Beso travieso

Verónica se encontraba en la barra con Mauricio y Dominico (compañía de una noche que acababa de conocer), al parecer estaba esperando a Alex, pero tampoco la encontraban. Mau era el más interesado en reunirse con ella, por lo que paso en Cuernavaca.

En la pista de baile, Alex y Max se miraban uno al otro.

-      ¿Qué haces aquí? – pregunto ella asombrada.

-      Vine a divertirme un rato, ¿no puedo? – respondió él.

-      Sí, pero… Tú – antes de que pudiera cuestionarlo, una mujer con bastante atractivo se acercó y tomo del

brazo a Max, era Natasha.

Por lo visto, el hombre había ido a buscarla para ir a bailar, lo cual era raro para ella debido a que Max prefería ir a lugares más privados con menos gente.

-      Ya, regrese cariño – dijo Natasha – miro a la chica y la saludo.

-      Hola soy Alexandra Villaseñor – yo soy Natasha, ¡ah! Tú eres la hermana de Max, ¿verdad?

-      ¡No somos hermanos! – contestaron ambos al unísono.

-      Bueno, es que como Max me dijo que crecieron juntos y que tu mamá es la madrina de su hermana y de él, me

imagine que ustedes se veían como hermanos – afirmo la mujer riendo.

-      Pues Max, siempre me cuido desde niños, es todo – ¿ustedes son… Novios? – quiso cambiar el tema.

-      ¡Sí! – ¡No! – contesto rápidamente Max – bueno en eso estamos – afirmo ella.

-      Que bien, felicidades – dijo Alex fingiendo.

En ese momento Verónica la llamo desde lejos, se despidió de ellos y se fue a donde su amiga estaba, Max a su vez la siguió con la mirada para ver en donde estaría.

-      Nena ¿Dónde estabas?

-      En la pista de baile, me topé con Maximiliano y su novia.

-      Maximiliano Rivero, ¿aquí? Qué raro, él no viene a lugares como este.

-      Él no, pero su novia, tal vez si – la chica respondió molesta.

-      Nena, él no tiene novias sino “amigas”.

-      Lo que sea, pero ya no hablemos de él vamos a disfrutar que a eso venimos.

-      Eso es nena.

-      Por cierto, ¿alguien te debe una disculpa?

-      ¿Quién?

Mauricio la tomo del brazo y le dio un beso cerca en la comisura de los labios, ella estaba desconcertada.

-      Hola hermosa, ¿te acuerdas de mí?

-      Mauricio ¿verdad? Si, como olvidarte; no estoy a tu altura – dijo sarcásticamente

-      En verdad discúlpame hermosa, es así como me enseñaron mis padres, tú sabes, mucha gente se hace

pasar por millonarios y estafan a las personas.

-      ¿creíste que te estafaría?

-      No, por supuesto que no… hay, ¿la estoy regando de nuevo verdad? – decía Mauricio avergonzado.

-      Olvídalo, ¿considéralo una broma bastante buena?

-      Aun así déjame compensarte, iba a darte un cheque para devolverte lo que gastaste en la cena,

pero sabiendo quien eres, opino que no lo necesitas ¿Qué tal una cena la siguiente semana?

-      Qué pena Mau, tengo bastante trabajo.

-      Por favor linda, sería un honor cenar con la hermosísima Alexandra Villaseñor.

Alexandra sentía repudio por ese hombre tan narcisista y soberbio, pero no la dejaría en paz hasta salir con él. Entonces acepto, Mau la invito a bailar y se dirigieron a la pista de baile.

Del otro lado de la pista, Max la veía bailar, mientras, Natasha le daba besos y le tocaba la pierna, aunque el chico le correspondía, no podía dejar de ver a Alex con cierto enojo.

La noche seguía avanzando y Alex no dejaba de sacarle brillo a la pista, pues el ambiente era diferente a las discotecas en Londres, sin embargo, el alcohol comenzaba a afectarle, debido a que en dos ocasiones estuvo por caerse y Mauricio la sostuvo.

Max se encontraba sobrio, y no dejaba de observar lo que hacía la chica, pero Natasha ya estaba molesta porque solo bailaron una vez y estaba aburrida, entonces le pidió que la llevara a casa, pero el chico le dijo que esperara. Ella le advirtió que se iría sola, por lo que Max no tuvo más remedio que llevarla a casa; pero no estaba tranquilo de dejar a Alex ahí. Llevo a Natasha a su casa y se regresó a la discoteca, la chica trato de retenerlo, pero Max no quiso.

En el Olympus, Verónica ya no estaba bailando, pues ya estaba mareada, pero Alex aún continuaba bailando una melodía más tranquila con Mauricio, pero de igual manera ya no estaba sobria.

-      Eres muy hermosa Alexandra – le dijo Mau al oído – me gustas.

Él tenía sus manos en su cintura y ella lo tomaba por el cuello.

Cuando Mau procedía a besarla, Max llego y la aparto de el con un empujón.

Mauricio estaba desconcertado.

-      ¿Quién eres tú? – le pregunto molesto.

-      Su protector, como te atreves a intentar propasarte con ella en su estado – Max sostenía a Alex que

ya estaba casi dormida.

-      No te metas imbécil – Mauricio intento darle un puñetazo a Max, pero este lo detuvo con la mano que tenía libre y lo empujo, el hombre cayó al suelo.

Max buscaba a Verónica, y cuando la vio, estaba recargada de la barra casi inconsciente, entonces llamo a sus guaruras que estaban afuera para que entraran por ella y la llevaran a casa.

En el auto de Max, Alexandra ya estaba dormida, el chico la veía y le acaricio el rostro. Cuando llegaron a la casa la tomo en sus brazos y la subió a su habitación, cuando iba a acomodarla en su cama, ella abrió los ojos.

-      Te, extrañe mucho – le susurro ella.

-      Yo también te extrañé – respondió él, mirándola somnolienta.

Al verlo tan cerca lo tomo por el cuello y lo beso, Max estaba perplejo, pero no pudo alejarse y le correspondió.

Durante el desayuno, Alicia pregunto por los dos chicos, Marícela le dijo que estaban durmiendo

todavía.

-      Creo que la fiesta estuvo divertida, los dos llegaron como a las tres, madre – afirmo Ximena.

-      ¿juntos? – se extrañó Alicia - ¿y tú como lo sabes? ¿Estabas despierta a esas horas?

-      Mmm… estaba haciendo tarea – titubeo Ximena

-      Si como no – respondió haciendo una mueca.

Minutos después, Max bajo y se sentó a la mesa.

-      ¿Cómo te sientes hijo?, ¿tienes resaca?

-      No madrina, yo no tome.

-      Acaso, ¿fuiste con Alexandra? – quiso saber Alicia – vi que llegaron juntos.

-      No, nos encontramos en la discoteca, pero ella bebió de más y la traje.

-      Entiendo.

-      Tú nunca vas a discotecas hermano ¿Qué hacías ahí? – Ximena pregunto extrañada.

-      Natasha me convenció de ir – dijo el hombre nervioso.

Su hermana no le creyó y se rio de él. Max le hizo una mueca y dio un sorbo a su café.

-      ¿Alex no ha bajado? – inquirió Max.

-      No, ella si debe estar sufriendo por la resaca – dijo Ximena entre risas.

-      Marisela, ¿puedes ir a ver si está bien? Llévale alguna pastilla para el dolor de cabeza – ordeno

Alicia.

-      Está bien.

Cundo el ama de llaves toco la puerta, se escuchó un ligero “adelante” y entro. Llevaba una bandeja con un vaso de agua que contenía una pastilla efervescente. Alexandra despertó llevándose las manos a la cabeza, pues le dolía mucho.

-      Mi niña, aquí te traigo una pastilla para que te sientas mejor – dijo amablemente la señora.

-      Gracias nana.

-      Te prepararé el baño para que te relajes ¿ok?

-      Si, por favor.

La joven se hundió en la tina, cerrando los ojos para sentir la temperatura del agua, de repente empezó a recordar lo que pasó la noche anterior, una ola de imágenes pasaban por su mente, entre ellas vio aquel beso que le dio a

Maximiliano. Abrió los ojos de par en par asustada por lo que hizo. Intento deducir que había sido un sueño que no fue real, pero dudo nuevamente. Salió de la tina y se vistió para bajar a desayunar, cuando estaba por abrir la puerta de su habitación, se imaginó que Max estaría ahí y si el beso fue real, se avergonzaría verlo. Decidió esperar a que se fuera para bajar, pero nuevamente tocaron la puerta, ella creyó que era Marícela y sin dudarlo fue abrir la puerta, dio un paso hacia atrás cuando vio al hombre parado en la puerta. Alex le dio la espalda y camino hacia la ventana.

-      ¿Cómo amaneciste? – pregunto Max.

-      Bien, gracias – Alex jugaba con la cortina nerviosa.

-      Ayer yo fui el que te trajo a la casa, ya estabas muy tomada y no podía dejarte ahí.

-      ¿ah sí? Y ¿tu amiga?-  También la llevé a casa – Max estaba dudoso si la chica recordaba lo que paso cuando la trajo a su habitación, pero no se animaba a preguntar.

-      De nuevo gracias por traerme… llamaré a Verónica para ver como esta. ¿Me disculpas?

-      Eh sí, claro – El joven estaba por salir, pero no podía quedarse con la duda y le pregunto ¿recuerdas lo que

paso anoche?

-      ¿lo que paso anoche? – Alex pregunto ansiosa.

-      Después de que te traje.

Alexandra dudó en contestar y daba vueltas buscando su teléfono que para su suerte no sabía dónde lo había dejado. Max lo tomo del buro que se encontraba a lado de su cama y se lo dio.

-      Mmm… no lo recuerdo, sé que me trajiste a casa, pero estaba más dormida que despierta, que no recuerdo

lo ocurrido ¿Paso algo que deba saber? – se arrepintió al instante de su pregunta.

-      No, nada importante, te traje hasta aquí y te quedaste  dormida – y salió de la habitación.

 Alexandra se quedó anonadada por su respuesta, por un momento imagino que le hablaría del beso, quizás hasta esperaba que le dijera que fue un error, pero sintió tristeza que no le tomara importancia. La joven evitó el desayuno, mientras esperaba a su asistente, recibió un mensaje de él, que le decía que la vería en la oficina dado que estaba organizando una junta, por lo cual tendría que conducir; sin embargo, tenía otro problema, su coche se había quedado en el estacionamiento de la discoteca y Álvaro iría por él más tarde.

Mientras esperaba enfrente de la casa a Mateo, el chofer de su madre, Max, apareció en su convertible.

-      ¿quieres un aventón? – la invito con una sonrisa.

-      Gracias, estoy esperando a Mateo – respondió enojada.

-      No seas niña, vamos al mismo lugar

Ella hizo una mueca y se subió al auto, durante el camino casi no hablaron. Pero Alex seguía pensando en su respuesta, vacilo para hablar nuevamente de eso, pero no se pudo contener.

-      ¿estás seguro de que no pasó nada anoche?

-      Si, seguro ¿Por qué lo dudas?

-      No por nada ¿Me puedes dejar aquí, por favor?

-      Pero aún no llegamos – Max se extrañó.

-      Déjame aquí, por favor – le grito enojada Alexandra.

-      Está bien, tranquila, nada más me orillo.

Antes de que Max se orillara, la chica se bajó del auto, él se quedó confundido mirándola alejarse por la banqueta.

De pronto el muchacho se llevó sus dedos a sus labios y con  una sonrisa, recordó aquel beso travieso que

se dieron la noche anterior.

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