Jason

Jason.

Jason disfrutaba de una vida cómoda. No le faltaba el dinero, gozaba de buena salud, era relativamente guapo (podría enamorar a una chica cualquiera), y lo que le faltaba de físico, lo tenía de sobra en billete.

Al fin y al cabo la vida había sido muy condescendiente con él, desde que estaba en pañales, hasta usar calsonsillos, para terminar llevando de un lugar a otro un paquete de preservativos… olviden lo que dije. No es que espiara su mochila. Yo… yo solo lo sé y punto.

Yo lo sé todo de Jason. Porque sí.

Bueno. Lo sé todo. Porque yo soy Jason.

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Te contaré mi secreto:

Yo puedo leer mentes. Bueno algo así.

A veces mi don me falla y termina mostrándome a última hora un verdadero pensamiento, nada que ver con lo que había comprendido con anterioridad. O es que simplemente no puedo descifrar con exactitud los pensamientos de las personas.

A veces veo en sus cabezas cochinas, imágenes pornográficas, hentai, cosas… asquerosas. Así que evito meter mis narices en otros cerebros.

Algo que también solía pasarme con este don, aparte de leer mentes… bueno en realidad no sé leer mentes, porque la mente habla su propio idioma, lo que veo en sus mentes son colores. Colores de distintas tonalidades, colores que dibujan imágenes borrosas, y que pueden interpretarse de distintas formas. Porque la mente habla, cede mucha información en una milésima de segundo. Y eso es tener una lectura de mentes demasiado rápida.

Bueno, como decía. Además de leer mentes, podía infiltrame en sus ojos. Ver el mundo desde distintas perspectivas. Si yo veía algún tema de una manera, me infiltraba en la cabeza de mis padres y ver lo que pensaban de ello. Notaba de inmediato el nivel de razonamiento superior al mío. Así aprendí a ser el mejor de clases. Porque este don, lo llevo desde que tengo memoria. Tardé hasta los 9 años en ser consciente de que yo era especial.

Lo mantuve en secreto.

Estaba de viaje de negocios, entré a una cafetería muy concurrida acompañado de Buba. Mi perro fiel.

La camarera era nada más ni nada menos que mi ex compañera de kinder, de escuela y de bachillerato. Allí estaba ella. Diferente, y adulta. Había crecido, sus tallas eran más grandes… ¿Qué le pasó?.

Creo que ella apenas me dirigió la mirada. No me reconoció. Que decepcionante. En esos tiempos, yo era su amor platónico. Está de más explicar cómo lo sé. A escondidas colocaba pequeñas cartas de amor anónimas en mi mochila, en mis cuadernos. Dejando corazones por todos lados.

Pero yo quería algo de ella desde hace muuuucho tiempo. Algo que volvería mi vida una perfección. No. No era amor, que de eso tengo de sobra.

Quiero a su gato. Su gato tiene lo que me hace falta.

Quiero a su tonto, gordo, gato anaranjado llamado Vane.

......................

La Gadah otaku, universitaria, abrió los ojos como en un sueño interrumpido. Tres sitios delante suyo, un jóven pálido y pulcro la observaba. Rápidamente desvió su mirada de ella.

Extrajo de su bolsillo una pequeña piedra transparente. Se sintió culpable.

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