sin aliento. – Te dije que sería una mala idea, ¡Mira lo que a echo ese monstruo! ¡¿Cuántos miembros más de esta casa tiene que matar hasta que te des cuenta de que todo fue un error?!

– No grites. – pide, su voz no tiembla, él no está llorando y cuando mira los cuerpos a sus pies, con las cabezas destrozadas por el impacto y los miembros torcidos de formas antinaturales, no siente nada más que un ligero desagrado por el fuerte olor de la sangre. – Él carga en su útero a miembros reales de la familia, él mismo se volverá pronto alguien real de esta familia, así como en un momento también paso contigo.

Byrma hace un sonido extraño con la garganta, como si se atragantara ante el sacrilegio de verse comparada con Neus, a quien ella, así como Mathis, le nombran un monstruo, algo más bajo y vil que el mismo diablo. – Entonces, ¿Dejaras esto impune? Su acoso, como los está volviendo a todos locos, ¿Lo dejaras pasar? ¿Así como así?

Adal frunce el ceño, sabe que luce una mirada ambigua, pero no le importa. – Investigare sus motivos. – dice y Byrma abre la boca para hablar una vez más, la calla con un movimiento de sus dedos, sin estar dispuesto a dejarla interrumpir. – Y lo castigare según lo considere adecuado.

El rostro de su esposa no cambia, aún sigue enrojecida por el llanto y la ira, pero ella sabe bien que esa promesa es lo más que va a conseguir de él en ese y cualquier otro momento.

***************************************************************

Adal conoció a Neus cuando este era un bebé, recién adoptado por los Perabeles, tan hermoso que parecía ser una muñeca.

En algún punto, con el cuerpecillo que no era ni cálido ni frio en brazos, realmente llego a pensar que se trataba de una muñeca.

Y entonces el niño había abierto los ojos fríos y miro a su alrededor antes de abrir la boca, exigiendo comida. Adal lo había encontrado adorable y eso lo impulso a abrirse la camisa allí mismo, ofreciendo su propio pecho para que el niño pudiera alimentarse hasta quedar saciado.

Cinco años después, Neus apuñalo el ojo izquierdo de Sasha con la rama de un árbol y Adal solo pudo reír de forma histérica porque le parecía una estupidez ver como todos se enojaban y volvían locos por el suceso cuando el verdadero afectado lucia más bien fascinado por todo el asunto.

El destino era una maldita perra.

Y ahora, muchos años después, tiene que jalar el cabello de Neus (literalmente) para hacer que vuelva a meter la cabeza dentro del auto.

Durante todo el camino Neus sea había estado comportando como un niño travieso, sin dejar de moverse, sacando la cabeza y las manos por la ventana del auto, sin importar cuantas veces cerrara Adal dicha ventana o cuanto lo regañara, parecía que había hecho su misión personal el volverlo loco.

Y tal vez lo estaba logrando, pero Adal no quería darle todo el crédito al muchacho.

– ¡Basta ya y estate quieto de una vez! – gruñe, presionando los brazos de Neus contra el asiento.

Desde ese ángulo, las sombras cubren parte del rostro del muchacho, dándole un aire mucho más salvaje que el que cargaba normalmente.

Aquello que calentaba el cuerpo de las personas, era una vista para recordar.

Neus bufo, quitándose el cabello que le caía en la boca. – ¿A dónde vamos? – dice y suena sin aliento, hace que Adal lo suelte y se aleje como si le quemara, temeroso de herirlo a él y su preciada carga.

– Compraremos ropa, tu guardarropas es… lastimoso. – murmura, los ojos de Neus brillan, su rostro se vuelve rosado de emoción, las pecas que cubrían su piel eran adorables y llamaban para apretar las mejillas de aspecto suave.

Probablemente no hubiera una sola persona que no lo supiera; Neus era avaricioso, quería el mundo entero y un bocado más. Sasha quería darle todo, saciar su hambre y Adal no podía evitar compartir una parte de ese deseo con su hijo, que hijo de sus entrañas era.

Y si un acto tan mundano como comprar ropa lo hacía feliz, lo haría las veces que fueran necesaria.

Mueve los dedos y la ventana que Neus había roto se arregla en un instante, Neus se balancea, ligero, hacia adelante y atrás, mirando como el campo ya no era campo y la ciudad crecía cada vez más ante ellos.

– ¿Cuánto vamos a comprar? – pregunta, ojos entrecerrados con pestañas que proyectaban sombras sobre sus mejillas, una voz melosa y mimada que empujaba a complacer.

Adal estira una mano y sujeta una mejilla blanca y blanda al tacto, la acción no desencadena ninguna reacción del muchacho y eso lo complace más de que creía posible. – Todo lo que quieras, solo tienes que responder unas preguntas.

Las pestañas de Neus se agitan cuando ríe, el chofer no puede escucharlos y eso es algo bueno porque si no seguro estaría furioso de escuchar la risa clara y pura que puede hacer el responsable de la muerta de su nieta. –¿Qué es? Puedo responder mil si es necesario.

Como un trueno, la voz de Adal es firme al hablar, entrando en su papal como el jefe de la familia Sallow. – ¿Por qué acosas a los sirvientes?

Y entonces, como mover un encendedor, el ambiente dentro del coche se vuelve frío de golpe, la miel se escurre por Neus y su rostro se vuelve indiferente, aburrido.

Es entonces que Adal lo confirma, tal vez obtener una respuesta sea más complicado de lo que pensó en un principio.

***********

* Los brujos mas poderosos (y en mayor control de su magia) pueden activar su magia sin la necesidad de "cantar" un hechizo\, en el caso de Adal\, puede hacerlo moviendo sus dedos\, por eso la mayoría de las personas suelen tener un cierto pánico de sus manos.

--

Capítulos

descargar

¿Te gustó esta historia? Descarga la APP para mantener tu historial de lectura
descargar

Beneficios

Nuevos usuarios que descargaron la APP, pueden leer hasta 10 capítulos gratis

Recibir
NovelToon
Step Into A Different WORLD!
Download MangaToon APP on App Store and Google Play