Hienas al asecho

Llego por la tarde a la oficina, Álvaro la esperaba impaciente.

- Llegas tarde, tuve que reprogramar la junta con el gerente de ventas para mañana, ¿Dónde estabas? – le

reprendió el joven un poco molesto.

- No es necesario que sepas exactamente a donde voy Álvaro.

- Cuando se refiere al trabajo, si me gustaría saber dónde estás, cielos creí que te tomarías esto en serio.

- A ver tranquilo, hombre que aún tengo dolor de cabeza - decía la chica llevándose las manos a la cabeza- además tenía ganas de caminar, por eso llegué tarde.

- Alexandra no puedes andar sin protección en la calle y lo que hiciste anoche no se puede repetir.

- Mira Álvaro, entiendo que eres mi asistente, pero eso no te da derecho de querer controlar mis actividades fuera del horario de trabajo, ¡No te lo permitiré! - increpo la mujer.

- Pues, aunque no quieras lo tendré que hacer ¿Recuerdas el artículo de The news la semana pasada?

-  Si - confirmo Alex mientras se ponía una compresa de hielos en la cabeza.

-  Investigue, y descubrí que ellos no la escribieron.

- ¿Cómo de que no, si ellos la publicaron?

- Sí, pero alguien les vendió la nota junto con la foto.

- ¿Cómo? –se incorporó la joven.

- Hasta ese momento ningún periódico nacional sabía mucho acerca de ti, porque tu papá así lo decidió y por suerte en Londres mantuviste un bajo perfil. Pero al parecer alguien sabía exactamente la hora de tu vuelo y hasta por cuál puerta saldrías.

- ¿Pudo haber sido alguno de los socios, viste como me trataron en la junta?

- Puede ser, pero los únicos que sabían esos datos era tu madre, Max y Arturo.

- De mi mamá y mi tío no creo, pero no puedo confiar en Maximiliano. Supongo que el periódico no te dio el dato del informante ¿Verdad?

- No, firmaron un acuerdo de confidencialidad. Dime algo ¿Ayer en la discoteca notaste algo raro? Y ¿Con quién

fuiste?

- Con Verónica, y algunos amigos de ella.

- ¿Recuerdas sus nombres?

- Si, Dominico y Mauricio, a este último lo conocí en Cuernavaca, es médico.

- De acuerdo, los investigaré.

En ese momento Lucía toco puerta y entro con agitación.

- Licenciada, ¿Tiene que ver esto?

Le entrego su Tablet y en la pantalla había varias fotos de ella en la discoteca, bailando y bebiendo, además de una en la que Maximiliano la sostiene del brazo. El encabezado del artículo decía "La princesa prodiga".

Alexandra se llevó las manos a la boca por el asombro. No lo podía creerlo. Álvaro buscó el artículo en su dispositivo y leyó en voz alta.

“Todo indica que la batalla por la dirección de Grupo Empire término a favor de la princesa prodiga. Alexandra Villaseñor estuvo viviendo durante los últimos diez años en el extranjero y al morir su padre, el presidente. decidió regresar para ocupar su puesto en la compañía; sin embargo, dado su perfil bajo las críticas acerca de su desempeño no han dejado de aparecer, y más por más vergonzosas imágenes mostradas a continuación. La

princesa Villaseñor fue vista en una discoteca conocida como Olympus, en estado de ebriedad y muy bien acompañada"

"Quién iba a decir que el magnate rompecorazones Maximiliano Rivero estaría ahí, es bien sabido que el hombre no frecuenta lugares públicos ¿Habrán llegado a un acuerdo después de saber que compartirán el cargo? O ¿Hay algo más entre ellos? Nuestras fuentes informan que él no dejaba de vigilarla y al salir del sitio la llevaba casi cargando porque la joven ya no se podía sostener por sí misma"

Será que estos jóvenes millonarios se dejarán tocar por la tentación del Incesto.

Alexandra no podía creer lo que estaba escuchando, al oír la palabra incesto al final del artículo se puso de pie de golpe y empezó a caminar de un lado a otro.

- ¡INCESTO! No puedes ser, si nosotros no somos hermanos, como pueden escribir esa palabra.

- Alexandra, tranquila, lo resolveremos.

La chica tenía los nervios de punta, sintió un ligero mareo y regreso a su asiento, la cabeza le estallaba y nuevamente se colocó la comprensa, Álvaro le dio un vaso de agua para que se tranquilizara.

Mientras se relajaba, Max abrió la puerta de golpe, en sus manos llevaba un periódico y una revista. Se acercó y los arrojó en el escritorio de Alexandra.

- ¿Me quieres decir que significa esto?- cuestionó molesto el chico.

Alex se inclinó a leer los papeles y en uno el encabezado decía "Incesto o hermandad" La muchacha se recargó en el respaldo y se acabó el vaso de agua de un solo trago.

- ¿Tuviste algo que ver con esto Alexandra? - pregunto nuevamente el Max.

- Por supuesto que no, me acabo de enterar al igual que tú - se defendió la joven.

- Entonces ¿Entonces como explicas esto? - Pues no sé Max, no sé qué está pasando, no sé quién mierda, tomo estás fotos.

- Max, yo creo tener una pista de esto - afirmo Álvaro.

- ¿Sabes quién hizo esto? - No exactamente, hace una semana el día que Alexandra llegó publicaron está nota.

El asistente le mostró el artículo y Max lo leyó.

- La foto la tomaron ese mismo día.

- Y ¿Cómo es que no viste quien fue?

- Porque no nos dimos cuenta hasta después que lo publicaron. Creo que alguien está asechando a Alexandra

Max se llevó las manos a la nuca y respiro hondo.

- Y para varias me estás arrastrando a mí - le reclamo.

- ¡Que!, A mí no me culpes, yo no te invite a esa discoteca.

- Pero tuve que hacerme cargo de ti porque no podías ni sostenerte por lo ebria que estabas.

- Ya te dije Maximiliano, yo no te pedí que lo hicieras, me hubieras dejado ahí.

- Si claro, y este maldito artículo hablaría de como la distinguida Alexandra Villaseñor termino en un hotelucho con un hombre desconocido como una...

Alexandra no dejo que terminara y lo abofeteo, estaba tan furiosa que una lágrima rodó por sus mejillas.

Álvaro se acercó y la tomo del brazo para que se tranquilizara.

- Sal de mi oficina imbécil - le ordeno.

- Es mi oficina - respondió Max mirándola fijamente.

- No cariño, es de mi padre y, por lo tanto, es mía.

Max ya no le dijo nada, pues estaba demasiado alterado, se dirigió a Álvaro y le hizo una advertencia.

- Antes de que acabe el día quiero toda esta mierda fuera de toda la prensa que lo haya divulgado y si no te vas despidiendo de tu puesto.

Salió furioso de la oficina.

Alexandra azotó la puerta en cuanto salió y lanzo el vaso contra la pared haciendo que se rompiera.

Álvaro, estaba asustando no tanto por la advertencia de Max, sino por la reacción de Alexandra, nunca la había visto así.

- Iré a resolverlo - dijo el chico con la voz entrecortada.

- Descuida Álvaro, no permitiré que te corra, solamente lo dijo porque estaba alterado.

- Lo sé, buscaré todos los periódicos y revistas en donde se difundió para contactarme con ellos.

- Avísame cuando vayas a sus oficinas, esto no se va a quedar así - sentenció Alexandra.

Por otro lado, cuando Max regreso a su oficina, no lo calentaba ni el sol, se sirvió un vaso de whisky y lo bebió todo. Sonó su teléfono y cuando vio que era Natasha no contesto y le mando un mensaje informándole que luego le regresaba la llamada.

Estaba demasiado molesto, recordó todo lo sucedido y callo en la cuenta que se había excedido un poco con su reclamo. Pensó en ir a disculparse con Alexandra, pero se arrepintió, así que se colocó el saco y se fue de la empresa.

Por la noche Alexandra no quería llegar a casa, pues sabía que su mamá ya había visto el artículo y no tenía ganas de darle explicaciones hasta averiguar quién estaba detrás de eso. Entonces se dirigió al departamento de Verónica.

- Amiga lamento haberte metido en esto - se lamentó Verónica.

- No fue culpa de nadie, quien imaginaria que alguien está tratando de perjudicarme.

- Pero entonces esa persona sabe cada movimiento que haces - mientras pensaba en esa teoría, Verónica se levantó a cerrar las ventanas.

 - ¿Crees que sepa que estoy aquí?- Alex se empezó a preocupar y abrazo sus piernas.

- No lo dudo amiga, le avisaré a Héctor que redoble la vigilancia del edificio - la chica hablo por el interfono.

Alexandra empezó a llorar y Verónica se acercó a abrazarla.

 - Tranquila nena, le hablaré al investigador de mi papá para que averigüen quien es.

- No es eso Vero, es que hubieras visto a Max, cuando me reclamo que había sido culpa mía que salió su nombre, cuando yo no lo invite a la discoteca y tampoco le pedí que me llevara a casa. Me insinuó que de no hacerlo hubiera amanecido con un desconocido en un hotel cualquiera - dijo entre sollozos.

- Que bueno que lo cacheteaste, por idiota.

- Yo pensé que después del beso... La interrumpió Verónica incrédula. - ¿Cuál beso?

Alex se limpió las lágrimas.

- Anoche cuando llegamos, me llevo a mi dormitorio, me acostó en la cama y estábamos tan cerca que lo besé, ese momento lo tengo borroso, casi no recuerdo bien, pero lo besé amiga.

- ¿Y hablaron de eso hoy?

 - yo no quería mencionarlo porque creí que fue un sueño, pero quería corroborar y le pregunté.

- ¿Qué dijo?

- Que nada de importancia había pasado. Pero yo lo sentí real, y después me tacha de prostituta - la joven comenzó a llorar de nuevo.

Cómo ya era tarde, Verónica no dejo que Alexandra se regresará sola, y se quedó a dormir ahí.

En la residencia Villaseñor, Max llegó y se encerró en el despacho, Alicia lo fue a ver para preguntarle por el artículo, pues era un gran escándalo. Él le dio un resumen de la situación y le prometió que lo resolverían. Alicia le pregunto por Alexandra y él se sorprendió al saber que aún no había llegado, la llamo a su celular, pero no respondía, el hombre empezó a preocuparse y salió de la casa para buscarla, pues temía por su seguridad. Marco el teléfono de Álvaro, pero él tampoco sabía nada. El chico también le marco a su celular varias veces, pero no atendía. Se le ocurrió hablarle a Verónica, y le dijo que estaba en su casa, que no se preocupara.

Ambos jóvenes se quedaron más tranquilos.

Al siguiente día, cuando Alexandra se despertó, vio una nota de Verónica, en donde le avisaba que estaba en gimnasio, la chica se levantó, se vistió y se fue a su casa. En la residencia todos estaban desayunando. La chica vio de reojo a los comensales, ahí estaba Arturo, había llegado temprano para ver cómo estaba la

situación.

Alex saludo a todos, pero a Max lo ignoro aunque pudo sentir su mirada.

- Mi amor me alegra que estés aquí – la abrazo Alicia – resolveremos esto, tú no te preocupes.

- Iré a darme un baño mama – Alex subió a su habitación.

- Pero ¿Quién puede estar haciendo esto? – cuestiono Ximena.

- Ni idea, pero tenemos que redoblar la seguridad para todos, a partir de hoy a donde sea que vayas iras con el chofer, ¿entendiste? – Max le ordeno a Ximena.

- ¡Hay! – se quejó la niña.

- Ya dijo tu hermano, querida – la chica asintió.

Mientras Alexandra se secaba el cabello, trato de recordar cada detalle en la discoteca, desde que llego hasta que se fue, pero solo pudo acordarse de la mitad, pero tenía la habilidad de recordar rostros, y le vino a la memoria un momento en el que estaba sola en la barra, y un hombre con chaqueta negra y capucha, se le acercó y le ofreció un cigarro, pero ella se negó, el hombre insistió, pero antes de que ella se negara de nuevo, Verónica regreso y el hombre se alejó, pero chocaron y su capucha se le calló y Alex alcanzo a ver un tatuaje de serpiente en la nuca.

En lo que recordaba más detalles acerca de ese hombre, llamaron a la puerta, era Arturo y la joven lo dejo entrar.

- Lamento lo que paso hija, ¿estás bien?

- Si, tío, aunque no sé qué hacer.

- No te preocupes, ya tengo gente que se está encargando de retirar esa horrible nota de circulación.

- ¿y cómo lo borras de la mente de los que ya lo leyeron?

- Con el tiempo se les olvidara querida, llegara otra noticia y esto pasara a la historia, así son este tipo de cosas, que no te afecte.

- No puedo evitarlo, tío – Alex se limpiaba una lágrima – mira a pesar de cómo me trataron en la junta, me quede, acepte y aguante por mi papá; pero esto no lo puedo dejar pasar, son calumnias.

- Lo sé, hija, pero por ahora es mejor alejarse del huracán hasta que cese.

- ¿Sabes que es lo que más me molesta? Que mencionaran la palabra “Incesto” con eso ponen en duda la fidelidad de mis padres y los de Max.

- Pero es claro que Max y tú no son hermanos.

- Si, tal vez nuestros allegados lo saben, pero el resto de la gente no. Y no soportaría que dos hombres íntegros y fieles a su familia estén en boca de todos y más cuando ellos ya no están para defenderse.

Arturo abrazó a su sobrina, al mismo tiempo Max escucho sin querer la conversación porque quería hablar con Alexandra, por la discusión del día anterior, de nuevo se iba a arrepentir, pero algo lo detuvo y decidió entrar.

-¿No te enseñaron a tocar jovencito? – le pregunto Arturo.

- Alex, ¿puedo hablar contigo?

- No tenemos nada de que hablar

- ¿Nos permites Arturo? Es un asunto privado.

- No me escuchaste, no quiero hablar contigo.

El chico miró con furia a Arturo, que no tuvo más remedio que salirse de la habitación, no sin antes molestar a Max.

- Me saludas a Natasha – dijo el hombre riendo – Max lo fulmino con la mirada.

- Si me vienes a decir que despedirás a mi asistente, te advierto de una vez que no lo permitiré, tendrás que pasar sobre mí.

-Sabes que no hablaba en serio, estaba muy molesto.

- Aun así, ni él, ni yo, ni nadie tiene la culpa de esto. Estuvimos en el momento y lugar equivocado.

Alex hablaba sin mirarlo.

-Lo que me pregunto es ¿Qué hacía el magnate rompecorazones ahí? No lo entiendo.

- No me digas así

- Me da igual, ¿Por qué llegaste ahí? – ella lo miro a los ojos.

Max dudó para contestar.

- Fui porque tú estabas ahí.

-¿Qué?

- Necesitaba cuidarte

-¿Por qué? – ella se extrañaba de sus palabras.

- Eres tonta o te haces Alexandra, porque me importas, no te das cuenta.

La chica puso los ojos en blanco, sintió que la lengua se pegaba al paladar porque no podía decir una sola palabra.

Lentamente, el hombre se le acercaba y Alex dio un paso hacia atrás, pero él, la alcanzo y le rodeo la cintura con los brazos. Ella sentía los latidos de su corazón acelerarse, cuando vio sus labios demasiado cerca de los suyos, le puso la mano en el pecho para detenerlo.

- Esto no está bien, Max.

- Si me hubieras dicho eso, la otra noche lo creería.

-¿A qué te refieres?

-Al beso que nos dimos cuando te traje.

Cuando la chica reacciono por su declaración ya era demasiado tarde, porque sus labios y los de él no dejaban de moverse de un lado a otro, succionándose el uno al otro hasta perder el aliento.

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