Almas perdidas

—¿Tipos raros…? —Gadah se rascó la cabeza, y frunció los labios—. ¿Será que he olvidado algo?.

—¡Gadah lo olvidó!, ¡No lo puedo creer!... —dijo Jason en su casa. El perro lo observó—, en serio ¿crees que dice la verdad? —asintió.

—Lo más raro de todo, es que quiere a mi gato. ¿Mi gato qué tiene que ver?. ¿Qué tienes que ver con esto? —dijo dirigiéndose a Vane.

Gadah se sentó al borde de su cama. Se puso a pensar en el asunto que no duró mucho en su cabeza, ya que pensando en una y ésta cosa, se encontró refunfuñando por las vergüenzas que de niños sufrió con Jason. Las vergüenzas cuando primaria y secundaria.

A los cinco años, Gadah se enamoró al chocar con él. Claramente, éste niño no la quería porque Gadah no era la más linda. Era gordita. En realidad, nadie se fijaba en ella.

En primaria se relacionaron un poco más e incluso llegaron a darse un inocente beso, que terminó en el enfado de ese niño, que no quiso volver a hablarle.

Recuerda también que en secundaria todo era igual sin ningún cambio… Gadah lo recuerda así.

En secundaria, todo cambió radicalmente, porque Gadah adelgazó y se puso igual de linda que las otras. Jason empezaba a verla de otra forma, la arrinconó bajo las escaleras oscuras de un pasillo inabitable. Empezaron a hablar de forma normal, luego el ambiente empezó a acalorarse con cada palabra, para cuando la charla llevaba un buen tiempo, ya querían comerse los labios, y acariciarse, hacer muchas cosas…

Se acercaron de forma desapercibida incluso para ellos mismos, sus rostros estaba demasiado cerca. Y como para ceder el permiso de comerse, entró el tema del enamoramiento y los recuerdos de la infancia.

—Sí, tú me gustabas.

—¿Y ahora? —le acarició un mechón.

—No juegues conmigo. —susurró.

—No, no juego…

Sus rostros se rozaron. Como si su vida dependiera de ello, se besaron de forma brusca. Jason, tomó de la cintura a Gadah, apretándola contra él. Ella lo rodeó con los brazos, acarició sus cabellos al mismo tiempo. Sus lenguas se rozaron una y otra vez, sus respiraciones empezaron a agitarse.

Al terminar las clases salieron tomados de las manos. Jason tenía la intención de llevar a Gadah a su habitación. Sus padres nunca estaban en casa.

En el camino se encontraron con dos tipos raros. Jason los vió de frente. Y entendió su idioma. Porque ellos tenían el mismo don que él.

—«linda chica tiene allí». «Oye… su aura es similar a la de Mimi, ¿No crees Bat?» —dijo el primero.

—«Hum, siento las ebras de mis cabellos erizándose. Es Mimi, o al menos lo que queda de ella...» «Hay que llevarnosla y observarla más de cerca». —añadió el segundo.

—¡Ey, quienes son ustedes!, ¡Aléjense de nosotros!

—«¿Acaso puede entendernos?» —advirtió el segundo. Llevaba ramera negra, y pelo de corte militar, una cicatriz en la ceja izquierda, era alto y robusto.

—¡Los escucho perfectamente! —gritó Jason provocando eco en el callejón. Gadah empezó a sentir miedo.

—Mira que sorpresa —masculló Bat—. «No me gusta el ruido, tengo los oídos demasiado agudos. Hablemos de esta forma, ¿De acuerdo?

—«Bat, nos llevamos a la chica y ya».

—«¡No! —intervino Jason. Se detuvo a tres metros de esos hombres. Gadah no entendía porque Jason la sujetaba con fuerza y permacía de pie, mirándolos de frente—. «No la toquen. Qué quieren de nosotros».

—«De ella» —Habló Bat—. Tiene el aroma de Mimi. Mi amada Mimi.

—«No sabemos quién es Mimi».

—«No jodas. Obviamente no sabes quién es. No sabes quién soy, ni lo conoces a él. Y no sabes quién eras tú».

—¡Vámonos! —le dijo Jason a Gadah— ¡Camina!.

—«Tú no te la llevas» —noqueó a Jason. Gadah forsegeaba, pero no pudo.

Ambos despertaron en medio de una oscuridad tremenda. Pero a Gadah la volvieron a sedar. Jason se encontraba frente a los dos hombres.

—«Déjame contarte una historia» —habló Bat—. Había una vez un gatito negro. Se ganaba la vida de forma independiente. Y otra gatita llamada Mimi, criada en casa, muy linda y cuidada.

»Ambos representábamos el ying y el yang, nos enamoramos casi de inmediato. Así es. Los animales también nos enamoramos. Los animales también nos exitamos, también necesitamos de "eso". Ella era una gata esterilizada, pero eso no era impedimento para lo que queríamos hacer…

Los gatos hablámos en un código riguroso y fácil de entender. Pero tú y yo estamos hablando en un idioma mental y simbólico, que dicho en voz alta, sería algo indecifrable.

Jugamos a perseguirnos, pero un auto la arrolló. Parece una historia tonta, es una pequeña anécdota por decirlo así. Vino un espíritu maligno, al que vendí mi alma. Me prometió que la reviviría, y que yo sería inmortal.

La reviviría en un humano, compartiría cuerpo. Gadah tiene doble alma. Y ahora la he reconocido. Ahora quiero estar a solas con ella.

—«No lo hagas, no lo permitiré»

—«Estás amarrado. Qué puedes hacer».

—«Qué sentirías si yo hago esto con Mimi».

—«Okey, lo dejaré pasar. Volveré en más o menos en cinco años. Quiero que separes las almas de Gadah y Mimi. Yo también me siento incómodo al hacer esto». —carraspeó un momento—. «No me importa cómo lo hagas. Lo haces».

—«De acuerdo».

Continuará...

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